Los 10 propósitos (bibliotecarios) que podemos (y debemos) cumplir fácilmente en 2019

Dice Álvaro Rubio que con la llegada del Año Nuevo se tiene la necesidad de crear nuevos propósitos y metas que cumplir. Los más comunes son perder peso, ahorrar, hacer más ejercicio o dejar de fumar. Todos ellos son cambios en el estilo de vida que se han vuelto rutina con los años y son especialmente difíciles de cambiar.

La Real Academia Española define propósito como «ánimo o intención de hacer o de no hacer algo» y «objetivo que se pretende conseguir». «Es importante que las personas tengamos un propósito general en nuestras vidas, ya que se convierte en el motor que nos lleva a enfrentar retos y dificultades para alcanzarlos y mejorar nuestra calidad de vida», indica la psicóloga del Instituto Centta, Giulia de Benito. Las metas, e invertir energía en alcanzarlas, permiten evaluar de una forma objetiva en qué punto de la vida se encuentra una persona, qué cosas no son importantes y cómo está en términos de autoconcepto y autoestima. Estos elementos determinan la forma en la que una persona se ve a sí misma e interpreta su realidad.

Aunque ya media el mes de enero, tenemos un año por delante para disfrutar y en el que poder conseguir muchos objetivos, o al menos intentarlo. Algunos de los propósitos bibliotecarios para este año son:

