Historia del libro (III): Las bibliotecas en la Edad Media

Retomamos nuestro periplo por la Historia de las Bibliotecas en la Alta Edad Media, que parte de la Antigüedad y llega hasta el s. XII. La influencia de la Iglesia y de la religión va adquiriendo cada vez más peso. De hecho, la pieza clave para la cultura del libro y las bibliotecas en la Alta Edad Media es el monasterio. La dedicación a los libros en la vida monástica tiene en gran parte su explicación en que los monasterios seguían la regla de San Benito, que establecía la división de la jornada entre el trabajo manual, la oración y la lectura («ora et labora»). Esta lectura podía ser en privado, en la celda o en el claustro, o también en forma de trabajo, traduciendo o copiando libros existentes. Para ello, había en los monasterios importantes un scriptorium, sala donde los monjes producían libros para uso del propio monasterio. Así se iba conformando una colección de libros que normalmente cabían en un armario. De ahí, que el responsable y supervisor de los trabajos del escritorio fuera el armarius. Otros oficios relacionados eran el copista (el que copiaba), rubricator (el que iluminaba y dibujaba las letras capitales) o ligator (el que encuadernaba). La forma casi exclusiva que toma el libro medieval es el códice manuscrito sobre pergamino, aunque hasta el s. XV se utilizaron minoritariamente otros soportes escriptóreos ya conocidos como las tablillas o el papiro. El pergamino se obtenía principalmente de pieles de corderos, cabras y terneros tratadas convenientemente. Una vez cortado, se trazaban las guías y se escribía con pluma de ave o cálamo de caña, dejando hueco para las iniciales. Éstas se ornamentaban con diferentes colores, aunque también se dibujan imágenes de Cristo o miniaturas, que suponen los primeros pasos del arte de la iluminación de libros. La pobreza generalizada hizo surgir el fenómeno de los palimpsestos, manuscritos reutilizados después de ser borrados mediante un raspado, como el Codex Ovetensis de El Escorial.

Los visigodos se establecieron en la Península Ibérica en el s. VI, eligiendo Toledo como capital. La figura más notable de esta época para la historia del libro y las bibliotecas fue sin duda San Isidoro de Sevilla. Entre el y su hermano San Leandro consiguieron reunir una voluminosa biblioteca que serviría a San Isidro para escribir sus “Etimologías”, obra enciclopédica de importancia capital durante toda la Edad Media. Una de las partes que componen esta obra está dedicada al libro y a las bibliotecas.

Beato Los mozárabes son los cristianos hispanos que viven en tierras ocupadas por los musulmanes a partir de 711. De entre su producción bibliográfica destacan los beatos, conjuntos de comentarios al Apocalipsis recopilados por un monje llamado Beato de Liébana, cuyos textos e ilustraciones fueron muy expresivos [foto a la izquierda de estas líneas]. En lo que respecta a la España musulmana, hubo abundancia de libros, fundamentalmente árabes pero también cristianos. Al ser el Corán una de las tres religiones del Libro, tiene un gran protagonismo. Por su aniconismo (prohibición de adorar a Alá bajo apariencia humana) el libro árabe no tiene ilustraciones figurativas, sino ornamentos abstractos. La caligrafía árabe, de gran belleza, se va haciendo cada vez más ornamental y se utiliza como motivo decorativo, combinándola con figuras geométricas y arabescos.

Las bibliotecas alcanzaran un desarrollo considerable en todo el Islam y también en Al-Andalus:

  • Bibliotecas califales: los califas mantenían y enriquecían sus bibliotecas privadas. Contemplaban el libro como un objeto de lujo que formaba parte de sus riquezas. Los gobernantes musulmanes españoles poseyeron colecciones importantes en Sevilla, Almería, Granada, Valencia… Es muy sobresaliente la biblioteca que reunió en su alcázar de Córdoba el califa Al-Hakam II, con volúmenes traídos de Alejandría, El Cairo, Bagdad, Damasco, etc. También en Toledo, como centro transmisor de la sabiduría árabe a Europa, hubo grandes bibliotecas de libros árabes.
  • Bibliotecas de mezquitas: las mezquitas y las escuelas coránicas adjuntas a ellas (madrasas) contaban también con bibliotecas. Las bibliotecas de las madrasas tenían algunos rasgos de biblioteca pública: permitían el préstamo a domicilio y tenían algo similar a una sala de lectura, con columnas y alfombras. El Corán se colocaba en el punto más alto: ningún libro podía colocarse encima del libro sagrado. Estas bibliotecas disponían de un catálogo y una clasificación temática.
  • Bibliotecas privadas: en Al-Andalus hubo también bibliófilos particulares, gente culta y habitualmente religiosa. Se cree que consiguieron reunir miles de volúmenes en sus casas.

Una de las grandes aportaciones de los árabes al mundo del libro fue la difusión del papel, que había sido inventado en China en el s. II a. de C. Los chinos habían conseguido guardar el secreto, pero los árabes consiguieron revelarlo en el s. VIII, por lo que se irá expandiendo por el imperio árabe hasta que hace su entrada en Europa hacia el año 1.100 a través de España.

