3 remedios eficaces de las bibliotecas contra el plagio

Es un honor y una alegría volver a casa. Y no se me ocurre mejor forma de hacerlo que a través de los temas que más he tratado a lo largo de estos años: la ALFIN y la lucha contra el plagio. Copiar sin citar es una práctica deshonesta y un delito. Precisamente el exceso de información, una característica propia de nuestro tiempo, ha derivado en un aumento de las malas prácticas que observo ahora como docente en la universidad, bien por desconocimiento, por falta de tiempo o por deseo de acortar las tareas. Las bibliotecas universitarias tienen también una importante misión para atajar el fenómeno. 

Ya he dejado escrito en BiblogTecarios que no soy fan de los programas antiplagio como antídotos contra este problema, si bien entiendo que son una herramienta de cierta utilidad. Pero solo actúan sobre las consecuencias, no atajan desde la raíz y por tanto, poco pueden hacer para erradicarlo. El plagio, como los virus, infecta por multiplicación. ¿Qué puede hacer una biblioteca universitaria? Vamos a verlo.  

Formarse para informarse

Tendemos a pensar que los llamados nativos digitales saben informarse mejor solo porque conocen los medios técnicos y esto está lejos de ser real. Conocer todas las piezas de un coche no te permite conducir uno, del mismo modo que saber de memoria todas las partes del cuerpo no te convierte en cirujano. Están acostumbrados a usar dispositivos y a picotear en todas partes sin profundizar en nada, lo cual dificulta la necesaria reflexión que precede a la elaboración intelectual. Falta formación y crítica en el tratamiento de la información. “No todo está en la Wikipedia” o su variante “Google no lo sabe todo”. Cuando empiezo mis clases con alguna de estas frases, mis estudiantes de primer curso me miran con estupefacción. La información científica se nutre sobre todo del contraste con diversas fuentes. La biblioteca es el lugar donde encontrar información fiable por excelencia. Esto es de sobra conocido por  los estudiantes, pero no siempre utilizan bien los recursos que tienen a su disposición. Me doy cuenta de ello cuando les hablo de los operadores booleanos, de Zotero, de las bases de datos que pueden usar incluso en remoto conectándose al proxy de la universidad. Merece la pena dedicar tiempo en exclusiva a enseñarles cómo y dónde buscar, porque se les abren las puertas a un mundo a menudo poco explotado por los miembros más jóvenes de la comunidad universitaria.

Descubrir el ecosistema-biblioteca

 

 

Investigar no es algo innato y necesita entrenamiento, igual que montar en bici o hacer bien la tortilla de patatas. “La biblioteca no es un supermercado, sino un ecosistema” es otra de mis frases que suele dejar ojipláticos a mis estudiantes. Además de llevarse material a casa, en la biblioteca también se pueden aprender contenidos que no se dan en las clases por falta de tiempo, prisas… o simplemente porque nadie lo considera su función (aquí 10 consejos muy aprovechables). Entiendo que pueda resultar farragoso, pero alguien debe hacerlo, especialmente en los primeros cursos. Yo  doy talleres de búsqueda de información antes de los trabajos obligatorios que mando a mis estudiantes, pero reconozco que preparar nociones básicas de ALFIN siendo docente de cualquier materia no es fácil. Iniciativas como este curso para estudiantes de TFG que imparto en la UVIGO van por ese camino. Tras dos años de experiencia, los resultados son muy alentadores y hay lista de espera. En general, los estudiantes valoran mucho el enfoque práctico y los vídeos, que les permiten aplicar lo aprendido desde el primer minuto con sus TFG o TFM. Existe una demanda de formación adaptada a las necesidades del alumnado y cuando se le proporciona (contenido aplicable, atractivo, disponibilidad para ir estudiando a su ritmo) se sienten mucho más seguros.   

Comunidad, responsabilidad, conocimiento   

La ética científica también se inculca, igual que los buenos modales en la mesa. Mal forma de empezar poniéndoles delante un tipo de trabajo que no se parece a ningún otro anterior. En lugar de insistir en lo que no deben hacer, hay que darles ejemplos de lo que es conveniente. “Si copias un acierto, incluyes cien errores” es otra frase que repito mucho y sorprende a mi alumnado. La experiencia me ha enseñado que muchos estudiantes plagian por sacarse de encima un marrón o porque ignoran la finalidad de sus trabajos. Explicarles con detalle qué se espera que hagan y sobre todo, la manera en que un TFG les será útil en su vida laboral puede ayudar mucho. Tienen que encontrar sentido a lo que hacen, porque el filtro afectivo condiciona cualquier aprendizaje y necesitamos motivación para persistir. Llenar páginas a cualquier precio no aporta nada: hasta un niño podría hacerlo. Es imprescindible que las bibliotecas colaboren en la creación y difusión de conocimiento explicando la diferencia entre éste y la simple información. Es decir, las bibliotecas deben reforzar el sentido de comunidad y la responsabilidad colectiva.   

 

¡Gracias, Laura, por volver a tu casa y celebrar estos 10 Años de BiblogTecarios!

 

Fuente foto: Pexels

Laura Novelle

Documentalista, consultora, formadora e investigadora. Licenciada en Historia y Especialista en Gestión documental. He ejercido como docente en universidad pública y como documentalista (tanto en centros públicos como privados). Nací con discapacidad, por eso en este blog encontraréis aspectos relacionados con la accesibilidad, pero también sobre el libro y las bibliotecas, el proceso de edición, las fuentes de información y en general, sobre todas las implicaciones sociales de esta maravillosa profesión.

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