Según datos del Anuario AC/E de Cultura Digital de 2014, en la actualidad y aunque a veces no seamos conscientes de ello, la capacidad de compartir toda experiencia cotidiana a través de los dispositivos móviles y las redes sociales ha propiciado nuevas formas de consumo cultural. Parece que ya no es suficiente con vivir la experiencia, si no se dice en tiempo real que se está viviendo y decirlo no sólo a conocidos. Es ya habitual ver un hashtag en un programa de televisión y participar con un comentario en redes.
Isaac Mao habla del término sharism o arte de compartir para referirse a la cultura participativa cómo un estado mental que nos empuja a compartir conocimiento, a través de una propiedad innata de nuestro cerebro, siempre dispuesta a establecer relaciones neuronales y a participar de procesos creativos:
Cuanto más abiertas y fuertemente conectadas estén nuestras neuronas, mejor será el entorno colaborativo para todo el mundo. Cuanto más colectiva sea nuestra inteligencia, más inteligentes serán nuestras acciones. La gente siempre ha encontrado las mejores soluciones a través de las conversaciones. Ahora podemos conectarlas todas online.
No cabe duda de que las redes sociales sirven y de mucho a la cultura, no sólo para crear, financiar, impulsar, etc. Tanto es así que teatros, museos, librerías, bibliotecas o galerías de arte no han permanecido ajenos en la manera en que las personas buscan y encuentran todo tipo de contenidos culturales, información y ocio. Cuestión que se trató en las jornadas Las Redes sociales como difusoras de cultura, promovidas por el Instituto alicantino de cultura Juan Gil-Albert. Allí de la mano de los diversos ponentes se mencionaron algunos ejemplos:
En los museos normalmente te impiden hacer fotografías pero existen experiencias como el Moma de Nueva York, el Louvre de París o el Thyssen de Madrid, en el que se invita a hacerlo y la razón es que estimula a los seguidores a interesarse por este museo. Pero el Museo de Ciencia e Industria de Chicago organizó un concurso promovido en Youtube para personas que quisieran vivir en el interior del museo 24 horas durante un mes. La ganadora Kate McGroaty, durante su estancia publicó blogs contando su experiencia.
Respecto al teatro, en EEUU existen asientos para quién desee tuitear durante la obra; se llaman los twitter friendly seats. Uso de ello hizo la ópera de Palm Beach, acercándose a un público más joven.
La Pinacoteca de Sao Paulo, al cerrar toda una planta para cambiar la exposición permanente, permitió a sus seguidores de facebook mediante un gato robot observar el trabajo que se estaba realizando.
En México tuvieron una iniciativa las librerías Gandhi, con el lema: «Sí tú límite de lectura son 140 caracteres. Te vamos a hacer leer» y lanzaron el Principito a través de Twitter, creando para ello cuentas y avatares para los 13 personajes.
Existen también aplicaciones para tablets o móvil que tienen como finalidad acercar la poesía Poética 2.0 o leer escuchando Literaudio.
Por otro lado, debemos mencionar plataformas como Verkami, Goteo, Lanzanos, Tahona cultural y Kickstarter, portales de crowdfunding o mecenazgo de proyectos.
Finalmente, sólo cabe decir: comparte, disfruta y consume cultura 😉