Desde 2003 las redes sociales comienzan a obtener audiencias masivas y usarlas supone una nueva forma de relacionarse. La información que se obtiene de ellas se percibe como más auténtica que la procedente de un buscador pues se ha obtenido a través de amigos y conocidos (mucho se ha escrito sobre la superficialidad de las relaciones en estos medios pero inconscientemente se consideran de más confianza).
La finalidad en las redes sociales es facilitar y potenciar la interacción social y, por tanto, lo importante es la relación que mantienen sus usuarios con ellas. La necesidad de contacto y de comunicación es inherente a la naturaleza humana por lo que la participación, la velocidad, la sensación de estar informado en tiempo real junto con la expresión de autenticidad y la sensación de relevancia, transparencia y movilidad aumentan la pasión por su uso.
La ingente cantidad de datos que se suben a las redes sociales facilita el análisis social y contribuye con su estudio al mayor conocimiento de la sociedad en que vivimos, mejora y afina las campañas de marketing y sirve para el progreso de la propia red social con nuevas configuraciones y complementos. No obstante, estos nuevos medios y modos de expresión no carecen de peligros potenciales y ambigüedades.
Los perfiles de usuarios varían de unas redes sociales a otras pero tienen en común que es el medio de identificar a sus participantes y la gran cantidad de datos personales que acumulan y que conformen una especie de “identidad virtual” o “identidad digital” pues cuántos más datos mostramos más fácil es ser buscados por amigos o conocidos. Entre la información privada se pueden saber gustos, aficiones, entorno familiar, red de amigos, estado civil, orientación sexual, opiniones y tendencias políticas, nivel educativo, experiencia laboral, lugar de origen y domicilio, interacciones con otros usuarios, el tiempo de conexión, la dirección IP que usa (y, por tanto, su localización geográfica), los perfiles visitados, los mensajes recibidos y enviados, etc. Aunque según los parámetros de cada red y la configuración de las cuentas se pueden estableces niveles de privacidad y de exposición pública siempre hay que ser conscientes de que los motores de búsqueda permiten indexar los perfiles junto con la información de contacto y la red de amigos y que, aunque se elimine, parte de los datos van a permanecer en los sistemas de respaldo y esta información siempre puede ser utilizada por terceros.
En general, cualquiera puede registrarse en una red social sin un requisito previo. Al no existir de métodos de identificación y autenticación una persona puede darse de alta con el nombre de otra. El robo de identidad se puede realizar para calumniar a esa persona, dañar su reputación o sacar un beneficio. Entre los fakers (perfiles falsos) más famosos se encuentran Iñaki Gabilondo, Mariano Rajoy, Alejandro Sanz o Mario Vargas Llosas. Además no sólo se pueden piratear o suplantar personalidades sino también marcas o empresas. El problema se agrava cuando los motores de búsqueda indexan estos perfiles falsos y el enlace a los mismos aparece en los resultados dotándoles de una apariencia de autenticidad.
Las características comunes que comparten estos perfiles falsos son:
- Publican fotos llamativas y los datos de contacto son poco fiables: se muestran como personas de éxito que han asistido a centros educativos de élite, trabajan en grandes empresas o multinacionales y las fotografías siempre son de personas muy atractivas y espectaculares.
- Son poco activos, con miles de contactos y suelen ser de reciente creación. A veces, se comunican en varios idiomas, las frases están mal construidas y la información es reiterativa y repetitiva.
- No suelen tener contactos en común contigo.
- Hablan casi en exclusiva de un tema y no interactúan con amigos o familiares — ni siquiera los suelen tener en su red—, no hablan de su vida cotidiana o de actividades que desarrollen.