Cada vez existen más lugares sorprendentes donde surgen pequeñas “bibliotecas” (aunque casi mejor llamarlas estanterías de libros) en la calle y donde cualquier persona puede coger un libro, leerlo y luego devolverlo o quedárselo para siempre (o por algún tiempo indefinido). Son colecciones de libros sin ningún control de préstamo ni de uso y que funcionan al más puro estilo del bookcrossing.
Así nos podemos encontrar con libros en cabinas de teléfono, dentro de árboles (sí, has leído bien) o en mobiliario diseñado para tal acción. Estás acciones surgen, sobre todo, por iniciativas ligadas al mundo del diseño, la arquitectura y el libro y que ven los espacios públicos como lugares idóneos para acercar la literatura y la lectura a los ciudadanos.
En Nueva York existen estanterías de libros en cabinas de teléfono y cuyo objetivo es la reutilización del mobiliario urbano y a su vez incentivar la lectura entre los ciudadanos de la ciudad.
Otro ejemplo lo encontramos en el árbol biblioteca en Berlín, cuya iniciativa lleva el nombre de Forest Books. Dicha iniciativa promovía la cooperación interdisciplinar entre distintos sectores, profesiones y ciencias, como son la silvicultura, carpintería o la impresión y venta de libros.
Luego tendríamos a las ya conocidas pequeñas bibliotecas ubicadas a las puertas de viviendas, tiendas u organizaciones. No son más que cajas (eso sí, con estilo) de libros creadas como lugar de reunión donde los vecinos comparten su literatura y cuya misión es la promoción de la alfabetización y la lectura a través del intercambio de libros y la construcción de sentido de comunidad.
Y para terminar otra iniciativa, esta vez llevada a cabo por dos jóvenes arquitectos griegos, que crearon muebles repletos de libros y que situaron por distintos puntos de la ciudad a disposición de todos los ciudadanos interesados en coger algún libro.
Como se puede ver son varios los agentes involucrados en dichas acciones (diseñadores, editores, impresores, libreros, comunidades de vecinos, arquitectos…) que apuestan fuerte por llevar los libros allí donde esté el ciudadano con la finalidad de acercar la lectura a estos (e incluso para crear comunidad).
Ahora bien… ¿Conoces más lugares sorprendentes? ¿En qué lugar de tu ciudad montarías este tipo de bibliotecas o estanterías para tener un mayor impacto?
En Brasilia existía un proyecto parecido en las paradas de autobus de la mano de una asociación cultural que lideraba un carnidero (que tenía la única carnicería-biblioteca, que yo conozca).
Muchas gracias por la referencia… veo que en Israel también han hecho lo mismo… 🙂 http://israel21c.org/culture/bus-stop-books-israels-newest-public-library/