UNIBOUna vez superado el terror al fin del mundo que provocó el año 1.000 y que marcó el fin de la Alta Edad Media, entramos en una época de recuperación económica y demográfica. Las ciudades empiezan a tomar fuerza y la actividad cultural pasa del aislamiento del monasterio en zonas rurales al bullicio de los núcleos urbanos, que responden mejor a las nuevas necesidades. Las instituciones por excelencia de la Baja Edad Media son la catedral y la universidad, que nace en estrecha conexión con la Iglesia. En el s. XIII las universidades alcanzan su constitución definitiva. Son una derivación de las escuelas catedralicias, pero ahora tienen entidad propia, al margen de la catedral y de las órdenes religiosas. La Universidad de Bolonia [foto sobre estas líneas] es la más antigua del mundo. También ven la luz en esta época las universidades de La Sorbona, Oxford, Cambridge o Toulouse. En España, primera fue fundada en Palencia en 1212, a la que siguieron las universidades de Salamanca y Valladolid. La vida monástica entra en decadencia en muchos lugares. Sin embargo, los libros seguirán produciéndose, incluso en mayor cantidad, en las escuelas catedralicias, que tenían su escritorio y su biblioteca. Con todo, la principal característica de este período es que el libro se diversifica en sus usos y temáticas y deja de ser patrimonio exclusivo de los centros eclesiásticos.

Los libros, que a pesar de todo siguen teniendo un fuerte sesgo religioso, son considerados ahora un instrumento de trabajo, un vehículo de conocimiento de uso diario por parte de profesores y alumnos. Surge en este momento el libro de consulta. En la biblioteca de cada facultad había una biblioteca, con bancos y atriles, a los que permanecían encadenados los libros. Estos libros eran grandes, pesados, y su contenido era el compendio de alguna materia (la summa), de la que se consultaba y copiaba alguna parte antes de cada lección. También existían libros de menor formato que el alumno podía tomar prestados bajo fianza.

El aumento de la necesidad de libros por parte de los estudiantes provoca el resurgimiento del comercio del libro. Se congregaron en torno a las universidades los llamados estacionarios, libreros que se comprometían, mediante una actividad comercial regulada y vigilada por la Universidad, a tener existencias de calidad de los libros de enseñanza, y los prestaban a los estudiantes para que los copiaran mediante un determinado pago. Surge entonces el sistema de copia conocido como la pecia: se alquilaban los libros por trozos o piezas (pecias) para que el estudiante o profesor hicieran o encargaran una copia. Estas copias estaban escritas rápidamente, con abreviaturas y un aspecto enrevesado, sin grandes espacios en blanco.

Biblioteca histórica USALLas primeras bibliotecas universitarias son bibliotecas de escuela o facultad. Estas responden en muchas ocasiones al siguiente patrón, que procede de las órdenes mendicantes: sala de lectura de planta basilical con bancos (como en las iglesias) y libros encadenados colocados en atriles. Existían además libros que no estaban encadenados y que descansaban normalmente en un baúl. Éstos se prestaban bajo fianza si había más ejemplares de esa obra. El procedimiento de adquisición de los libros consistía básicamente en la donación, a menudo en forma de legados. El cargo de bibliotecario no era relevante, por lo que el responsable solía ser un profesor o un estudiante. La biblioteca de la Universidad de Salamanca [foto sobre estas líneas] adquirió una gran importancia, que mantiene en la actualidad.

Además de las bibliotecas universitarias, existen importantes colecciones reales. La biblioteca más importante en la Europa cristiana del s. XIII debió de ser la del rey Alfonso X el Sabio y su hijo Sancho IV. Para la elaboración de la obra Las siete partidas” su biblioteca tuvo que contar con obras jurídicas y legislativas, pero también históricas, científicas y recreativas (por ejemplo, sobre ajedrez). Otros destacados reyes bibliófilos fueron los franceses San Luis y Carlos el Sabio, considerado el auténtico fundador de la BNF.

Para finalizar, cabe señalar la importancia que desde el s. XIII va adquiriendo la lectura profesional. Mercaderes, artesanos, contables, poseían por lo general algún manual para el desarrollo de su profesión, normalmente escritos en lengua romance y en papel. Eran libros que sufrieron mucho desgaste por el uso y no quedan vestigios.

Como vemos, se trata de un período amplio, en el que el libro evoluciona lentamente de modo parejo a la mentalidad individual y colectiva: pasa de estar mediatizado por la religión, conservado como una reliquia solo alcance de unos pocos, a convertirse una herramienta para el trabajo y el estudio. Esta etapa sienta las bases del conocimiento moderno.

Laura Novelle

Documentalista, consultora, formadora e investigadora. Licenciada en Historia y Especialista en Gestión documental. He ejercido como docente en universidad pública y como documentalista (tanto en centros públicos como privados). Nací con discapacidad, por eso en este blog encontraréis aspectos relacionados con la accesibilidad, pero también sobre el libro y las bibliotecas, el proceso de edición, las fuentes de información y en general, sobre todas las implicaciones sociales de esta maravillosa profesión.

