Las ventas de libros electrónicos representan en el mundo anglosajón (EE.UU e Inglaterra) entre un cuarto y un tercio del mercado del consumo de libros. Según un estudio realizado por Nielsen durante el primer semestre del recién abandonado año 2014, las ventas de libros electrónicos suponen el 23% de las ventas totales, mientras que los libros de tapa dura representan el 25% y el 42% los de rústica. Desde el lanzamiento de Kindle (2007), las ventas digitales han aumentado de manera constante de dos en dos dígitos. En 2013, el crecimiento de las ventas de libros electrónicos se redujo a un solo dígito, y ahora parece intuirse una estabilización. ¿Por qué el libro electrónico no despega?
No es nuestra intención ejercer de adivinos sobre las tendencias del futuro. Pero sí nos gustaría señalar algunos retos que tiene por delante la alternativa al libro impreso:
- ¿Propiedad o acceso? En el material legible electrónicamente, el lector no es propietario del contenido, sino que solo obtiene una licencia temporal de acceso. En 2013 Amazon borró remotamente copias compradas de los libros “1984 y “Rebelión en la granja” de George Orwell de los dispositivos Kindle de los clientes después de proporcionarles un reembolso por los productos adquiridos. El origen fue un malentendido sobre cuestiones editoriales de los derechos originales, ya que Amazon no poseía los derechos de edición en digital. Una denuncia de los herederos de Orwell llevó a una sentencia judicial determinando que Amazon no podía vender esos títulos porque no poseía los derechos de edición digital. La empresa fue obligada a pagar una importante compensación a los herederos propietarios de los derechos, y a retirar los libros vendidos de los dispositivos Kindle. Otro caso lo protagonizó una cliente noruega que deseaba comprar un libro de Kindle en la librería del Reino Unido. Según las reglas de Amazon, este tipo de acción no es posible, porque el editor busca controlar el contenido de lo que se lee en cada el territorio del mundo. Su cuenta fue eliminada y perdió todo el contenido. Estos ejemplos ilustran las dificultades legales que entraña el cambio, y que no siempre se resuelven a favor del usuari@.
- Dificultades para compartir. A diferencia del soporte en papel, el contenido electrónico adquirido legalmente no se puede prestar, por ejemplo, a un amig@. Amazon y Barnes & Noble han diseñado un programa que permite hacer dos préstamos a otra persona por un tiempo limitado de dos semanas. Pero las empresas no hacen un gran esfuerzo por publicitarlo, y además su uso real es complejo. No es una opción interesante desde el punto de vista económico.
- Alternativas al DRM. Están en desarrollo algunas alternativas al Digital Rights Management (DRM, sistema de cifrado para material electrónico de la empresa Adobe). Uno de ellos es incluir en el libro algún cambio de palabra o frase a modo de huella digital, que permitiría identificar de donde ha partido la copia que se ha puesto en Internet ilegalmente. Es el caso del sistema SiDiM desarrollado por la Universidad Darmstadt, en Alemania. Se trata de añadir marcas de agua únicas a cada ebook vendido y simplemente consistirían en un ligero cambio en la puntuación de una frase, o la alteración de una palabra en cada copia vendida. Así se puede identificar de inmediato el origen de cualquier copia pirata. Por otro lado, Harper-Collins, una de las grandes editoras mundiales, está experimentando con un nuevo sistema llamado Digimarc Guardian Watermarking for Publishing, (marca de agua editorial) que añade una marca de agua cada vez que se hace una transacción. Dicha marca es invisible para el lector y tampoco impide que el usuari@ haga cualquiera de las acciones que tradicionalmente realizaba en el formato analógico. Pero cuando la editorial encuentra uno de sus ebooks en alguna página pirata, simplemente tendrá que ir a ella para saber quién, y en qué momento exacto fue puesta ilegalmente en la red. La marca de agua funcionaría en prácticamente todos los formatos de ebook existentes, incluyendo pdf, mobi y ePub
Que el libro electrónico es una realidad ya no lo discute nadie. Pero quedan todavía muchos interrogantes, y muchos pasos que dar para ponerlo a la altura de la difusión y ventas alcanzadas por su homólogo en papel. Los caminos y estrategias para ello están todavía en proceso, y requieren tiempo, ya que son muchos los actores (y sobre todo intereses) involucrados. Más allá de las reticencias iniciales y del romanticismo que envuelve al libro físico, parece que ambos soportes deben convivir todavía bastante tiempo.