¡¿Felicidad en las bibliotecas?!

El 20 de marzo se celebra el #DíaInternacionaldelaFelicidad, una efeméride proclamada la Asamblea General de Naciones Unidas en la Resolución 66/281 de 2012, una fecha simbólica para conmemorar la importancia que tiene la felicidad como parte integral en el desarrollo y bienestar de todos los seres humanos.

Aunque suene a una utopía, ¡la felicidad sí es posible!. ¿Y si a pesar del panorama mundial nada alentador entre guerras, pandemias y sequías, fuera cierto que la felicidad es, efectivamente, un derecho universal no tan difícil de alcanzar?, ¿y si eso sucediera también en nuestras bibliotecas…?

A mí, como cantaba Sabina, «no me gusta invertir en quimeras«, ¿pero y si sí…? Aprovecho la efeméride, mi nombre, mi trabajo y la primavera que empieza hoy, para imaginar que todo es posible…

Dia de la Felicidad

De lo que NO voy a hablar (pero hablo)…

Y no, hoy no voy a hablar de los típicos-tópicos del imaginario popular asociados a la fuente inagotable de sabiduría y felicidad que proporcionan la lectura y las bibliotecas resumidos en manidas frases, lo cual no las hace inciertas, como esta de Cicerón “Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas” o esta otra «Las bibliotecas son medicina para el alma» de la Biblioteca de Tebas.

Tampoco voy a hablar de lo que otras personas creen, muy erróneamente, que son las bibliotecas, como este artículo de opinión, sin información, titulado “La felicidad y las bibliotecas”, en el que se decían “lindezas” como estas: “La de bibliotecario no tiene fama de ser una profesión muy sexy; sin embargo, sí resulta una profesión muy feliz. Esto debe de entrar dentro de los misterios propios de las bibliotecas, y quizá es que hay almas atraídas por las bibliotecas como hay plantas que medran en la sombra. En España, como en otros países, los bibliotecarios comenzaron asociados a los archiveros y los arqueólogos: es casi una gloria del Estado que hubiera todo un estamento funcionarial encargado de velar por lo que a nadie le interesa o más bien desprecia todo el mundo… Uno imagina que ahora las bibliotecas públicas son lugares diáfanos, con tragaluces «sostenibles», «devedeteca» y un montón de bárbaros que van a fingir estudiar mientras se dedican a intentar ligar por el bluetooth y a pegar mocos debajo de las mesas. Pensar que esto pueda ser así ya le impide a uno el ir a comprobarlo. «The age of chivalry is gone». Tal vez haya mucho de mala conciencia en su percepción en el hecho de que el gremio bibliotecario –notablemente en Estados Unidos- haya optado por un progresismo tan virulento, tan sobreactuado. A uno, las bibliotecas le gustaban por todo lo contrario: un lugar con soledad, con libros y silencio no dejaba de oponer un paraíso frente al mundo, una excusa para una vida secreta, clandestina, en la que apenas se necesitaba hablar, que funcionaba con un ritmo gratamente ajeno a todo y que ofrecía dos placeres fuera de medida: en primer lugar, la contemplación continua del paisaje de civilización que son los libros; en segundo lugar, el ser partícipes de una tradición culta perfectamente seria y de absoluta importancia espiritual. Al menos, esa es la vibración que a uno le quedó tras haber pasado no poco tiempo de mi primera juventud resumiendo libros en una biblioteca fantasmal, a la que, en los momentos de hora punta, llegaba un investigador cada dos o tres meses: al terminar aquel trabajo, supe que nunca encontraría otro mejor, ningún otro que le fuera a permitir a uno trabajar solo, acaso con el murmullo de fondo de los bien modulados locutores de esa otra gran institución estatal que es Radio Clásica.”

No, tampoco voy a hablar de esta interesante idea de negocio que propone María Martínez en Universo Abierto, cuando dice que «Los libros son porciones de felicidad, incluso los más tristes o los más aterradores pueden prestarte recuerdos que dibujarán una sonrisa en tu rostro. Los libros son tarde de invierno frente a una chimenea; mañanas de primavera en un parque; vacaciones de verano en una playa; paseos en otoño haciendo crujir las hojas bajo los pies. Además, huelen bien. ¡Qué demonios, es el mejor olor del mundo! Por eso no entiendo cómo las grandes perfumerías aún no han intentado explotar sus posibilidades de mercado. ¿Qué amante de la lectura tradicional no querría un suavizante para ropa con fragancia a libro nuevo. Una loción con notas de tinta y papel reciclado. Un ambientado con aroma a texto antiguo. Esencia de primera edición?. Desodorante con olor a biblioteca…»