  1. Apuntarte a una biblioteca o desempolvar el carné que hacía tiempo que no usabas y utilizar los recursos y actividades que ofrecen las bibliotecas de forma gratuita y legal. Ya hemos hablado mucho en este blog de las bondades de usar las bibliotecas…pero, ¿y si además empezamos dando ejemplo con nuestras acciones?
  2. Hacer una dieta informacional y digital. Como comenta Javier Serrano-Puche, el problema no es tanto la sobrecarga de información, ni siquiera la cantidad de informaciones falsas que circulan por la red (añado yo), sino un fallo en el modo de filtrarla. De ahí que nos corresponda pensar cómo es su consumo mediático y establecer algunas pautas para que ese consumo no derive en una “obesidad informativa”. En este sentido, la propuesta de adoptar una “dieta digital” constituye una práctica recomendable en el contexto de la alfabetización mediática. Ha de articularse en diversas acciones (ser más cuidadosos y conscientes con la forma y cantidad de información consumida, entrenarse para “observar” flujos de información densos sin necesidad de procesarlos, aplicar la tecnología para tratar con la tecnología e incluso recurrir a la desconexión digital periódica) y ha de afrontarse, al igual que las dietas alimenticias, no con carácter privativo, sino como una manera positiva de consumir mejor la información apropiada y de desarrollar hábitos saludables. Para JP Rangaswani, debemos aprender ciertas habilidades digitales de filtrado de información , de contenidos relevantes, de los nodos , de las personas relevantes en la red, para hacer que la información llegue a nosotros filtrada y categorizada y que la consumamos “just in time” es decir justo cuando lo necesitemos. Estas son algunas de las claves imprescindibles en siglo XXI si queremos ser eficientes en nuestra gestión informativa.
  3. Reivindicar el pensamiento crítico y analítico. Es decir, tener la capacidad de descomponer un problema complejo en partes más simples y no aceptar la verdad aparente sin una demostración. Según Jose M. Huerta, hablamos de no creernos de primeras lo que leemos en un blog, y contrastarlo con otras webs y hablamos de ser capaces de elaborar nuestra propia opinión sin dejarnos amedrentar por los demás.
  4. Usar menos y mejor el móvil y las redes sociales, incluso si es necesario llegar a la ya mencionada “desconexión digital”. La relación que nos une a la tecnología que nos rodea debería estar siempre guiada por el principio de que nosotros la controlemos a ella, y nunca al revés. Llevar un smartphone, que es en definitiva un ordenador en miniatura, en el bolsillo nos ha abierto un mundo de posibilidades: desde hablar con el otro lado del mundo y seguir la actualidad al minuto hasta aprender cualquier cosa que se nos ocurra o trabajar en cualquier sitio, en cualquier momento. Rocío Pérez (y sin temor a equivocarme, creo que todos nosotros), considera que todo son ventajas si aprendemos a relacionarnos con nuestro móvil de una forma sana. Eso significa tener el control de cuánto y cuándo lo usamos y saber prescindir de él cuando queramos. Activar el modo avión; desactivar las notificaciones o al menos quitándoles el sonido y la vibración; dejar el móvil en un sitio o posición en el que no veas la pantalla mientras estás haciendo otras cosas; activar el modo nocturno antes de dormir y déjate de whatsapps mientras duermes; dejar el móvil en casa de vez en cuando y no ser víctimas de la nomofobia; acostumbrar a tus contactos a que tus respuestas pueden demorarse, y no pasará nada; borrar las aplicaciones inútiles que solo nos distraen o llamar (que para es un teléfono) en vez de escribir con algunas de las propuestas que Rocío Pérez nos ofrece.
  5. Crear un buen entorno personal de trabajo (EPT). La eclosión de las nuevas tecnologías ha hecho que tengamos que replantearnos cómo hacemos las cosas en muchos ámbitos de nuestra vida, y uno de ellos, y muy importante es el del trabajo. El EPT lo podemos definir como el conjunto de fuentes de información, herramientas, conexiones y actividades que cada persona utiliza de forma asidua en su trabajo. En este momento, la mayoría de nuestras tareas, tanto personales como profesionales son en línea. Ya no es necesario tener que reunirse con los miembros de tu equipo y debatir cómo distribuir tareas o sincronizar el trabajo. Esto ya se puede hacer desde cualquier lugar o dispositivo. Tanto la tecnología, como algunas herramientas más tradicionales, como los cuadernos, son buenos aliados para mejorar nuestro rendimiento en el trabajo, incrementar nuestra productividad y ayudarnos a alcanzar mejores resultados. En este enlace hay algunas herramientas y aplicaciones móviles pueden ser de gran ayuda para mejorar el rendimiento en el trabajo.
  6. Aprender inglés de forma autónoma o con cursos como el que en otros tiempos impartía SEDIC, para desarrollar diferentes habilidades para el manejo del inglés en la gestión de los servicios técnicos que se prestan en bibliotecas, archivos y centros de documentación; redactar diferentes escritos: sobre su centro, un posible proyecto, una conferencia…, controlar el vocabulario y conceptos que aparecen en los documentos relacionados con la profesión y desarrollar las competencias orales para poder participar en conferencias internacionales o entrevistas personales. Se trata de disponer de la confianza necesaria en la utilización del inglés en contextos profesionales.
  7. Contribuir con nuestro granito de arena a la consecución de los ODS. Como dice David Ramírez-Ordóñez, tal vez sin saberlo con tu trabajo estas aportando a que tu país alcance uno o varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Tal vez seamos héroes cotidianos, pero muy pocas personas lo saben. ¿Qué tal si compilamos esas historias para contarle al mundo cómo desde nuestras bibliotecas estamos ayudando a que el mundo sea un lugar mejor? Para que esas historias, que son muy valiosas, no se las lleve la vertiginosa corriente de las redes sociales se creó el Mapa del Mundo de las Bibliotecas de IFLA. ¿Por qué no le cuentas al mundo cómo desde tu biblioteca se está construyendo una mejor sociedad?
  8. Reciclarse y formarse. Según las conclusiones del IX Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas deben emprenderse acciones encaminadas a facilitar la colaboración entre asociaciones profesionales para el diseño de planes formativos y a promover la cooperación entre las administraciones para diseñar planes de formación conjuntos. Hay que aprovechar las oportunidades que brindan los programas de financiación, no sólo por los recursos económicos que aportan sino también por la oportunidad para tejer redes internacionales que faciliten el intercambio de experiencias y de buenas prácticas. En esta, como en otros muchos ámbitos, es necesaria además una alta dosis de autoformación con cursos para seguir aprendiendo, porque además aprender es siempre un regalo y un placer.
  9. Hacer más visible nuestro trabajo. Los bibliotecarios hacemos muchísimas cosas diariamente, pero es necesario que ese trabajo sea visible tanto para el resto de colegas de profesión como para los propios usuarios. Tenemos que salir de nuestra zona de confort y contar y difundir lo qué hacemos y cómo lo hacemos. Para eso disponemos de revistas especializadas pero también de blogs y redes sociales personales o institucionales de cada biblioteca, en los que perfectamente se podrían dar a conocer la cantidad de experiencias diferentes y enriquecedoras que se desarrollan en la profesión. Y hablando de visibilidad y atendiendo a la cuestión de género es necesario mencionar la iniciativa del COBDC (Col·legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya), la creación del “GT Bibliotecàries i Documentalistes: Dones visibles del COBDC“(@GTDonesCOBDC). El GT Mujeres Visibles que pretende ser un agente activo y conocer de primera mano lo que preocupa a los y las miembros del COBDC hacia el papel de las mujeres bibliotecarias y documentalistas catalanas (visibilización, difusión, denuncia, propuestas, etc.). También es muy importante el Grupo de Trabajo “La mujer en las Ciencias de la Documentación en España: género e igualdad” de SEDIC que pretende investigar el alcance de la influencia del género en las Ciencias de la Documentación en relación a sus aspectos laborales, académicos y educativos, con el objetivo de obtener conclusiones para vislumbrar una proyección de futuro o líneas de trabajo que contribuyan a la igualdad de género en nuestro país.
  10. Ser más feliz. ¿Esto necesita explicación?…

