Microaprendizaje, el futuro de la educación

En los últimos años se ha dado un cambio rápido en la educación y formación pues en una sola generación se ha pasado de los centros educativos tradicionales y presenciales al e-learning, el aprendizaje combinado y el aprendizaje continuo. Además, a medida que los contenidos evolucionan y crecen se ha ido perfilando el tipo de aprendizaje que se necesita. Cuando se quiere aprender sobre un tema nuevo del que se desconoce todo o cuando se está al principio de la vida académica o profesional se necesita entender el tema, dominar el entorno y contexto en el que se desarrolla. Es decir, se pone en marcha un macroaprendizaje en el que se adquieren nuevas habilidades, se obtiene nueva información y se hacen conexiones hasta llegar al nivel de experto en la materia. Una vez situados en esa posición se requiere una enseñanza más personalizada y puntual espaciada en el tiempo para mantenerse al día y subsanar carencias educativas. Es decir, un microaprendizaje que imparta pequeños segmentos de formación activos y frecuentes, como píldoras de información con las que adquirir poco a poco  habilidades y conocimientos mediante tecnologías flexibles (como cloud computing, smartphones, dispositivos wearable, sensores, y plataformas con arquitectura basada en Inteligencia Artificial) pensadas para ser utilizadas en el tiempo de descanso o mientras se viaja y a través de lecciones atractivas y visualmente muy potentes.

En la vida cotidiana todos hemos buscado en internet instrucciones para aprender a manejar una herramienta, arreglar algo en casa o descubrir cómo hacer algo con una determinada aplicación. También hemos escuchado podcasts, leído infografías, respondido a cuestionarios, visto vídeos en YouTube.

No obstante, existen diferentes teorías y versiones de lo que se puede considerar microaprendizaje dependiendo de los objetivos que se persigan o de las interpretaciones que se den en cuanto al tiempo invertido, forma de aprendizaje, proceso seguido o tipo de contenido.

Uno de los ejemplos más conocidos de microaprendizaje es Duolingo, un programa de aprendizaje de idiomas en dispositivos móviles cuyo contenido son lecciones cortas de entre 5 y 15 minutos en las que el estudiante escucha, habla y escribe.  Ofrece incentivos por objetivos conseguidos y cada cierto tiempo recuerda al estudiante que tiene que entrar en la aplicación y mejorar sus resultados.

Una plataforma de microaprendizaje bastante curiosa es Waitsuite, diseñada por un equipo de investigadores del Computer Science and Artificial Intelligence Laboratory (CSAIL) del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés), que permite aprender un idioma aprovechando los tiempos de espera hasta que se establece la conexión WiFi, llega un correo electrónico, se recibe la contestación de un mensaje en una aplicación de mensajería instantánea, llega el ascensor o se espera a que se cargue el teléfono móvil. De momento sigue en fase de desarrollo pero como adelanto se puede descargar WaitChatter, un complemento para Chrome que permite aprender vocabulario.

En 2016 la empresa estadounidense Wallmart para reducir el ratio de accidentes durante el proceso de carga y descarga de mercancías en sus instalaciones diseñó a través de la plataforma canadiense de microaprendizaje Axonify un juego al que sus empleados accedían durante sus turnos y en el que se les hacía durante unos minutos diferentes preguntas relativas a la prevención de riesgos y a la formación en seguridad. Gracias a la implantación de este método la empresa redujo en un 55% el número de incidentes  y sus empleados se sientieron más seguros en su entorno laboral.

Por otro lado, a través de la plataforma Glovo el grupo hotelero Intercontinental ha reducido el periodo de incorporación de nuevos trabajadores de cinco a dos semanas mediante el diseño de unidades de aprendizaje para la capacitación y bienvenida.

Con el microaprendizaje los estudiantes se implican más y avanzan más rápido pues aumenta la participación al requerir menos tiempo y ser más fáciles de encajar los cursos en la rutina diaria. Además se cubren necesidades de formación concretas mediante cursos diseñados ex profeso y bajo demanda. Por último se maximiza la retención del conocimiento pues la información es más fácilmente digerible, su contenido más alcanzable y el compromiso es mayor.

 

 

 

Inma Herrero

Documentalista, lectora voraz, curiosa empedernida. Intento aprender algo nuevo cada día y me encantan los retos. Mis áreas de interés crecen porque no hay nada que me guste más que el mundo en el que habito.

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