Y no, tampoco voy a hablar, de que “Los usuarios de biblioteca son más felices y positivos”, aunque esté completamente de acuerdo con este resumen que publicó Librópatas del estudio que justo ahora hace 10 años realizaron desde el Pew Research Center, que se pasó para ello investigando los hábitos de los estadounidenses en relación a las bibliotecas y que concluyó que quienes acuden habitualmente a estos centros y están comprometidos con sus bibliotecas son mucho más felices que el resto de los ciudadanos.…Los usuarios de bibliotecas se sienten más unidos y con más relación con sus vecinos y tienen una vida – y una manera de verla – mucho más positiva, al tiempo que se convierten en pilares de sus comunidades y sienten que lo que hacen tiene un efecto en la vida de sus conciudadanos…La biblioteca influye también en la visión que tienen del lugar del mundo en el que viven, ya que hace que lo vean con mejores ojos. Quizás por ello los encuestados piensan que una biblioteca puede tener muchas consecuencias en la zona en la que están…

Ni tampoco voy a hablar de los interesantes y necesarios talleres que desde diferentes bibliotecas como la de Segovia, la Biblioteca Pública Municipal “Bernardo Álvarez Galán” de Salinas (Castrillón), la Biblioteca Pública de Usera, Biblioteca de Benipeixcar-Raval (Gandía), se hacen o se han hecho, para la gente que las utiliza y que persiguen mejorar su vida con una actitud global ante la existencia, un estilo de vida basado en la serenidad, la tranquilidad, la calma y la consciencia, que permite incrementar las emociones positivas.

De lo que SÍ voy a hablar…

En esta ocasión me gustaría centrarme en lo que pasa de puertas para adentro, en todo aquello que no se ve, aunque obviamente incide de una manera u otra en la gente que usa la biblioteca, en lo que si ve.

Por ello, como medio de tránsito del exterior al interior, sí que me gustaría mencionar el estudio de Pauline Dewan “La lectura de ocio como actividad de mindfulness: implicaciones para los bibliotecarios referencistas de bibliotecas universitarias” porque señala que la práctica del mindfulness no solo beneficia a los bibliotecarios en su trabajo (como ejemplo este «Curso Universitario de Especialización en Mindfulness en bibliotecas«), sino que también se ha integrado en servicios bibliotecarios para los usuarios, aunque el foco central de este artículo es la relación entre la salud mental y el rendimiento académico en estudiantes universitarios, explora la conexión entre la lectura de ocio y la salud mental, subrayando que, aunque muchos estudiantes practican mindfulness como terapia personal, pocos son conscientes de los beneficios de la lectura de ocio. Se analizan las similitudes entre la lectura de ocio y la práctica del mindfulness, centrándose en la capacidad de ambas actividades para redirigir la atención, cambiar la perspectiva, reformular pensamientos y fomentar la empatía. 

Y sí, también me gustaría hablar de la “felicidad de la gestión” de una biblioteca, en palabras de Patricia Allendez Sullivan. Para ella toda “gestión feliz” precisa mantener constante las variables de costos, tiempos precisión, exactitud. Estas variables se hallan vinculadas al sistema y están sustentadas por otras como: aptitud (dominio personal, conocimientos, dedicación) y actitud (flexibilidad). Es decir, estas variables siempre están asociadas a las personas que desarrollan y operan los sistemas.

Otras conductas son también muy importantes para lograr el “éxito” según Allendez, por ejemplo el trabajo en equipo y la actualización. Su filosofía de trabajo contempla las siguientes premisas como fundamentales:

  • El usuario es lo primero
  • Optimizar el servicio y reducir los costos
  • La unidad de información forma parte de la comunidad en la que esta inmersa
  • La evaluación permanente de la actividad desarrollada
  • El activo más valioso de la unidad es la gente que la conforma.

Y esto último ya lo dijo Timothy S. Healy, Presidente de la Biblioteca Pública de Nueva York de 1989 a 1992: «El activo más importante de cualquier biblioteca se va a casa por la noche: el personal bibliotecario», otra frase que no por más usada es menos cierta…

También me gustaría mencionar el trabajo de fin de grado de Samuel Querol Mariscal (2018), “Propuesta de mejora de la felicidad y bienestar en la biblioteca de l’Escola Politècnica Superior d’Edificació de Barcelona (EPSEB)”, que se fundamenta en que el concepto de biblioteca actual ha cambiado y tiene que adecuarse a las necesidades sociales haciendo uso de los avances tecnológicos y entendiendo la especialización como vía de apoyo a los estudios, la investigación y la innovación y hay que elegir los servicios que se tienen que mantener y valorar las novedades para buscar elementos que favorezcan la finalidad. Además, analiza una serie de técnicas de apoyo que se relacionan con la percepción sensorial y se buscan los argumentos teóricos para avalar la práctica que ya se está experimentando en diferentes ámbitos e instituciones. Evalúa los colores, el sonido, el aroma y lo que se refiere a ambientación. Después determina qué conceptos de felicidad y bienestar se persiguen en el presente para poder desarrollar la Propuesta sobre el espacio más allá de valores subjetivos, como el confort, ambientes agradables, etc., y así argumenta la elección con los elementos objetivos necesarios y la finalidad que cumplen para satisfacer a los usuarios. Su propuesta se ha desarrollado sobre la infraestructura actual, desde la objetividad, con la aplicación de técnicas de apoyo beneficiosas para la salud y el aprendizaje que fortalecen la felicidad y el bienestar.

