París-Modiano. De la Ocupación a Mayo del 68

paris_modiano_2.jpgLa concesión del premio Nobel en 2014 a Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945) trajo a la luz de nuevo uno de los momentos del siglo XX más vergonzosos para Francia: el régimen neonazi de Vichy y la ocupación alemana del país durante la Segunda Guerra Mundial. Sus obras sobrias y precisas – descritas por los críticos como valientes – mantienen abierta la herida de lo que supuso el colaboracionismo de la población con el gobierno títere del Reich y la persecución de los judíos.

Fernando Castillo se sirve de la minuciosidad de las descripciones (casi cartográficas y nada embellecedoras) del contexto histórico en el que se enmarcan sus obras y los sutiles detalles autobiográficos a través de las evocaciones y los recuerdos para reconstruir el París de este período: sus edificios, calles y barrios; el ambiente cultural y bohemio; la falsa normalidad; los espacios sórdidos del mundo urbano; y, principalmente, sus habitantes.

De alguna manera esta obra es la continuación de Noche y Niebla en el París ocupado, que husmea en el hampa organizada, las bandas de traficantes, las redes de espionaje y contraespionaje y el mercado negro. Ahora sigue manifestando la doblez moral y la ambigüedad de la sociedad y las sombras, los claroscuros y las contradicciones de los supervivientes.

Crítica personal

El autor realiza una biografía de la urbe parisina a partir de un único libro, como bien resaltan los detractores del escritor, constituido por toda su bibliografía. Se pasean tanto Castillo como Modiano con mucha naturalidad por el universo conformado por personajes y personajillos, víctimas y verdugos, hampones y oportunistas, policías, torturadores, actores e intelectuales. Destaca el retrato del padre de Patrick, Albert, un judío que aprovecha sus contactos con el Nuevo Orden para medrar dentro de su difícil posición.

Es un ensayo denso por la multitud de vidas, historias y acontecimientos que se describen, fiel reflejo de lo caótico y tumultuoso de la época. Busca y encuentra gracias a una encomiable labor de documentación a las personas en las que se inspiró el autor para perfilar sus personajes.

Todo ello denuncia el alto porcentaje de colaboración de la población con el nazismo así como la virulenta depuración ejercida por los perseguidos tras la liberación –especialmente cruel con las mujeres- y la escasez y privaciones vividas en la posguerra en la que los norteamericanos sustituyen a los alemanes en la demanda y control de bienes.

También evidencia la búsqueda de identidad de Modiano a través de la recreación literaria del entorno de sus progenitores, la pasión por la ciudad en la que habita y sus espacios cotidianos: plazas, estaciones, cafés,… y como no, el interés por el mundo canalla, los hitos delictivos que preocuparon al país.

En conclusión, es un paseo delicioso por un París literario, imaginado, decadente, hipócrita, histórico y muy vivo en el que no se sabe muy bien quién es el protagonista: la ciudad, la historia, el literato o sus obras. Se puede disfrutar sin haber leído ninguna de las obras de Modiano –aunque invita a leer una tras otra- y es un buen aperitivo para una de las anteriores obras del autor: Noche y niebla en el París Ocupado. Traficantes, espías y mercado negro.

Sobre el autor

Fernando Castillo Cáceres (Madrid, 1953) es escritor, ensayista y comisario de exposiciones. Colaborador en revistas como Cuadernos Hispanoamericanos, es autor de libros como Capital aborrecida. La aversión hacia Madrid en la literatura y la sociedad, del 98 a la postguerra; Tintín-Hergé, una vida del siglo XX; Madrid y el Arte Nuevo. Vanguardia y arquitectura 1925-1936; Geografía Modiano y Noche y niebla en el París Ocupado. Traficantes, espías y mercado negro.

Referencia bibliográfica

Castillo, Fernando. París-Modiano, de la Ocupación a Mayo del 68. Madrid: Fórcola, 2015.

Para más información

Inma Herrero

Documentalista, lectora voraz, curiosa empedernida. Intento aprender algo nuevo cada día y me encantan los retos. Mis áreas de interés crecen porque no hay nada que me guste más que el mundo en el que habito.

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