Recientemente se ha celebrado el seminario Los Retos de la Edición Digital organizado por la UOC en su sede de Madrid. El objetivo de esta jornada fue contribuir a crear sinergias entre editores y bibliotecarios como agentes claves en la promoción de la lectura. Indudablemente se precisa del compromiso y el trabajo codo a codo de ambos sectores en la construcción de una sociedad lectora, junto con otros agentes culturales, educativos y sociales que juegan un papel en el mundo del libro y la lectura. Pero la relación del mundo editorial y el bibliotecario no tiene visos de lograr el equilibrio deseado, en buena parte debido a la desconfianza y suspicacia con la que una buena parte de los editores miran a las bibliotecas y su enroque en la piratería como el origen de todos sus males.
La jornada, aunque breve, fue intensa y salieron a la palestra viejas y nuevas perspectivas en torno al proceso de transformación del mundo del libro y la lectura y su implicación con las editoriales y las bibliotecas, así como con la escuela, las librerías y la administración pública.
Teresa Iribarren, profesora y directora del Máster de Edición Digital y Jorge Bronet, delegado de la UOC en Madrid, abrieron la mañana como representantes de la institución organizadora del evento, la Universitat Oberta de Catalunya. También intervino en la presentación de la jornada Alberto Vicente, director de Anatomía de Red y colaborador docente de la UOC.
Tras ellos le llegó el turno a la primera charla en torno al impacto de la tecnología en el mundo editorial y las claves para su adaptación al nuevo entorno, a cargo de Daniel Benchimol, director de Proyecto451, agencia argentina que ofrece a las editoriales servicios de asesoramiento, consultoría, capacitación y digitalización. Posteriormente Javier Valbuena, gestor de espacios culturales y experto en adaptación de bibliotecas a la esfera digital, habló de los nuevos caminos, no exentos de escollos, para vender contenidos digitales en bibliotecas públicas. La jornada se cerró con una charla entre los anteriores ponentes y Manuel Gil, actual director de la Feria del Libro de Madrid, moderada por Alberto Vicente, en torno al futuro de las ferias del libro.
Quiero centrarme en esta nota sobre la primera intervención para no extenderme en exceso y dejar para otra ocasión lo abordado en el resto de las comparecencias.
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12 claves para estar preparados para lo que viene
Benchimol habló del nuevo ecosistema que las tecnologías generan en el entorno de la lectura, la edición y la distribución. Destacó la necesidad de superar los frenos a la evolución del sector en el contexto digital. Y resaltó tres actitudes que el momento demanda a las editoriales: innovación, experimentación y cambio.
El ponente cerró su intervención formulando estas doce claves dirigidas al editor. A partir de mis notas parafraseo las ideas de Benchimol y añado apostillas con una posible lectura en clave bibliotecaria de algunas de ellas:
1.- El rol de editor pasa por curar y amplificar, por aportar valor añadido y por llevar el contenido al lector que le interesa. En similares términos podríamos formular la tarea del bibliotecario curador de contenidos.
2.- El modelo de negocio cambia el paso y el valor de los catálogos deja de estar solamente en los libros y los autores que escriben para la editorial. Ahora el valor nos lo dan los lectores, aquellos a los que somos capaces de cautivar. También en la biblioteca la colección deja de ser el eje central y el foco se sitúa sobre el usuario y sus necesidades.
3.- El nuevo modelo de negocio se construye con el usuario como centro, lo que requiere saber escuchar y disposición de atender. La acción de la biblioteca se teje también en torno a la órbita del lector, el usuario de unos servicios que se definen y conforman contando con su participación activa.
4.- La ruptura de paradigmas y el desarrollo de una estrategia multicanal: ¿quién es mi lector, cuál es la mejor forma de llegar a él? En uno y otro caso, las funciones de la editorial y de la biblioteca han de adaptarse a un nuevo contexto de necesidades, al cambio de hábitos de los destinatarios de su acción y a unas relaciones que se multiplican y diversifican en el plano analógico y digital.
5.- Pensar cuál es la mejor forma de contar nuestro contenido. Cambian las formas de narrar, de ofrecer los contenidos y también las maneras y estrategias de acercarlos a los destinatarios, hecho que afecta a todos los ámbitos relacionados con la lectura y su promoción.
6.- El objetivo es poder llegar a todos y cada uno de los lectores. En este sentido cobra importancia cómo fragmentar y personalizar los contenidos. El esfuerzo por adecuar la oferta de información y lectura a los diferentes públicos requiere también un mayor empeño en la biblioteca, concebida la colección de forma modular como un conjunto de piezas que posibilitan usos individualizados pero conforman un todo.
7.- Pasar de una lógica de producto a una lógica de servicio, de la idea del objeto al servicio que presta, una dinámica diferente. El objeto deja de tener valor en sí, también en la biblioteca; el valor del documento reside en el servicio que genera, en la capacidad de uso que encierra, en las respuestas que es capaz de dar al usuario.
8.- Cambiar de enfoque: publicar para dialogar. Nuevo papel del lector, activo, participación, conectarse con… Es lógico que si la conversación está en la médula del hecho de leer impregne a todas las organizaciones que se mueven en torno a ella propiciando múltiples diálogos y estableciendo relaciones dinámicas y participativas con los lectores y usuarios.
9.- Desarrollar acciones pequeñas y medibles. Es este un buen consejo, especialmente en tiempos de incertidumbre, de cara a prevenir atracones y esquivar parálisis. Una buena forma de evitar colapsos y de afrontar la ansiedad es trazar un plan ambicioso y global y definir estrategias de acción realistas y asequibles que permitan avanzar de forma regular y constante, sea en ámbito que sea.
10.- Pensar en estrategias editoriales dinámicas, predispuestas al cambio. La flexibilidad como respuesta al cambio para que la reacción no tenga un coste fuerte en el tiempo. El futuro de las entidades educativas y culturales, incluidas las bibliotecas, pasa ciertamente por conseguir un equilibrio entre estructuras consistentes y dúctiles capaces de responder de forma rápida y eficaz a las demandas de los usuarios.
11.- Pensar en contenidos, en flujos XML, que el producto impreso no sea lo que imponga los ritmos y la organización de la empresa. El proceso que siguen las bibliotecas apunta también a un cambio de polaridad, y el hecho de que el documento impreso deje de ser el eje central del péndulo incide de pleno en la organización misma: las colecciones se hacen híbridas, los espacios físicos se transforman y se intensifica su acción en el plano digital.
12.- Dialogar y relacionarse con otras industrias culturales: música, videojuegos… Las fronteras entre las diversas entidades que pueblan el espacio cultural se difuminan y comparten la tendencia de transformarse poco a poco en espacios más abiertos, transparentes y participativos con muchos elementos comunes entre sí.
Ese diálogo e intercambio con el que Benchimol cierra el decálogo es realmente enriquecedor y resulta posible más allá de las diferencias y del espacio particular que ocupa cada organización porque todas ellas, independiente de su tipología, comparten un pulso común que late en torno a estos tres aspectos que pueden servir de síntesis a todo lo antedicho:
- El afán de buscar otras lógicas para conformarse y organizarse.
- El interés por escuchar al usuario como base de la acción.
- La conveniencia de crear pequeñas piezas, dar pequeños pasos y validarlos.