Hasta hace no demasiado tiempo, la archivística ocupaba un lugar secundario dentro de las Ciencias de la Documentación. Pero los archivos han cambiado, y también su relación con la sociedad y sus formas de difundir sus fondos hacia ella. Todo esto y mucho más se aborda a lo largo de esta entrevista.
Pablo Sánchez Ferro (Madrid, 1973), es Técnico Superior del Cuerpo Facultativo de Archiveros de la Xunta de Galicia. También es docente de la Escuela Gallega de la Administración Pública, miembro de la Comisión Interna de Garantía de Calidad del Grado de Geografía e Historia de la Universidad de Vigo y preside la Asociación Profesional de Archiveros de la Xunta de Galicia. Entre sus publicaciones están la coordinación de la Guía del Archivo Histórico Provincial de Ourense; Entre liñas. Unha ollada á historia da cultura escrita en Galicia. Da Idade Antiga ao século XVIII; Catálogo do fondo antigo da biblioteca de Ramón Otero Pedrayo; Catálogo das publicacións seriadas da biblioteca de Ramón Otero Pedrayo y Técnicas elementais de arquivo para xestores das administracións públicas.
En primer lugar, agradecerte, Pablo el haber aceptado esta entrevista y compartir tu visión. Nos gustaría que hicieras una breve presentación del archivo que diriges a los lectores de Biblogtecarios.
El centro que dirijo es el Archivo Histórico Provincial de Ourense. Fue creado tras diversas vicisitudes en el año 1943, en cumplimiento del Decreto de 12 de noviembre de 1931 de creación de los archivos históricos provinciales. Es un archivo público de titularidad estatal y gestión autonómica por parte de la Xunta de Galicia desde 1989. Está emplazado en el antiguo Palacio de los Obispos de Ourense (un edificio emblemático de la arquitectura civil medieval española), pero espera trasladarse, por necesidades imperiosas de espacio, al Convento de San Francisco de la ciudad (otro edificio de importante significación histórica). Custodia más de doscientos fondos tanto públicos como privados (estos destacan por su riqueza); abarcando un espectro cronológico muy amplio que va desde el siglo XI, con presencia de pergaminos monásticos, hasta la fecha actual, en la que se producen documentos administrativos. Cumple funciones de archivo histórico e intermedio, dando servicio a la propia administración y a los ciudadanos que recaban información para el ejercicio y salvaguarda de sus derechos, así como a la investigación y a la difusión culturales.
En tus años de ejercicio profesional, ¿cuáles dirías que han sido los grandes cambios en la gestión archivística?
El principal de todos es la normalización de los procesos técnicos, especialmente de la descripción archivística por impulso del Consejo Internacional de Archivos con la aprobación en 1999 del estándar: la ISAD (G). Si bien en el Estado español carecemos aún de una norma consensuada por todos los actores implicados que sea de aplicación unívoca en todo el territorio. Hay diferentes propuestas que, en mi opinión, deberían converger pronto en una sola.
Por otro lado, la valoración documental sobresale entre las funciones de “nuevo cuño”. Es desde el punto de vista práctico algo muy reciente en nuestro país; pues el referente está en el año 2000, con la creación de la Comisión Superior Calificadora de Documentos Administrativos, adscrita al Ministerio de Cultura. La valoración permite “racionalizar” el destino y uso de la “producción documental” administrativa.
Otro aspecto muy relevante es la revolución digital y la implantación de la administración electrónica, pero su incidencia en los archivos de la administración pública aún es muy desigual y tenue. A pesar de esto, los avances son progresivos y constantes. Lo que ha tenido un avance notable es el uso de la tecnología digital en el ámbito de la difusión. Asistimos a un proceso cada vez más rico y complejo. Se ha avanzado mucho desde que en 1986 se firmase el acuerdo del proyecto de informatización del Archivo General de Indias hasta el desarrollo presente de portales como Europeana y PARES, que han puesto a disposición pública un gran número de descripciones y de documentos digitalizados.
