Las bibliotecas también son víctimas en las guerras

books-2447391_1280Las bibliotecas son una víctima más de las contiendas bélicas, los fanatismos y los totalitarismos. Como instrumentos garantes del conocimiento, custodios de la memoria, la diversidad y la identidad cultural de los pueblos, y facilitadores del pensamiento crítico han sufrido ataques importantes a pesar de que en la Convención para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado y Reglamento para la aplicación de la Convención de la Haya (1954) se recoge que las partes intervinientes en un conflicto se comprometen a respetar los bienes culturales y no realizar actos hostiles contra ellos.

Siempre que hablamos de la destrucción de bibliotecas el primer ejemplo que viene a nuestra cabeza es la biblioteca de Alejandría, destruida en un incendio en el año 48 a.C. durante la guerra civil por la sucesión del trono de Egipto (no está claro ni el origen del incendio ni sus consecuencias exactas). Sin embargo, la destrucción de libros en grandes cantidades —voluntaria, no fruto de accidentes o desastres naturales—  durante enfrentamientos armados ha tenido sus hitos más significativos durante los siglos XX y XXI. La Primera Guerra Mundial supuso la pérdida de más de trescientos mil libros y mil manuscritos, que quedaron reducidos a cenizas, atesorados en la biblioteca de la Universidad de Lovaina (Bélgica). La universidad católica más antigua del mundo fue reconstruida pero tras la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial volvió a arder, llevándose el fuego 900.000 libros. En esta guerra la bibliotecas alemanas sufrieron una enorme devastación — por ejemplo, de la Biblioteca Estatal de Berlín (Staatsbibliothek) desaparecieron más de dos millones de ejemplares, medio millón en la Bilioteca de Baviera —. Tampoco se quedó atrás Polonia que perdió pasto de las llamas la Biblioteca Nacional de Varsovia, la Biblioteca de la Universidad de Varsovia, la Biblioteca Raczynsky, la Biblioteca de la Sociedad Científica de Varsovia y todos los volúmenes de la Biblioteca Talmúdica del Seminario Teológico Judío de Lublín. Dentro de esta destrucción son icónicas las imágenes de lectores buscando libros entre las ruinas de la biblioteca londinense de la Holland House.

Según la Convención de la Haya (1954), los ocupantes de un territorio deben proteger los bienes culturales que se encuentran en el mismo. Sin embargo, durante la guerra de Irak de 2003 la Biblioteca Nacional de Bagdad fue bombardeada tanto por el ejército británico como el estadounidense, que no pusieron coto al pillaje posterior de sus fondos (un millón de la biblioteca y 10 millones de documentos, algunos del periodo otomano, del Archivo General que compartía espacio).

Frente a los enemigos de los libros se han presentado férreos defensores como los bibliotecarios de la Biblioteca Nacional de España, que consiguieron salvar parte de sus fondos durante la guerra civil española; los ciudadanos de Sarajevo que se expusieron a los francotiradores para salvar lo que quedaba de la Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina en Sarajevo tras ser bombardeada en 1992 durante el conflicto de Yugolavia.

El último ejemplo de esta lucha contra la intransigencia se ha dado en Mosul. La organización no gubernamental Public Aid Organization (PAO) junto con un grupo de profesores universitarios intenta volver a poner en funcionamiento las bibliotecas universitarias que conformaban el servicio bibliotecario de la Universidad de Mosul con la ayuda de algunas universidades occidentales y una importante editorial de textos en árabe. Por otro lado, el bloguero iraquí Mosul Eye, que desde el anonimato ha relatado la barbarie asentada en la ciudad desde 2014, inició una campaña de solicitud de ayuda a la comunidad internacional y los antiguos estudiantes organizaron un festival solidario en las ruinas del edificio y en Bagdag eventos culturales a los que se podía acceder pagando con un libro.

Inma Herrero

Documentalista, lectora voraz, curiosa empedernida. Intento aprender algo nuevo cada día y me encantan los retos. Mis áreas de interés crecen porque no hay nada que me guste más que el mundo en el que habito.

5 respuestas a «Las bibliotecas también son víctimas en las guerras»

  1. Si dejas que yo ponga otro ejemplo, está la historia de Abdel Kader Haidara, bibliotecario de Tombuctú que salvó miles de documentos hace pocos años cuando el norte de Mali lo ocupó Al Qaeda. Hay un libro del periodista americano Joshua Hammer que explica su historia

  2. La verdad es que nunca me había detenido a pensar en la destrucción y pérdida que habían causado las guerras a la biblioteca universal (como me gusta referirme a los textos escritos que ha creado el hombre a lo largo de la historia) y de cómo se han perdido cantidades importantes de material, tanto literario como no literario… Es una pena… En mi país hay biblioteca muy bien dotadas, pero para nuestra desgracia, abandonadas por las personas. Felicidades por el artículo, muy interesante, un abrazo. Se han ganado un lector nuevo.

    1. Sí, es una pena tanto la pérdida de conocimiento y de acceso a él como el descenso del uso de las bibliotecas. Sin embargo, alegra ver como siempre hay personas que siguen inviertiendo tiempo, ánimo y energías en minimizar los daños. Bienvenido a la comunidad biblogtecaria. Saludos

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