Claves para lograr los propósitos

Ser realista. Se necesita empezar haciéndose propósitos que puedan mantenerse y sean prácticos. Para ello, hay que reducir las metas a largo plazo en objetivos más manejables a corto plazo. Si se consiguen pequeñas cosas, la persona irá cargándose de la energía que necesita para llegar a la meta final.

Hacer una cosa a la vez. Si alguien se ha propuesto múltiples mejoras en su vida como comer mejor, dejar de fumar o hacer más deporte, no hay que deshecharlo, pero no hay que gestionar más de uno a la vez. Cuando tenga uno controlado, podrá asumir añadir otro más. Recordad aquello de que «mucho y bien, no hay quién».

Contar y compartir los propósitos a los compañeros de trabajo. Intentar cambiar hábitos junto a otras personas aumenta las oportunidades de conseguirlo. Los expertos aconsejan hacer saber a la familia, amigos  y compañeros de trabajo que se tiene un propósito para el año que realmente quiere cumplir. Seguramente estas personas puedan implicarse en el cambio.

Compromete los valores. Es importante que nos preguntemos: «¿El propósito que me he marcado está relacionado con mi idea de una vida mejor?» «¿Mis valores son compatibles con el objetivo marcado?» «¿Me percibiré como una versión de mí mismo y de mi idea del mundo si intento alcanzar mis propósitos?».

Como todo proceso de aprendizaje es inevitable encontrarnos con momentos de debilidad o recaída. Es importante no sentirse culpable y aceptar que es parte del camino emprendido. Se tarda años en hacer desaparecer un mal hábito y no hay soluciones rápidas para conseguir cambios centrales en nuestras vidas.

Estos son mis propósitos, ¿cuáles son los vuestros?…

Felicidad Campal

Codirectora en BiblogTecarios Bibliotecaria que apuesta por el poder formativo, social, integrador e igualador de las bibliotecas. Eterna aprendiz y en fase beta en constante renovación. Coordiné desde su creación en el 2001 el Grupo de Trabajo de Alfabetización Informacional, hasta su reconversión en el 2017 en el Grupo de Trabajo “Banco de recursos ALFIN/AMI” del CCBiblio.

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