10 respuestas a «Historia del libro (III): Las bibliotecas en la Edad Media»

  1. Es frecuente leer que en los conventos y monasterios medievales se conservó el conocimiento de la antiguedad clasica, pero cuando se profundiza un poquito , da la sensación de que los unicos libros,o códices que tenían eran libros religioso y de vida de santos, que es todo lo contrario al pensamiento , cultura y saber greco-romano. En el texto dices que generalmente los libros cabían en un armario, desde luego la leyenda de la bibliioteca de Alejandría habla de ciento de miles de papiros. ¿Nos encontramos ante una mentira mas de la jerarqía eclesiastica?. Hay algun catálogo de los libros en las iglesias y conventos medievales?.

    1. Hola Javier:

      La Biblioteca de Alejandría se asemejaba más a un compendio del saber, era más libre y «científica». Desafortunadamente, su contenido original no ha podido llegar hasta nosotros En la conservación del saber medieval fueron fundamentales los monasterios: de eso no hay duda, aunque podamos opinar sobre la calidad de su contenido (básicamente religioso). Los monasterios más poderosos solían tener más fondos, aunque esto no siempre es una regla exacta. El armario era el lugar para guardarlos, pero obviamente cada monasterio iba ampliando sus estancias a medida que sus fondos crecían. Piensa que estamos hablando de una época de muy escasa movilidad social, y por eso era importante para las élites conservar el saber. Quien tiene el saber, tiene el poder. Eso sigue siendo válido hoy, pero mucho más lo era hace 6 siglos, cuando solo una minoría estaba alfabetizada.
      Respecto a tu consulta, he encontrado un catálogo de Códices realizado por la Real Academia de la Historia. Puedes descargarlo en PDF copiando y pegando en tu navegador este enlace: http://www.rah.es/pdf/catalogoCodices.pdf

      Gracias por comentar!

    2. El saber fue acumulado en los monasterios como estrategia de poder, obviamente. Piensa que solo una minoría estaba alfabetizada. Y muchos de los enfoques filosóficos clásicos chocaban de frente con el cristianismo, así que directamente se obviaban. La sabiduría de la antigüedad clásica nos ha sido transmitida mayoritariamente por la Escuela de Traductores de Toledo, a través de versiones árabes.

      Puedes consultar un catálogo de Códices aquí: http://www.rah.es/pdf/catalogoCodices.pdf

      Gracias por comentar, Javier

    1. Hola, Karina:

      Gracias por comentar. Este post forma parte de una serie de varios. Si deseas leer más posts sobre Historia de las Bibliotecas, puedes buscarlos filtrándolos con mi nombre. Me alegra que resulte de utilidad.

      Un saludo

  2. Hola, un placer en saludar. Le quería preguntar si tenía referencias del tema de donde sacó la información, es que debo hacer un trabajo y lo que subió a la página me es de mucha ayuda para realizarlo. Espero pueda ayudarme.

    ¡Saludos!

    1. Hola, Ismaria:

      Alguna información es original de mi autoría. Otra está sacada de mi manual: NOVELLE LÓPEZ, L. (2012). De la arcilla al e-book. Historia del libro y las bibliotecas. Disponible en: http://eprints.rclis.org/17420/1/NOVELLE%20L%C3%93PEZ,%20LAURA%20-%20De%20la%20arcilla%20al%20E-book.pdf

      Si has utilizado este post, te agradecería que lo citaras. Recuerda que las entradas de un blog también se pueden citar. En este caso sería:

      NOVELLE, L. (2013, 2 agosto). «Historia del Libro III. Las bibliotecas en la Edad Media» [En línea]. Biblogtecarios. Disponible en: https://www.biblogtecarios.es/lauranovelle/historia-del-libro-iii-las-bibliotecas-en-la-edad-media/ [Consultado 30/01/2017]

      Utilizar información sin citar la procedencia es plagio y se considera un delito. Sé siempre respetuosa con las fuentes que utilices, porque incrementará la calidad de tus trabajos.

      Espero haberte ayudado. Un saludo.

      1. Hola!. Muchas gracias por la fuente, me ha ayudado bastante. Mi profesora no me ha dejado citar el blog pero de cualquier forma el libro me ha servido de mucha ayuda. No se preocupe que todo lo que extraiga de su libro será debidamente citado. Muchas gracias de nuevo. Saludos.

  3. Hola, Valeria:

    El perfil del bibliotecario no cambia demasiado hasta la Edad Moderna, que es cuando se profesionaliza. La única diferencia es que en la Edad Antigua podía tener carácter sagrado (sacerdotes) y en la Edad Media eran fundamentalmente monjes. Pero al final ambos responden al mismo perfil: erudito y copista vinculado a la religión. Lo qué sí cambia sustancialmente son los materiales escriptóreos.

    Espero haberte ayudado. Un saludo.

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