El soft power de las bibliotecas

La diplomacia pública, llamada por muchos diplomacia contemporánea, constituye una parte vital del esfuerzo de los estados por entenderse entre si y por promocionar su imagen y su política exterior, fundamentalmente a partir de los cambios ocurridos en la sociedad internacional durante el siglo XX.
La extensión de la diplomacia pública al menos engloba programas educativos de información y cultura, con el último fin de influir positivamente en la imagen y percepción de un país en el exterior. Generalmente los programas de diplomacia cultural son lo más exitosos, visibles, mantenidos e interactivos, de las agendas de las embajadas, agregadurías o centros.

En esta reflexión se expone el poder de las bibliotecas, de los servicios bibliotecarios (tradicionales y online) de entidad española ubicados en el exterior, como parte integrante de la diplomacia cultural, del soft power como llama Nye.
En el caso español, en la materia que se maneja, nuestras más conocidas embajadoras culturales, son las bibliotecas pertenecientes al Instituto Cervantes y las dependientes de la AECID ubicadas en los Centros Culturales y de Formación. En total, estamos presentes en más de 80 países.
Pero no somos los únicos, otros países apuestan por el valor de las bibliotecas como parte fundamental de las relaciones internacionales como por ejemplo: la Alianza Francesa, que dispone de más de mil centros en el exterior y cientos de bibliotecas, el Goethe, el Instituto Camões, el Instituto Italiano di Cultura, el British Council, etc.
No cabe duda de que los espacios físicos, esas salas y centros bibliotecarios luminosos, acogedores, calidos, afables y estratégicamente ubicados en muchas de las ciudades, generan un gran valor cultural y social allá donde se sitúan. Promoviendo el uso y aprendizaje de la lengua española, ofreciendo servicios de información, de cultura, colaborando con las autoridades y centros locales, etc.
Con el fin de que los centros bibliotecarios en el exterior refuercen esa parte del puzzle de la diplomacia cultural, es necesario manifestar una estructura que regule los esfuerzos con el fin de maximizar efectividad en el mensaje. Para ello, dos sugerencias decisivas:
En primer lugar, la disposición de una red completa de instituciones presentes en la totalidad de los países latinoamericanos y europeos y los ribereños del mediterráneo, así como presencia en Asia, Oceanía y Oriente Próximo, no garantiza que los servicios bibliotecarios sean efectivos. Es necesario construir relaciones de larga duración entre las diferentes culturas.
Al disponer de dos claras instituciones que apuestan por las bibliotecas, la Aecid y el Instituto Cervantes, sería necesario unificar estrategias, servicios y estructuras, con el fin de evitar duplicidades económicas y profesionales y buscar entre otros objetivos una unidad de institución española. Con el fin de erigir un armazón capaz de potenciar el efecto de la diplomacia española.
Por otro lado, es necesario que los centros apuesten e incrementen el uso de las nuevas tendencias tecnológicas. Los espacios deben incrementar su protagonismo en los servicios virtuales, en la socialización y colaboración constructiva entre usuarios y centros. Es necesario aprovechar la posibilidad de acceder a múltiples servicios y materiales solo con estar conectado a Internet.
En definitiva, una estructura bibliotecaria en el exterior bien definida, que apueste y despliegue iniciativas 2.0 de calidad, creará valor tanto para los usuarios como para la marca de España.

Juan José Prieto

En este apartado podréis seguir interesantes artículos y comentarios sobre dos áreas. Por un lado sobre la Web 2.0 y por otro lado lo concerniente a la seguridad del patrimonio bibliográfico, de la información y de las propias instituciones que lo custodian.

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