En el caso de la Xunta de Galicia acaba de anunciarse la puesta en marcha del proyecto ARPAD, en el que se va a desarrollar el Sistema de Archivo Digital Integrado de la Xunta de Galicia, con el fin de crear la infraestructura necesaria para el desarrollo de la Administración y el archivo electrónico de la Xunta de Galicia; en concurrencia con otras administraciones del ámbito gallego y del norte de Portugal. Es un proyecto muy ambicioso en el que participa el Archivo Histórico Provincial.
En último término asistimos a una notable apertura en el ámbito de la difusión. Hay una dinámica de democratización de los archivos que está desarrollando unas potencialidades inherentes a los valores del patrimonio documental que estaban poco atendidas. Tanto el ocio culto del conjunto de la ciudadanía como la participación en los procesos educativos son dos caras, quizás las principales, de un prisma poliédrico que hasta el momento no se ha mostrado por completo. Teniendo en cuenta todo lo que comento, en mi opinión la Archivística está en un momento muy interesante de cambio, tanto desde el punto de vista científico como de su potencial social.
¿Han servido esos cambios para derribar los estereotipos acerca de la profesión de archivero? ¿Crees que persisten? Si es así, ¿por qué?
La pregunta parece que da por supuesto la existencia de una imagen estereotipada de los archiveros. Así que algo debe quedar. Supongo que nos referimos a la imagen un tanto decimonónica del “ratón de archivo”, por tomar prestada una expresión de nuestras primas las bibliotecas. Es muy probable que muchos de nuestros convecinos retraten al archivero de un modo análogo.Y es cierto que derivamos de un tipo de archivero erudito que se sepultaba en vida bajo pergaminos y papeles para exhumar el pasado desde la soledad investigadora.
Pero el archivero de hoy es un profesional más versátil, capaz de navegar no solo en el mundo erudito sino también en el de la gestión administrativa contemporánea, inmersa cada vez más en las nuevas tecnologías, así como de moverse, con cada vez más soltura, en el ámbito de la difusión cultural y de la pedagogía. Evidentemente el ritmo evolutivo no es igual para todos, pero esto no es algo exclusivo de nuestra profesión; pasa en todas.
La teoría biblioteconómica más clásica siempre ha hecho de la extensión y dinamización cultural uno de los puntos de diferenciación entre la biblioteca y el archivo. ¿Cuál crees que es la misión de un archivo en este sentido? Háblanos de experiencias de difusión que hayas inspirado, coordinado o conocido.
Efectivamente esa diferenciación ha existido y aún existe entre la biblioteca y el archivo. Esto responde a la distinta naturaleza de estas instituciones y a una evolución histórica determinada, pero mayormente a un hecho clave: los archivos trabajan con un elemento, el documento, en esencia más complejo de difundir que los materiales bibliográficos.
En términos generales el documento de archivo requiere una mayor mediación de conocimientos que muchos libros, un tebeo o un gravado. La mayoría de los documentos de archivo carecen de valor estético, lo cual limita el “goce” directo por mediación de la percepción visual del mismo. Es necesario, por lo tanto, dotarlos de un contexto que los explique. Es poco frecuente el documento visualmente atractivo, al estilo de una ejecutoria de hidalguía.
Pero creo que a pesar de esas “limitaciones” existen suficientes elementos como para “vender el atractivo del documento”. Hay que aprovechar, en primer lugar, aquellos que poseen valor estético y acompañarlos de otros que generen “contexto”. Por otra parte, hay que poner en valor otros elementos distintos del estético, como la unicidad, el hecho de que cada documento de archivo es único. Y finalmente hay que procurar que sea comprensible, adaptando el nivel del discurso a los distintos “usufructuarios” posibles. El reto está en lograr que el documento de archivo sea disfrutado por el conjunto de la sociedad y no por unos pocos. Aquí hemos de aprender de los museólogos y los bibliotecarios. Así como hemos de dialogar con las pautas pedagógicas.
