En el mundo lleno de prisas en el que vivimos, donde nuestras rutinas se encuentran escrupulosamente organizadas, en raras ocasiones, encontramos burbujas de tiempos muertos donde esparcirnos a gusto con nuestros intereses reales. A pesar de ello, y por fortuna, las bibliotecas siguen conviviendo en nuestra sociedad, donde todo es veloz, inmediato y cada vez más individualista.
Frente a este escenario dinámico y cambiante, con frecuencia por desconocimiento, se instala la imagen de biblioteca reducida a un espacio físico; salas de lectura que cuentan con colecciones de libros disponibles para ser prestados a una comunidad de usuarios potenciales.
En la actualidad asistimos a un cuestionamiento constante de los servicios bibliotecarios por parte de los poderes públicos que deben financiar unas infraestructuras que no parecen ser rentables económicamente hablando; más que una inversión, parecen un gasto a fondo perdido, puesto que nada de lo invertido parece tener una rentabilidad económica clara.
[pullquote]…las bibliotecas son una excelente inversión y su impacto positivo en las personas y en la sociedad es claro[/pullquote]
Esta concepción tradicional de la biblioteca y la puesta en cuestión de su necesidad cobra aún más fuerza cuando por suerte, cada vez más, encontramos accesibles todo tipo de publicaciones en distintas plataformas como Ebiblio, donde a golpe de clic sin, ningún tipo de mediación, podemos acceder de manera gratuita a una gran variedad de lecturas digitales.
Dado que los beneficios sociales y económicos de las bibliotecas son intangibles, la aportación social de las bibliotecas suele pasar desapercibida.
Las presiones económicas sufridas a nivel general por las autoridades y la necesidad de poner en valor y visibilizar la actividad que llevan a cabo las bibliotecas en la comunidad en la que se insertan, ha motivado la aparición de estudios sociológicos que demuestran que las bibliotecas son una excelente inversión y su impacto positivo en las personas y en la sociedad es claro.
Como ejemplos de estos estudios tenemos los realizados en nuestro país por la Red de Bibliotecas Municipales de Barcelona, Fesabid y la Red de Bibliotecas de la Comunidad Foral de Navarra. Más recientemente en Colombia, en 2019, se publicaron los resultados obtenidos por el Sistema de Bibliotecas públicas de Medellín. Todos estos informes han llegado a conclusiones similares; es posible cuantificar el beneficio económico que los servicios bibliotecarios producen con su inversión.
[pullquote]Las bibliotecas hacen una labor importante como facilitadoras de la comunicación e interacción entre las personas de su comunidad.[/pullquote]
La Dirección General de Cultura de la Xunta de Galicia puso en marcha, el pasado mes de junio, un estudio similar para cuantificar el valor de las bibliotecas gallegas entre su población. Esta iniciativa pone en relieve la importancia de estos estudios y su vigencia.
Este tipo de análisis son bien recibidos para quienes trabajamos diariamente de cara al público en bibliotecas, porque cuantifican la repercusión económica de los servicios ofrecidos. No obstante, estos estudios, tan rigurosos a mi parecer, no alcanzan a registrar el bienestar emocional producido en las personas cuando participan por ejemplo en un club de lectura, conectan con la historia de su ciudad mediante una ruta literaria, o se sienten capaces de realizar gestiones online tras de un curso de alfabetización digital… Si bien es verdad que, cada vez más, necesitamos avalar nuestras funciones en criterios de rentabilidad, creo que, a nivel general, las instituciones culturales deben reafirmarse en el hecho de que la experiencia producida por los servicios ofrecidos no son cuantificables per se, de ahí su gran valor, incalculable, como de todo aquello que no puede comprarse, o medirse…
La imagen anticuada de la biblioteca que se comentaba al principio deja de lado el trabajo de dinamización continua que se realiza por parte del personal bibliotecario y que las configura como espacios de mediación y socialización entre las personas.
[pullquote]…las bibliotecas y las personas que trabajan y las visitan son esenciales para nuestra democracia.[/pullquote]
Los estudios demográficos revelan que, en la actualidad, hay más personas viviendo solas que en cualquier otro momento de la historia. Es cierto que, debido a los avances tecnológicos, podemos tener la impresión de estar constantemente comunicados con nuestro entorno. Pero, cuando nos referimos a interacción a nivel personal, el panorama es bien distinto.
En nuestra vida diaria compartimos multitud de espacios públicos con mucha gente con la que establecemos una comunicación muy limitada (comercios, centros de salud, transporte…) Sin embargo, las bibliotecas públicas, cada vez más, se esfuerzan en organizar actividades que pueden tenerse en cuenta como una alternativa de ocio. No obstante, en ellas, además de intercambiar opiniones acerca de obras, autores y problemáticas sociales, se establecen vínculos entre las personas participantes que fortalecen los lazos entre las mismas. Las bibliotecas hacen una labor importante como facilitadoras de la comunicación e interacción entre las personas de su comunidad.
Eric Klineberg en su obra “Palaces for the people” (1) sugiere que el futuro de las sociedades democráticas no se basa únicamente en valores compartidos sino en espacios compartidos como las bibliotecas donde es posible la comunicación. Argumenta Klineberg que las bibliotecas y las personas que trabajan y las visitan son esenciales para nuestra democracia y en aras de la tolerancia podrían ser la clave para salvar divisiones aparentemente insalvables.
Las bibliotecas como equipamientos culturales de proximidad con más de 4500 puntos de servicio en nuestro país se convierten así en nodos comunitarios donde no sólo se anima a la lectura y se ofrecen préstamos bibliotecarios y espacios físicos, sino que además contribuyen a la alfabetización digital, la dinamización comunitaria y la extensión cultural atendiendo a una población universal con servicios y ofertas específicos: infancia, mayores, mujeres y también migrantes.
Miremos mucho más allá del libro y de las bibliotecas… cuya aportación traspasa con creces los muros del espacio bibliotecario, como decía Cortázar “un libro empieza y termina, mucho antes y mucho después de su primera y última página”.
Margot Corbacho
Este post es una firma invitada por David Gómez y está escrito por Margot Corbacho Reguera, bibliotecaria de la Biblioteca Pública Municipal de Cartuja-Almanjáyar (Granada).
Margot es «Licenciada en Documentación y Teoría de la Literatura por la Universidad de Granada, trabaja al frente de la Biblioteca Pública de Cartuja-Almanjáyar en la Red Municipal de Lectura de Granada desde hace más de quince años.
Disfruta cada día compartiendo lecturas con personas de todas las edades y cree firmemente en el poder transformador de la cultura en nuestras vidas».
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(1) Klineberg Eric. “Palaces for the people: how social infraestructure can help fight inequality, polarization, and the decline of civic life” New York: Crow, 2018