Y en definitiva…

Más allá de consideraciones internas y técnicas como las expuestas o de los servicios que debemos prestar a nuestras comunidades, las bibliotecas son nuestros lugares de trabajo, unos lugares como cualquier otros, con sus aciertos y sus errores, sus filias y sus fobias. Por tanto recurro al artículo de Acciona recientemente publicado “Felicidad en el trabajo: facilitadores, consecuencias y el papel del líder” para el que la felicidad en el trabajo es un concepto complejo y multidimensional que se refiere a un estado emocional positivo que experimentan las personas en el contexto laboral.

Una de las definiciones que ha tenido más éxito ha sido la desarrollada por los profesores Salas-Vallina y Alegre de la Universidad de Valencia. Según los autores, la felicidad en el trabajo está compuesta por estas tres dimensiones:

  • Compromiso: esta dimensión está relacionada con la emoción, la pasión y el estado mental positivo. Es, en definitiva, cómo nos “entregamos” a la organización. Esta vivencia energética y motivacional es una parte intrínseca de la felicidad en el trabajo.
  • Satisfacción: esta dimensión está ligada a los sentimientos positivos sobre las condiciones laborales. Es un concepto pasivo y reactivo. La valoración positiva de tales condiciones es una parte intrínseca de la felicidad en el trabajo.
  • Compromiso organizacional afectivo: esta dimensión está vinculada con el sentimiento afectivo hacia la organización. La percepción de vínculos emocionales, identitarios y afectivos con la organización es otra parte intrínseca de la felicidad en el trabajo.

Pero, ¿qué incentiva la felicidad en el trabajo? Para responder a esta pregunta, es necesario considerar 4 elementos:

  • Contexto laboral: la presencia de factores en el entorno laboral, como la autonomía y flexibilidad, demostró ser un facilitador de la felicidad en el trabajo.
  • Estilo de liderazgo: el estilo de liderazgo determinaba también el nivel de felicidad en el lugar de trabajo, siendo el liderazgo transformacional uno de los más propicios.
  • Interacciones sociales: la calidad de las relaciones con supervisores y compañeros también resultó tener un peso significativo en el nivel de felicidad en el trabajo.
  • Recursos personales: la resiliencia y las actitudes positivas fueron los recursos personales con mayor peso que influían positivamente en la felicidad en el trabajo.

Hay un tipo de liderazgo que parece tener la capacidad de “activar” la felicidad en el trabajo de los empleados: el liderazgo transformacional que se define por cuatro características básicas:

  • Influencia idealizada. Sucede cuando una persona es percibida como ejemplo y alguien a quien respetar, estableciendo altos niveles de estándares éticos y morales, haciendo que otros miembros del equipo se identifiquen en ellos.
  • Motivación inspiradora. Tiene lugar cuando una persona es capaz de estimular y alimentar la motivación en otros, articulando una visión clara y convincente, despertando el sentido de propósito en otros.
  • Estimulación intelectual. Ocurre cuando una persona inspira y desafía intelectualmente a otros, promoviendo el aprendizaje continuo, fomentado la creatividad y el pensamiento crítico, así como propiciando una retroalimentación constructiva
  • Consideración individualizada. Emerge al prestar atención personalizada a los demás, facilitado una comunicación abierta y bidireccional, mostrando empatía y reconociendo los logros de los otros.

La felicidad en el trabajo no es un concepto abstracto, sino una realidad tangible y medible que puede incentivarse a través de las estrategias adecuadas. En otro de los estudios de Acciona, “En busca de la felicidad en el ámbito laboral” se plantea la pregunta del millón: “¿es posible ser feliz en el trabajo?”. Quizá no sea solamente necesario y vital considerar las competencias mediáticas, digitales e informacionales, de las que tanto hablo, e incluir en nuestras bibliotecas y en nuestras vidas las competencias emocionales. Y dicho todo esto, momento para la reflexión, ¿tu eres feliz en tú biblioteca?, espero que la respuesta sea positiva porque ya hemos visto que hay una relación directa entre la felicidad de la gente que trabaja en las bibliotecas y la gente que las usa…

 

 

 

Felicidad Campal

Codirectora en BiblogTecarios Bibliotecaria que apuesta por el poder formativo, social, integrador e igualador de las bibliotecas. Eterna aprendiz y en fase beta en constante renovación. Coordiné desde su creación en el 2001 el Grupo de Trabajo de Alfabetización Informacional, hasta su reconversión en el 2017 en el Grupo de Trabajo “Banco de recursos ALFIN/AMI” del CCBiblio.

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