Parece innegable que la biblioteca de hoy tiene que cautivar a sus usuarios si quiere competir con un entorno saturado de (apetecibles) alternativas. Esto se convierte en exigencia cuando hablamos de los usuarios menudos, los más peques de la casa. ¿Cuántas veces hemos oído hablar de la necesidad de enganchar a la lectura a nuestros niños y niñas?. Pues bien, el estudio de arquitectura Playoffice lo ha hecho realidad de modo literal, diseñando una red de lectura.
Sí, habéis leído bien. Una amplia red suspendida que puede colocarse a media altura, enmarcada por unas barandillas de madera que la convierten en un espacio seguro, mientras los padres o el personal responsable pueden observar y vigilar desde abajo. Gracias a este diseño, los niñ@s pueden entrar en lo que el estudio denomina “un segundo nivel de lectura”, en un espacio interactivo para jugar, compartir y leer como más les plazca (sentados, tumbados, boca arriba, boca abajo…). Las fotos (que por cierto, proceden de Desingboom), lo dicen todo.
El manifiesto del estudio que ha desarrollado esta idea es muy revelador de su filosofía creativa: «Se permite pintar en las paredes / Salir por la ventana, / Nadar en la bañera / Meter en casa a una rana. / Se permite gatear debajo de la mesa, / En un árbol comer / Pintar en las paredes / Y en el pasillo, correr / Se permite trepar por los muebles, / Dormir en el jardín, / Espiar por un agujero / Ser un poco pillín. / Se permite deslizarse por las barandillas, / En las camas saltar / Patinar en el salón, / Se permite jugar”. Así, una biblioteca puede convertirse en un auténtico laboratorio de aprendizaje. Desde luego, una alternativa cuando menos curiosa, y que seguro que podría ser muy útil para crear niveles en salas de lectura de dimensiones medias o más bien pequeñas. ¿A que entran ganas de probarla? 😉
P.D. Gracias a mi amiga Montserrat, ingeniera devota de la arquitectura creativa, por inspirarme este post