«Lo que caracteriza la nobleza de pensamiento en el ser humano es la búsqueda incansable de la verdad»
Carlos García Gual
Actualmente lo audiovisual se impone sobre lo escrito. La información escrita tiene que competir con una información velocísima y de libre acceso, prácticamente infinita pero completamente desjerarquizada. La gente se concentra menos en su mundo interior y adquiere una cultura más superficial. Y quien lee menos, piensa menos y, por ende, es menos crítico. Una cultura globalizada y homogénea facilita muy poco la libertad de pensamiento y favorece la asunción de consignas y el pensamiento en masa. Cada vez menos se acude a las fuentes y se amplían horizontes de pensamiento creando individuos singulares.
A esto se unen los cambios en la auctoritas, el mundo académico y científico han perdido lugar como referentes y espacios de reflexión, rigor y proveedores de conocimiento profundo.
No cabe duda de que leer supone un esfuerzo mayor, ya no sólo de atención e imaginación sino también de entendimiento. No siempre sabemos distinguir un artículo científico de un artículo de opinión, quién tiene la autoridad académica o profesional o cómo discernir si es una opinión fundamentada y actualizada.
Salir de dudas o estar bien informado requiere esfuerzo e investigación pero no es arduo ni imposible. En primer lugar hay que averiguar quiénes son las personas o instituciones que más saben o mejor divulgan sobre el tema que queremos saber. No siempre son las más visibles o audibles y hay que fijarse dónde trabajan y quién las apoya (en caso de las instituciones, quién financia sus estudios).
Es bueno comenzar a leer textos divulgativos que nos ayudarán a familiarizarnos con el tema, el vocabulario y las principales líneas de pensamiento. Así tendremos un marco de referencia y un contexto y no nos ahogaremos en los detalles.
El siguiente paso serán los artículos de revisión. Estos no aportan datos o visiones nuevas sino que reúnen la información de distintos artículos de investigación mostrando el estado actual del tema, los consensos a los que se ha llegado, las discrepancias existentes y las preguntas que todavía están abiertas.
Leer un artículo científico requiere un poco de método pues no se lee como un periódico o un post de un blog. El artículo científico está dividido en secciones, cuya distribución dependerá de la estructura empleada por cada publicación periódica o institución. Normalmente lo básico es:
- Listado de autores
- Resumen
- Cuerpo
- Introducción
- Métodos (presentación y resumen)
- Resultados
- Discusión/conclusión/interpretación
- Datos, gráficos y representaciones
- Bibliografía
- Agradecimientos
- Métodos
- Información adicional
Antes de comenzar a leer hay que tomar nota de los autores y sus filiaciones, como comentábamos antes. Así como de la importancia y la legitimidad de la institución para la que trabajan y el tipo de publicación en la que se incluye el estudio.
Lo primero que se suele presentar es el resumen. Es conveniente saltárselo y leerlo al final del todo (y no de la primera lectura sino del proceso), pues al incluir los resultados de los autores puede sugestionar nuestras conclusiones.
Lo mejor es hacer una primera lectura rápida del artículo científico para descubrir qué es lo que persigue la investigación (qué pregunta o problema pretende resolver) y anotar las preguntas que te han surgido y buscar en un diccionario todas aquellas palabras cuyo significado desconoces.
Luego lee la introducción. Haz un resumen, identifica las preguntas más específicas que pretenden responder y busca la hipótesis nula si la hay. Con esto obtendrás una imagen de los antecedentes, las limitaciones y los objetivos de la investigación. Además podrás obtener referencias de otros trabajos para contrastar o ampliar lo aprendido durante la lectura. Ten en cuenta que se recurre a la autocita muchas veces y algunos autores no mencionan a grupos competidores o líneas discrepantes.
Con esta información ya puedes seguir con los resultados, la metodología y la discusión. En cuanto a los resultados es conveniente numerarlos y comprobar si contestan a las preguntas planteadas. Conviene no leer las conclusiones antes sino llegar a las nuestras propias una vez leídos los resultados.
No es necesario comprender todos los detalles de los métodos empleados pero si hacerse una idea completa de cómo se ha realizado la investigación.
Hay que revisar las tablas y gráficos. Manejarse con las estadísticas no está al alcance de todos pero lo más importante es prestar atención al tamaño de la muestra, los márgenes de error de los gráficos, el número excesivo de criterios de valoración, si los datos se definen como “significativos” o “no significativos” y el tamaño de un efecto.
Los agradecimientos son muy útiles para saber las contribuciones de distintos autores, las fuentes de financiación (y la existencia de intereses privados o no) y los conflictos de intereses de los autores, si existen.
Una vez hecho todo esto puedes leer el resumen del artículo científico y comprobar si coincide con tu interpretación.
“Deberías ser escéptico, pero si te dan pruebas de la verdad, acéptala”.
Michael Spectre