Pero creo que estamos avanzando en la dinamización de los archivos. En ese sentido, y por referirme a alguna experiencia propia reciente, en el Archivo Histórico Provincial de Ourense hemos comprendido que el documento de archivo debe ser un elemento esencial en la defensa y fomento de la cultura expresados en los artículos 44.1 y 46 de nuestra Constitución.
A causa de eso estamos inmersos en un proyecto de difusión que nos parece modesto en los medios pero ambicioso en los fines. El punto de partida está en el año 2006 con la publicación de una hoja volandera bimensual, Fronda; que desde el año 2010 se edita en formato digital, por compromiso con el medioambiente y por ahorro en el gasto público. Se trata del comentario de un documento en su contexto de producción histórica: por ejemplo, recientemente ha salido un número destinado a comentar un plano de las minas de Casaio, en la zona de Valdeorras, en las que se extrajo durante la II Guerra Mundial volframio destinado a la industria armamentística de los nazis. El nivel del discurso de esta volandera está estudiado para ser accesible a un público muy amplio, sin que exija una necesaria formación académica, y sin renunciar al rigor científico deseable.
De esa volandera se han derivado otras iniciativas. En estos momentos estamos embarcados en la realización de una serie de cortometrajes divulgativos desde el punto de vista del contenido “científico” y con cierto revestimiento ficcional que los hace fácilmente “digeribles” y atractivos para un público muy amplio, de niños a mayores. Acabamos de presentar el primer capítulo de la serie As viaxes do Capitán Gardador, accesible en Youtube y desde nuestro Facebook. Con esta serie de vídeos de corta duración (aprox. 7-8 minutos) queremos mostrar amenamente la riqueza de los archivos y el valor del patrimonio documental como vía de conocimiento del pasado.
¿Cuál es el perfil de usuario que visita un Archivo histórico Provincial? ¿Ha cambiado mucho en los últimos años?
No hay un solo perfil de usuario que visite el archivo. Actualmente existe una compleja variedad. Hasta hace pocos años la visita al archivo era casi en exclusiva de investigadores académicos, esencialmente vinculados a la universidad: profesores, doctorandos y estudiantes que hacían pequeños trabajos para sus clases. Junto a este tipo de investigador que era conocedor de las fuentes documentales del pasado asistían al archivo colectivos y personas que precisaban algún antecedente documental (como estar al tanto del pago de un impuesto) para la salvaguarda o ejercicio de sus derechos.
Ahora cada vez es más frecuente contar con usuarios que sin una formación académica vinculada a la historia se acerque al archivo con el fin de conocer los orígenes y la evolución de su familia o algún aspecto relativo al pasado de la localidad en la que vive. Así como también nos visitan alumnos de enseñanzas secundarias, universitarias, colectivos asociativos y personas para conocer nuestro funcionamiento y riqueza documental. Tenemos, pues, cada vez más una tipología variada de usuarios, lo que enriquece notablemente el funcionamiento de la institución, abriendo horizontes de conocimiento y de participación social cada vez más amplios.
¿Cuáles son a tu juicio los problemas /dificultades de esta tipología de archivos?
Pienso que más que problemas o dificultades debemos de hablar de retos. El principal es adaptarnos a ese variado espectro de usuarios potenciales del archivo. Hemos de dinamizar nuestra labor. Hay que buscar esa grata universalización del patrimonio documental. Por lo que necesitamos potenciar la “oferta digital” y el uso de las nuevas tecnologías y de las redes sociales. En ese sentido, nuestro archivo está abriendo un canal propio de vídeos y una plataforma de comunicación que esperamos sean útiles para nuestra imbricación y compromiso con la sociedad.
¿Cómo está afectando la actual crisis a los archivos? ¿La notáis más en una ciudad pequeña, como Ourense?
La coyuntura de crisis está afectando de un modo significativo a los archivos públicos, que son los que mejor conozco. Supongo que en términos generales la crisis está afectando a todos los archivos por igual, en proporción a la relevancia que posean. Las partidas presupuestarias son exiguas, por lo que hay que centrarse más en el día a día y menos en los grandes proyectos con alto coste.
