El pasado mes de junio tuve el gusto de asistir a unas interesantes jornadas organizadas por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en la Casa del Lector de Madrid: Readmagine, la Semana de la Innovación Digital de la Lectura, los Libros y las Bibliotecas.
Entre todas las charlas que escuché, me llegó especialmente la participación de Víctor Renes, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio de San Fermín de Madrid. Víctor nos contaba entusiasmado cómo desde septiembre de 2015 las asociaciones vecinales de este barrio comenzaron el diseño colaborativo de las instalaciones de una nueva biblioteca junto con el Ayuntamiento de Madrid. Y no es para menos, pues en este barrio llevan luchando por una biblioteca municipal desde 1994, momento en el que decidieron abrir una en su asociación vecinal, hasta ahora gestionada de forma voluntaria por los vecinos con un fondo procedente de donaciones, que ha conseguido 13.000 libros y que cuenta con 1.500 usuarios, aproximadamente.
En esta era de animación a la lectura, de casi “empujar” al usuario para que cruce las puertas de la biblioteca, es emocionante escuchar cómo son demandadas por los propios usuarios, por estos vecinos que asocian el tener una biblioteca como un derecho crucial.
Víctor relataba cómo gestaron, de un modo colectivo entre vecinos, técnicos municipales de biblioteca y arquitectos, la idea de su biblioteca que tenía que ser:
- Un espacio singular, que recogiese todas las necesidades planteadas por los vecinos.
- Una biblioteca conectada a la cultura y a la vida del barrio.
- Una biblioteca «hablante«, con algunos espacios silenciosos y otros más bulliciosos. Los vecinos la conciben como un espacio de trabajo colaborativo, entendiendo los espacios públicos con lo social del barrio no como no un templo del silencio.
- Un espacio abierto. Una biblioteca no excluyente que invita a los libros, al estudio, a la diversidad, al foro, a la colaboración, al ensayo.
- Una entidad narradora de la historia del barrio, de las personas que la impulsaron y que la habitarán.
Esta biblioteca abrirá sus puertas en 2018 y tendrá cuatro niveles estructurados en función de las relaciones que se den entre los usuarios, usos y ruidos que ambos generen.
- Sótano – Zona ruidosa. Planteada para que se realicen ensayos, debates, conciertos y otras actividades más bulliciosas. Este espacio de reunión, han planteado que tendrá un horario y acceso distinto al de la propia biblioteca y una gestión vecinal.
- Planta baja – Zona de charla. Estará destinada a actividades culturales para los más pequeños, salas multimedia, sala de descanso, etc. Además, estará conectada con la “biblio-plaza”, un lugar abierto donde se podrá asistir al teatro, a proyecciones de cine de verano, juegos al aire libre, etc.
- Primera planta – Zona de los susurros. Acogerá los libros para préstamo, zonas de trabajo grupal, sala de formación, etc.
- Ático – Zona del silencio. Tendrá una gran sala de estudio silenciosa y una terraza verde y visitable de 230 metros cuadrados.
Como veis, será un espacio planteado por los vecinos, para cubrir las necesidades culturales que han acordado entre los diferentes perfiles que integran el barrio. Un barrio este de San Fermín que se ha reivindicado tradicionalmente con el eslogan de “Pan, trabajo y cultura”, entendiendo la cultura como pilar de desarrollo del barrio materializado en una biblioteca. No nos olvidemos que Madrid es uno de los municipios españoles con menos bibliotecas por habitante, así que felicidades por partida doble a estos vecinos luchadores.
Para finalizar el post, os animo a que compartáis iniciativas ciudadanas en la que los usuarios de las bibliotecas hayan participado en su diseño y funciones de un modo tan participativo. ¿Cuál es vuestra opinión sobre estos procesos colectivos?