Fundraising es la expresión que se usa en inglés para referirse a captación de fondos económicos externos. Por tanto, hace referencia a toda acción llevada a cabo con el fin de obtener financiación para un proyecto con fines no lucrativos. Sus orígenes se vinculan con las ONG’s y proyectos solidarios, pero actualmente es una práctica extendida a una amplia gama de actividades. Su nexo común es que no buscan el beneficio económico, sino el bien social o la repercusión cultural. La constante reducción de subvenciones, presupuestos y ayudas públicas ha disparado la necesidad de captar aportaciones por otras vías.
¿Qué supone para los patrocinadores destinar fondos a proyectos culturales? Las empresas privadas buscan visibilidad para su producto o marca. Pero además, es percibido como una inversión en la imagen de marca al vincularse con proyectos no lucrativos, asociados a iniciativas socioculturales y no comerciales. De forma creciente, las grandes empresas cuentan con departamentos y personal formado en Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa (RSE / RSC), cuyo objetivo es compaginar la gestión empresarial con un conocimiento activo del impacto que su actividad tiene en la dimensión social, medioambiental y en definitiva sobre los Derechos Humanos. Implica por tanto un compromiso ético y transversal con vocación de permanencia desde la alta dirección, que suele seleccionar proyectos en los que le interese colaborar, o impulsarlos desde la propia empresa. También es importante recordar que la financiación cultural conlleva habitualmente desgravación fiscal, aunque en España el porcentaje es bastante bajo (en torno al 40% tras la última reforma en 2015) con respecto a otros países (hasta un 60% en Francia, un 70% en Gran Bretaña y el 100% en EEUU). Precisamente en este último país, este potente marco legal de impulso al mecenzago hace del fundraising una práctica habitual y muy extendida. Incluso puede decirse que, en el ámbito anglosajón, cuando una persona ha alcanzado cierto estatus económico, socialmente se espera que colabore con algún tipo de causa o proyecto cultural.
Según la Asociación Española de Fundraising, los criterios de desempeño básicos para un buen captador/a de fondos son:
- Describir el propósito fundamental de su organización así como los valores que guían su trabajo.
- Exponer la naturaleza de sus necesidades para funcionar como organización y llevar a cabo sus programas, incluyendo los costes económicos necesarios para sufragarlas.
- Comunicar de acuerdo con la estrategia de marca de la organización o biblioteca.
- Identificar las fuentes de ingresos más adecuadas a las necesidades existentes en cada momento.
- Preparar una línea de argumentación convincente.
- Informar sobre los incentivos fiscales para el mecenazgo.
A la hora de buscar financiación es imprescindible ofrecerle a los potenciales patrocinadores contraprestaciones y acciones que fomenten su visibilidad. Éstas pueden ir desde inauguraciones o visitas especiales a la cesión de espacios, inclusión de la marca en el listado de benefactores en lugar visible o descuentos en las publicaciones.
Pero no solo de empresas vive el fundraising. Si trasladamos estos principios a las bibliotecas, las fuentes de financiación pueden ser variadas. Las más clásicas son las donaciones (con sus pros y contras, pero fondos gratuitos por los que la biblioteca no tiene que pagar nada, al fin y al cabo) o los círculos de amigos, muy desarrollados en el caso de los museos (un ejemplo de su aplicación en bibliotecas es la Biblioteca de Pirque, en Chile). Otras posibilidades son el alquiler de espacios (que por ejemplo, en la BNE se encuentra regulado) o la venta de merchandising.
Podemos decir por tanto que el fundraising es una posibilidad abierta digna de explorar por las bibliotecas en tiempos de crisis. Aunque el contexto español no sea precisamente el más favorable para esta práctica, la posibilidad de involucrar a particulares y empresas en las actividades y campañas siempre es un estímulo para avanzar, y para plantearnos nuevos retos que nunca antes se nos habían pasado por la cabeza. Porque hoy, más que nunca, ser bibliotecario equivale a decirnos ¿y por qué no?
PARA SABER MÁS:
- Sánchez Zurdo, N. (2016). Fundraising en bibliotecas: gestión, administración y recaudación de fondos. Trabajo Fin de Grado. Universidad de Salamanca. Documento a texto completo.
- Pérez Pulido, M. y Gómez Pérez, T. (2013). Captación de recursos externos en bibliotecas: la práctica del Fundraising. Anales de Documentación, 16(1). Artículo disponible aquí.
- ¿Qué necesitas saber para ser un recaudador de fondos competente? Dossier de la AEF disponible aquí.
- 10 claves para conseguir patrocinio cultural. Rodrigo Burgos, 2013. Disponible aquí.
Un artículo muy cuidado y elaborado, como siempre, y por ello te doy mi más sincera felicitación. Sin embargo, a mí el fundraising (como toda iniciativa proveniente de EEUU que pretende promover los valores del neoliberalismo) me da bastante miedo. Quizá las bibliotecas son el último reducto verdaderamente social que nos queda, y su mercantilización en aras de conseguir más presupuesto me suena más a prostitución cultural que a otra cosa. Cuanto más tiempo podamos seguir resistiendo a los tentáculos del capitalismo feroz, mejor desarrollaremos el cometido inicial para el que ha sido fundada la biblioteca. Especialmente las públicas, son un espacio de todos y para todos. No deberían entender de marcas, marketing o logotipos; sino tratar de visibilizar precisamente a los que menos recursos tienen para ello. Por lo menos, es mi opinión.
Hola, Marta:
Gracias por las felicitaciones. En el fondo, nuestras posiciones no están tan alejadas.Enntiendo y comparto tus prevenciones. No se me oculta que el mecenzago en EEUU maquilla muchas debilidades del sistema y es masivamente utilizado por las grandes fortunas para evitar pagar impuestos. Desde luego, yo defiendo las bibliotecas públicas, su personal idiosincrasia y la necesidad de que sus servicios no se guíen por un criterio economicista. También he trabajado en iniciativas bibliotecarias privadas y, sé por experiencia que el el aporte empresarial funciona. Eso sí, hay que gestionarlo muy bien, plantearse objetivos que respondan a necesidades sociales de la comunidad y salvaguardar los intereses de los usuarios, garantizando un acceso público a los servicios. El marco legal español no es comparable al anglosajón en este punto, pero sí creo que el mecenazgo cultural es importante, siempre y cuando no se use para ahorrarle inversiones al Estado.
Un placer comentar (y trabajar) contigo! Saludos.
Me gustaría añadir que una opción alternativa al fundraising que es el crowfunding, ya que la captación de fondos se hace de personas o instituciones sin ánimo de lucro. Aquí podéis ver la diferencia entre ambos: http://www.universocrowdfunding.com/fundraising-crowdfunding-social/
Gracias por el aporte, Ana! Es probable que le dedique un post también al crowfunding…
Saludos!