¿Quién no se lleva un libro para leer en el tren , bus o metro… o para mitigar una espera en cualquier parte?. Confieso, apreciados lectores, que quien esto escribe siempre hace hueco en sus maletas de viaje para uno o dos libros. En formato bolsillo, por supuesto. Indagaremos en los orígenes de este práctico formato, la primera revolución contemporánea de la tipología libraria, mucho antes de que el e-book llegara a nuestras vidas.
Podríamos considerar a Aldo Manuzio el pionero del libro compacto, ya que fue él quien introdujo el formato octavo (más pequeño que el doceavo) en el s. XVI. Una vez más, la Historia demuestra que las revoluciones tienen pioneros en los lugares y épocas más insospechados
El origen del libro de bolsillo contemporáneo tiene una fecha y unos protagonistas muy concretos. Pero también, un fuerte componente de azar. En 1935 Allen Lane (a la izquierda de estas líneas), por entonces responsable de la editorial The Bodley Head se disponía a tomar un tren para visitar a Agatha Christie en Devon (sudoeste de Inglaterra, en el límite con Cornualles). Decidió comprar algo para leer durante el viaje, pero en la estación sólo vendían prensa, revistas y algún pesado y grueso libro victoriano, muy incómodo de transportar. A la vuelta de Devon, Lane (1902-1970) comenzó a idear un tipo de libro que fuese tan fácil de adquirir y transportar como una cajetilla de tabaco. Así nació Penguin Boooks, una pequeña división dentro de The Bodley Head que se encargaría de la edición de libros de bolsillo. Los puntos de venta no solo serían las típicas librerías, sino que se extenderían también a los comercios situados en estaciones ferroviarias, estancos y cadenas de tiendas. Los primeros ejemplares salieron a la venta durante el verano de ese mismo año 1935, con títulos que ya habían tenido éxito en formato ordinario (nunca inéditos). Los autores elegidos fueron Ernest Hemingway, André Maurois y Agatha Christie.
Los libros estaban catalogados por colores (naranja para la ficción, azul para los biográficos, verde para el suspense…) y cada ejemplar se vendía a 6 peniques, el mismo precio que un paquete de cigarrillos. Su diseño primitivo recuerda un poco a éstos, de hecho (ver imagen más abajo). Allen Lane definió así su filosofía:
«It is quite clear that the time has come to wake up to the fact that people want books, that they want good books, and that they are willing, even anxious, to buy them if they are presented to them in a straightforward, intelligent manner at a cheap price.»
Diseñó y ofreció un producto nuevo justo en el momento exacto. Dedujo que la gente ansiaba comprar buenos libros, a precios económicos en un formato atractivo. Y acertó. Los libros de bolsillo se popularizaron tan rápidamente que en 1936 Penguin Books se independizó como editorial. En su primer año logró vender más de tres millones de ejemplares.
En España, la iniciativa partió de la editorial Calpe. Su colección Austral fue la primera en formato bolsillo de habla hispana, que tuvo un enorme éxito. La mejor prueba de ello es la vigencia de su voluminoso e importante fondo, como podéis comprobar en su web. Actualmente pertenece al Grupo Planeta y se divide en Clásica, Contemporánea y Básicos. ¿Quién no tiene un Austral en su estantería? Durante años, fue la única forma de acceder a títulos censurados en España. Su reconocible formato y su cuidada selección de autores la ha convertido, primero en mítica y luego en inmortal. Porque leer es un placer… portátil.