Hace poco leía una noticia sobre el II Plan de Lectura de Castilla y León, en el que me llamaba la atención esta frase:
se contempla incidir en actuaciones formativas que renueven y actualicen el perfil profesional del bibliotecario desde el reconocimiento de que la realidad de los servicios bibliotecarios necesita «perfiles híbridos» con funciones y competencias que «en muchas ocasiones» van más allá de la disciplina de Información y Documentación.
Se habla de incidir en actuaciones formativas debido a que hay cierta formación no recibida durante la titulación universitaria y, al margen de lo mejorables o no que puedan ser los planes de estudio, me pregunto ¿habrá titulados en Información y Documentación de las promociones de los últimos 10 años que hayan tenido la posibilidad de trabajar como bibliotecarios de manera estable?
De un tiempo a esta parte, tanto en encuentros, jornadas como en artículos, es fácil escuchar o leer cosas sobre la necesidad de reinvención del bibliotecario, sobre los nuevos perfiles bibliotecarios, sobre la necesidad de que el bibliotecario se adapte a una profesión en constante cambio etc.
Existe una gran autocrítica en relación al tema, una continua flagelación de que “no hemos sabido adaptarnos”, “nos hemos sabido estar preparados ante las necesidades de los nuevos usuarios”… En cambio, ni una sola vez he escuchado una mínima referencia a que desde que comenzó la crisis allá por 2007/08 la contratación de bibliotecarios ha sido prácticamente nula y, en su mayoría, los pocos profesionales que han tenido la oportunidad de trabajar en las bibliotecas lo han hecho en prácticas como becarios o con contratos temporales, con lo cual su capacidad de tomar decisiones o de traer un aire nuevo a las bibliotecas ha sido más que limitado.
Un ejemplo claro y visual del poco peso que tienen los más jóvenes en el mundo de las bibliotecas actualmente lo he podido ver en los diversos encuentros y jornadas bibliotecarias a los que he tenido la fortuna de asistir en el último año, y es que, salvando el gran número de becarios asistentes y la presencia de algunos empleados de empresas relacionadas con el mundo de las bibliotecas, prácticamente el 100% de los asistentes eran nacidos con anterioridad a los años 80.
Está claro que es importante que los bibliotecarios más veteranos se adapten a las nuevas necesidades, se formen y actualicen, pero creo también que es más que necesaria la entrada de nuevos profesionales, gente que aporte ideas distintas, otra visión, una energía diferente y que pueda convivir con bibliotecarios más experimentados para que entre unos y otros se aporten en beneficio de ambos y en definitiva de los usuarios. Y hablando de estos últimos, también considero que sería positivo que las nuevas generaciones se vean reflejadas en el personal, y es que, de manera intrínseca, la relación con los usuarios más jóvenes, normalmente, siempre será más fácil y cercana, en cambio, en la actualidad, el salto generacional entre los profesionales de las bibliotecas y los nuevos usuarios es cada vez más grande.
AMEN!!!
¡Cuánta razón tienes!
Las bibliotecas públicas necesitan una regeneración de su personal. A mí, como recién graduado, ya no me vale la excusa de «no nos hemos sabido adaptar a los nuevos tiempos», y encima lo he escuchado cuando alguien joven y con ganas de hacer cosas por la biblioteca, le decían: «Eso es mucho trabajo, no vale la pena», «eso no va a triunfar» o «¿Que hagamos un Twitter a la Biblioteca, eso qué es?
Si las nuevas generaciones no empiezan a trabajar de seguido en las bibliotecas, éstas se convertirán en simples almacenes de libros. Pero, digo una cosa:
¿Cómo vamos a entrar los nuevos graduados en las bibliotecas públicas, si ya desde la carrera, los propios profesores nos animan a la empresa privada porque las biblioteca públicas ya no valen la pena?
Hola Javier,
Gracias por comentar. Lo cierto es que a veces uno no sabe muy bien, si es desde la carrera donde se abandona la salida de las bibliotecas o es desde la administración desde donde no quieren saber de la carrera.
Un ejemplo lo tenemos con las recientes oposiciones de la Biblioteca Nacional, se echa en falta que desde la cabecera de las bibliotecas españolas, cuando llegan las oposiciones, no exista ni un mínimo guiño a la titulación, ya sea en forma de concurso o pidiendo la carrera para poder opositar.
Lo ideal sería que la BNE se reuniera con las facultades, y en éstas, se adaptara algo el plan de estudios para un tipo de profesional con la cualificación que quiere la BNE y a cambio esta hiciera uno de los guiños que antes comentaba. Desde mi punto de vista, sería un gran paso para la profesionalización de las bibliotecas.
No me extiendo más, un saludo! 🙂
Partes del hecho de que los y las profesionales de la Biblioteconomía nacidos antes de los 80 no tenemos energía, ni una visión diferente del ámbito bibliotecario que los más veteranos, ni sabemos como afrontar el salto generacional con los usuarios jóvenes,… Ummmm, será que algun@s somos más jóvenes de espíritu de lo que pone nuestro DNI! 😉
Hola Joaquina,
Lo primero, gracias por comentar y aportar tu visión. Para nada pienso que la gente más veterana no tenga energía, ni cosas que ofrecer, faltaría más! y si se entiende algo así con mi post, es que no me habré sabido expresar de la mejor manera. Lo que si pienso, es que se necesita que vaya entrando gente nueva, y si creo, que aunque solo sea por el simple hecho de la diferencia generacional, del plan de estudios realizado etc… es algo que traería una aire nuevo.
Por otro lado, no digo que esta gente nueva deba entrar para sustituir a nadie, solo a cubrir las plazas que se van quedando libres o las nuevas necesidades que puedan existir, de hecho en el post digo » convivir con bibliotecarios más experimentados para que entre unos y otros se aporten en beneficio de ambos» ya que creo que esa convivencia sería muy beneficioso para ambos…
Un saludo y viva los espíritus jóvenes! 🙂