Ofréceme en la biblioteca algo que no pueda encontrar en Google

Siguiendo en la línea de mis post anteriores y por pura casualidad, me encontré con una ponencia de Álvaro Gonzalez-Alorda que me ha inspirado este post. La ponencia que dura unos 24 minutos,  cuenta la anécdota de una profesora mexicana que siempre pregunta al comienzo de curso a los alumnos qué esperan de ella. Uno de los alumnos muy perspicaz le detalló: “Enséñame algo que no pueda encontrar en google”. De los creadores de “Tú leerás mucho por ser bibliotecaria, ¿no?”, la siguiente de la saga es “¿Y para qué queremos bibliotecas si ya tenemos google?”.

Steve Denning en su artículo ¿Necesitamos bibliotecas? Enumera una serie de sectores comerciales que están bajo amenaza:

  • Los bancos físicos con sucursales, cajeros y cheques están siendo reemplazados por la banca en línea con pagos móviles y billeteras digitales.
  • Los taxis están siendo reemplazados por Uber y Cabify.
  • Las tiendas de alquiler de videos como Blockbuster han dado paso a la transmisión en línea de Netflix y Amazon.
  • Las cadenas de televisión se enfrentan a avances similares.
  • Las cadenas de ropa de venta al por menor de están siendo socavadas por firmas de moda rápida como Zara y H&M, con ciclos de productos que se completan en semanas, en lugar de un año.
  • ¿Y quién necesita comprar un automóvil cuando hay BlaBlaCar o Car2Go?
  • ¿Realmente necesitamos grandes hoteles cuando una empresa como Airbnb tiene 800,000 listados en 33,000 ciudades?

No es cuestión ni momento de luchar contra gigantes y sí de ser realistas y ante esta situación, no podemos evitar preguntarnos, ¿qué nos iba a hacer a las bibliotecas diferentes de otros sectores como para no “padecer” las amenazas que nos acechan?.

capcultY aunque ya otros muchos profesionales como Pedro Quilez en su artículo “Por qué la suma de Google+Amazon no es igual a una biblioteca pública” (de donde está tomada la imagen que ilustra el post) en el blog “Bibliotecas 2029: Documentos y debates sobre el futuro de las bibliotecas” y Julián Marquina en su artículo “Las ventajas de preguntar a Google y de preguntar a una biblioteca”, han expuesto muy claramente muchos motivos por los que las bibliotecas son mucho más que Google, ¡y de hecho lo son!, ¿qué podemos ofrecer a nuestros usuarios que no les ofrezca ya el gigante y qué nos haga necesarios?. Como comenta Denning, está bastante claro que a día de hoy a las bibliotecas no nos ha servido la mera informatización, ni tampoco el diseño de aplicaciones para teléfonos inteligentes, sin pensar en lo que las aplicaciones permitirán a los usuarios hacer y si los usuarios las quieren o necesitan y si les mejorar su vida de los usuarios.

Para Denning el futuro de las bibliotecas es una historia que aún no se ha escrito. Lo único que sabemos con certeza es que será diferente de la historia de las bibliotecas en el pasado. Desbloquear el misterio requiere hacer las preguntas correctas y quizá estas cinco preguntas que Denning nos propone nos ayuden a encarar el futuro, que ya está aquí, de forma correcta.

La primera y más importante pregunta para las bibliotecas está en la línea del título del post y es: ¿cómo podemos deleitar a nuestros usuarios y clientes? Esta es una pregunta difícil de responder. Responderlo requerirá todas las capacidades e ingenio del personal de la biblioteca con talento. Las bibliotecas no podrán responderlo si continúan funcionando como burocracias verticales centradas en producir productos. De esa forma, las bibliotecas simplemente no tendrán la agilidad ni la inteligencia institucional para descubrir qué quieren realmente los usuarios y luego entregarlos.

Este reconocimiento lleva a la segunda pregunta. ¿Cómo podemos gestionar la biblioteca para permitir la innovación continua? Esto implicará un cambio a las prácticas de gestión de la economía creativa, incluido el cambio en el rol de los administradores de controladores a habilitadores/facilitadores, el cambio en la coordinación del trabajo de la burocracia, de la evaluación de resultados, un cambio de valores que incluya la eficiencia y la mejora continua y un cambio en las comunicaciones de arriba a abajo hasta las conversaciones horizontales.

La tercera pregunta es: ¿qué hará las cosas mejores, más rápidas, más baratas, más móviles, más convenientes o más personalizadas para nuestros usuarios? Las palabras más importantes en esta pregunta son las últimas tres: «para nuestros usuarios». Los cambios que mejoran las cosas para la biblioteca, pero que empeoran las cosas para los usuarios, no son la respuesta. Todos hemos experimentado cómo las aerolíneas han introducido cambios que mejoran las cosas para la aerolínea, pero empeoran las cosas para nosotros como pasajeros. La moraleja de esta historia: ¡No emules a las aerolíneas!

