En los últimos dos años se ha hablado largo y tendido en el entorno de la biblioteconomía, la documentación y el periodismo sobre la curación de contenidos o content curation: modos, pasos, herramientas, estrategias,… En otros ámbitos académicos, sin embargo, la preocupación máxima es la falta de un espíritu crítico, de una interiorización de la revisión continua de lo que se presenta ante nuestros sentidos y de lo que se piensa. Ambas tendencias surgen del exceso de información que circula; la rapidez con la que se crea y difunde la misma; la ausencia total de filtros y de valoración de los verdaderos expertos en una materia; la profesionalización y la facilidad de manipulación de datos y medios; la imposibilidad de eliminación o neutralización de bulos, rumores, falsedades o simples errores de análisis o de evaluación.
Sirva como ejemplo la declaración en la presentación de Truth Teller en el 2013 del productor ejecutivo de la versión digital del Washington Post, Cory Haik:
“Los hechos están cada vezmás bajo ataque y las falsedades pueden encontrar su camino hacia una audiencia masiva de una forma cada vez más fácil e instantánea. De hecho, muchas están diseñadas para ello”
Y un extracto de la tesis doctoral de Dan Schultz, creador de Truth Goggles:
“Cuando las personas consumen información, lo que están haciendo son grandes esfuerzos para mantener su identidad: hay numerosas evidencias de que la gente consume información con motivaciones ideológicas. Esas motivaciones a menudo hacen que se aceptan o rechazan la información basándose en cuánto coincide con lo que ya creen […]. Pero la credibilidad engendra respeto, y respeto engendra una mentalidad abierta. Varios participantes en el estudio de usuarios de Truth Goggles comentaron que dotar al contenido de una capa de credibilidad les hizo estar más dispuestos a considerar perspectivas y mensajes que en otras circunstancias habrían ignorado por completo”
El abordaje para el hallazgo de una solución casi siempre se ha centrado en el análisis teórico de las causas y las consecuencias del problema. Sin embargo, a pesar de la escasez de planteamientos prácticos, algunas de las herramientas surgidas para discernir la veracidad y la pertinencia de la información – normalmente en el ámbito periodístico – aportan un rayo de esperanza.
El “pero” más importante es que todavía requieren de la intervención humana y de la buena disposición de colaboradores y entusiastas para alimentar y contrastar afirmaciones, declaraciones y datos. Le siguen las dificultades que plantean el procesamiento del lenguaje natural, la comprobación de los datos en tiempo real, el etiquetado de las declaraciones y la usabilidad de la aplicación.
Entre los ejemplos más destacados nos encontramos:
Truth Goggles es un software que surgió hace tres años en el MIT como parte de una tesis doctoral para la detección de mentiras de los políticos estadounidenses al comparar sus declaraciones en medios con un sistema denominado PolitiFact en el que periodistas del periódico Tampa Bay Times y otros medios asociados basándose en sus conocimientos y experiencia valoran como certero. Vídeo presentación de cómo funciona.
Sin embargo, a pesar de las expectativas generadas, hoy en día sólo existe una versión que posibilita crear anotaciones en un fragmento de contenido online, así como comentar las anotaciones realizadas por otros.
En esta línea ha surgido después Hypothe.is, proyecto respaldado financieramente por la Fundación Andrew W. Mellon.
Dos años después se lanzó Truth Teller, que dada la dificultad para el volcado de datos, se centró en las declaraciones de los políticos durante un tiempo determinado sobre un tema muy concreto. A pesar de ser un prototipo con una interfaz sencilla requiere complejas herramientas para la extracción de vídeo y audio y potentes procesadores de texto – que aunque utilizan complejos algoritmos todavía no son capaces de discernir el valor connotativo de la mayoría de las declaraciones -. Información sobre el proyecto.
Tener información, informarse y estar informado no son lo mismo, suponen un esfuerzo distinto y no tienen la misma validez. Antes acudíamos a las bibliotecas, ahora encendemos un dispositivo cualquiera. Si estás interesado por la información veraz y de calidad, ¿qué estás dispuesto a hacer para estar informado? Y como bibliotecario/documentalista/periodista/informador, ¿qué puedes hacer para que la gente se anime a ir más allá de lo primero que lee o se ajuste a su conveniencia?