Contra la crisis, lectura (s)

Lecturas anticrisisLa crisis vive con nosotr@s desde hace ya un tiempo. Nos rodea como el aire, invade espacios insopechados de nuestras vidas. Pero, ¿conocemos realmente el significado de esta palabra que ya tiene carta de naturaleza en cualquier esfera informativa?. Proviene del término griego «κρίσις» (léase krisis) que puede significar «separar» o también «decidir». Hace referencia a algo que se rompe, funciona mal, o entra en cambio profundo y a veces, violento. Una crisis obliga a analizar. De ahí derivan términos relacionados como crítica (análisis o estudio profundo de algo para emitir un juicio) y criterio (razonamiento adecuado). Y aquí, respetad@s lectores, es a donde yo quería llegar. La crisis también abre inéditas rendijas de esperanza a las bibliotecas, porque la crisis nos está haciendo leer más.

Si toda crisis nos fuerza a la reflexión, es lógico que necesitemos materiales sobre los que reflexionar. Este post surge al hilo de un reportaje sobre un aluvión de textos de divulgación económica, la materia estrella entre las preferencias de lectura de muchos ciudadanos. La gente quiere saber qué pasa, y por eso ahora compra o consulta libros que hace unos años eran reducto de profesionales. profesores universitarios o inversores de bolsa. Títulos con intenciones divulgativas como «La crisis explicada a sus víctimas», éxitos de ventas como «La crisis ninja», periodistas financieros antes confinados a las páginas salmón que dan el salto al gran público como Íñigo de Barrón con «El hundimiento de la banca» o recopilatorios gráficos de humor (negro) como «Viñetas para una crisis» de Andrés Rábago El Roto, dan fe de ello. La temática económica compite con variados fenómenos literarios en los escaparates de las librerías de nuestras ciudades. La crisis genera best-sellers, y va más allá de una simple moda. Incluso ha propiciado la reedición de clásicos de la teoría económica (como Schumpeter) que solo podían encontrarse ya en el extranjero… o en una biblioteca. A pesar de los malos tiempos que corren, y de las alertas que han encendido notables literatos como Javier Marías al rechazar el Premio Nacional de Narrativa, las bibliotecas resisten. Resisten gracias a sus profesionales, y gracias también a sus usuarios. Resisten porque seguimos necesitando saber. He aquí unas breves pinceladas de por qué la crisis puede insuflar nueva vida a las bibliotecas:

  • Las bibliotecas no son simples almacenes del saber. Son el reflejo de una época, y de cómo el progreso nos ha convertido en lo que hoy somos (para bien, y para mal).
  • La necesidad de revisar lecturas, o de redescubrir autores, otorga un valor insospechado a los fondos de las bibliotecas. Libros que hace pocos años apenas se prestaban, vuelven a ser demandados. Una forma rápida y barata de acceder a esas ansiadas respuestas, está en la biblioteca: garantiza información sólida y fiable, de hoy y de siempre.
  • La demanda de materiales agotados vuelve a poner de manifiesto la importancia de la selección y adquisición en el proceso de gestión de las colecciones. Si el / la profesional ha hecho bien su trabajo, los títulos de contenido atemporal seguirán siendo útiles. La biblioteca es a veces el único lugar donde acceder a ellos, al menos mientras las editoriales deciden si merece la pena la reedición. El imperativo de estar permanentemente actualizados, no debe hacernos perder de vista la necesidad de contar también con la debida perspectiva.
  • La búsqueda de trabajo depende hoy más que nunca de Internet. Para much@s usuari@s que han visto mermado su poder adquisitivo, la conexión doméstica tiene ya la categoría de lujo y utilizan las bibliotecas para ésta y otras muchas tareas imprescindibles.
  • Vivimos cada vez más conectados, y los servicios bibliotecarios se han diversificado. La biblioteca cambia con sus usuarios, con su tiempo y con la información que cada época genera. Esa capacidad de adaptación le permite aportar siempre valor a las necesidades informativas. Por eso, como los clásicos, sobrevive.
  • Las bibliotecas son hoy también lugares de sociabilidad y tienen una función social ineludible. Así, su acción en contextos de recesión como el actual, va mucho más allá de la meramente informativa. Abarca aspectos como la inclusión social, la formación a lo largo de la vida, el reciclaje profesional…

Al fin y al cabo, la tecnología no parece habernos cambiado tanto. Cambian las formas, los cauces, las vías, pero no las preguntas fundamentales que el ser humano se hace: ¿qué está pasando? ¿cómo hemos llegado hasta aquí?. Las bibliotecas y la lectura son un buen antídoto contra la crisis, porque siempre vamos a necesitar respuestas. Así que ya sabéis: salud… y lectura(s) anticrisis.

Laura Novelle

Documentalista, consultora, formadora e investigadora. Licenciada en Historia y Especialista en Gestión documental. He ejercido como docente en universidad pública y como documentalista (tanto en centros públicos como privados). Nací con discapacidad, por eso en este blog encontraréis aspectos relacionados con la accesibilidad, pero también sobre el libro y las bibliotecas, el proceso de edición, las fuentes de información y en general, sobre todas las implicaciones sociales de esta maravillosa profesión.

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