La cuarta pregunta que debe hacerse es: ¿qué necesidades podrían satisfacer las bibliotecas que los usuarios aún no hayan pensado? No podemos resolver el misterio del futuro de las bibliotecas preguntando a los usuarios qué desean: ¡simplemente no saben! No pueden imaginar las posibilidades, así como los usuarios no podrían haberle dicho a Steve Jobs el futuro de la música o los teléfonos móviles si él les hubiera preguntado. Apple tuvo que inventar el iPod y el iPhone. Una vez que los usuarios vieron esos dispositivos, dijeron: «Sí, debo tenerlos». Así que las bibliotecas deben imaginar un futuro que los usuarios realmente desearán, incluso aunque los propios usuarios aún no sepan qué es eso.

¿Qué cosas están haciendo las bibliotecas que los usuarios ya valoran? ¿Cómo pueden las bibliotecas hacer más de esas cosas y hacerlas más rápido, mejor y de una manera más conveniente y más personalizada? ¿Y cómo pueden las bibliotecas dejar de hacer cosas que los usuarios no valoran o que incluso les molestan? En otras palabras, las bibliotecas pueden no tener que inventar el futuro pero tienen que ser capaces de descubrirlo porque como dijo Marcel Proust: «El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos». Tenemos que reconocer el futuro que ya se está desplegando justo delante de nosotros. Lo que necesitamos son ojos para verlo.

En esta línea, González Alorda, detalla que un profesor es verdaderamente inspirador cuando por encima de todo ayuda a cambiar los hábitos y transforma a los alumnos cuando es atrevido y experimenta, cuando conversa con los alumnos y cuando es íntegro porque si no se es íntegro nunca se podrá ser inspirador. Doy por hecho que somos íntegras… pero, ¿podemos aplicar estos atributos a nuestras bibliotecas. Somos atrevidas, inspiradoras, experimentamos, y hablamos con nuestros usuarios?. Quizá la respuesta nos la dio hace un par de días, justo cuando estaba terminando este post, Sergio Fanjul, que empezaba su artículo «Fauna en la biblioteca» así: «A la biblioteca pública van los que no tienen. Los que no tienen libros. O dinero para comprarlos. Los que no tienen silencio para estudiar. U oficina en la que trabajar. Los que no tienen amigos. O esperanza. Los que no tienen donde pasar el día. Los que no tienen otra cosa que hacer. Sin embargo, todos tienen una misma cosa: hambre. Ya sea de conocimiento o de bocata de chóped. Me hace muy feliz ir a las bibliotecas y ver que la gente, de toda clase y condición, las usa, y las usa mucho, y vence la dictadura del Twitter y esta edad oscura dominada por las ya clónicas series de Netflix…»

 

 

Felicidad Campal

Codirectora en BiblogTecarios Bibliotecaria que apuesta por el poder formativo, social, integrador e igualador de las bibliotecas. Eterna aprendiz y en fase beta en constante renovación. Coordiné desde su creación en el 2001 el Grupo de Trabajo de Alfabetización Informacional, hasta su reconversión en el 2017 en el Grupo de Trabajo “Banco de recursos ALFIN/AMI” del CCBiblio.

4 respuestas a «Ofréceme en la biblioteca algo que no pueda encontrar en Google»

  1. ¡Genial tu artículo!
    El que la gente no acuda más a la Biblioteca es, evidentemente, por culpa nuestra, por no presupuesto para invertir en visibilidad. Hoy por hoy una mayoría nos sigue viendo como lugares cerrados y llenos de «libros», como lugares dentro de una burbuja/aureola cultural o cultureta.
    Es cierto que en dos décadas las bibliotecas públicas (en España) han cambiado como de la noche al día, pero los servicios que ofrecemos aún no han calado en la sociedad.
    No podemos dejar obviar que en la palabra «Biblioteca» se incluyen las escolares (atendidas por profesores y profesoras con muchas voluntad pero diferentes objetivos), las municipales de miles de poblaciones (sin recursos para casi nada), las universitarias (de referencia y estudio, principalmente) y todo ello participa en apoyar la idea general que se tiene de las Bibliotecas y los Bibliotecarios. Ahí tenemos otro reto.
    ¡Una vez más, muchas gracias Feli!

  2. Saludos!
    Felicitaciones por tan excelente articulo. Por otra parte, me gustaría agregar una burbuja mas a la cadena de arriba y es que en las bibliotecas ofrecemos recursos de información con suficiente calidad para que los usuarios puedan aprovecharlos al máximo. No todo lo indexado por Google es información confiable.
    De nuevo Felicitaciones.

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