Pero la coyuntura “negativa” tiene sus aspectos positivos. La necesidad impulsa a la creatividad. Las crisis son momentos magníficos para “reinventarse”. Nosotros estamos buscando vías de acción con coste cero o mínimo, como Fronda o los cortometrajes. La crisis ha tenido además una virtud, a saber: ha “obligado” a buscar líneas y vías de acción cooperativas entre los archivos para repartir los gastos y los esfuerzos, para alcanzar logros compartidos, especialmente en lo que atañe a la divulgación.
¿Cuál es la sensibilidad de la Administración (en este caso la Xunta de Galicia) hacia las cuestiones que planteáis los directores de archivo? Si consideras que hay aspectos urgentes o acuciantes respecto a los Archivos Históricos en Galicia, ¿cuáles serían?
La Administración de la Xunta es sensible con nuestras necesidades y muestra compromiso respecto las cuestiones que le planteamos. El problema es que el contexto actual no propicia las inversiones que serían necesarias para que los archivos puedan desarrollarse como convendría.
Creo que es imperioso cubrir las necesidades de infraestructuras que los archivos históricos poseen. Actualmente el Sistema de Archivos de la Xunta de Galicia no puede funcionar con normalidad por carencias que deben solventarse cuanto antes. Necesitamos principalmente depósitos más amplios en los que dar cobijo a un volumen de documentación administrativa considerable que está disperso en las dependencias públicas de modo un tanto incontrolado. Tanto el Ministerio de Cultura como la Xunta deberían alcanzar soluciones. La sensibilidad política existe, pero las carencias presupuestarias juegan en su contra. Aunque también es cierto que los archivos han sido siempre los “patitos feos” de las administraciones. Y soñamos con algún día convertirnos en cisnes.
En tu opinión, ¿cuáles son los principales retos que tiene por delante la gestión archivística actual?
En mi opinión cuatro son los retos que debe afrontar la gestión archivística actual. En primer lugar, está la normalización consensuada de las descripciones archivísticas. En segundo lugar, la adaptación y participación en el diseño de la gestión documental en el ámbito de la administración electrónica. En tercer lugar está un desarrollo más efectivo y amplio de la valoración documental. Y finalmente, la apertura y mayor difusión del patrimonio documental a sectores más amplios de la población. Puede que para que estos retos se afronten correctamente sea necesaria una “reinvención” de la profesión. A mi entender, el futuro pasa por cierta especialización. Yo creo que debemos tender de algún modo al sistema estadounidense que distingue entre archives y records management.
Tengo la impresión de que de hecho existen ya, aunque no de forma pura, dos vectores profesionales: uno vinculado al documento como valor cultural y otro al documento como valor de gestión administrativa. Estos vectores parten de un núcleo común, y confluyen en muchos aspectos, pero en otros muestran dinámicas distintas que exigen una mayor especialización. Creo que con ella se alcanzarían mayores objetivos. Evidentemente esta especialización no implica un divorcio sino un diálogo.
Nos gustaría cerrar esta entrevista con tus deseos a nivel profesional para 2014, ¿cuáles serían?
El principal es que los presupuestos destinados a los archivos no se vean reducidos más por causa de la crisis. Esperemos que la cultura no se vea afectada en demasía por los recortes. Mi otro deseo es que los archiveros seamos capaces de abrir más nuestros horizontes profesionales desde el punto de vista del compromiso social que tenemos con la defensa de los derechos de la ciudadanía y de la cultura. Sería bueno que pudiésemos incidir en los ámbitos de toma de decisión relativos a cuestiones tan importantes como el acceso a la documentación administrativa que permite el control de las actuaciones gubernamentales, la administración electrónica, la investigación científica y la divulgación cultural. En definitiva, mi deseo es que los archiveros podamos aumentar nuestro peso específico en el conjunto de la sociedad.