Como continuación al post del mes pasado, «El bibliotecario docente: ¿formador o aprendiz?» y al hilo del siempre debatido uso de las bibliotecas escolares y últimamente más a raíz del post de Julian Marquina: «Los estudiantes están dejando de utilizar las bibliotecas escolares… ¿Qué está pasando?», me parece interesante retomar la parte referida al equipo humano y sus funciones en el desarrollo de las competencias informacionales, mediáticas y digitales en el día a día de los centros educativos a través de las bibliotecas escolares, que con tanto interés elaboramos en el Grupo de Trabajo que coordinaba sobre Alfabetización Informacional del Consejo de Cooperación Bibliotecaria y dejamos plasmado en el informe “Integración de las competencias ALFIN/AMI en el sistema educativo: referencias, contexto y propuestas”. En documento se proponían 10 medidas urgentes para la integración de las competencias ALFIN/AMI en el sistema educativo, desde el día a día del aula y desde las bibliotecas escolares y en este post reproduzco literalmente las relacionadas con la formación, competencias y funciones de los responsables de las bibliotecas escolares. Podía haber contrastado más bibliografía para hablar del bibliotecario formador en el contexto escolar, pero ya lo hicimos en el momento en que se elaboró el citado informe, en el que se ofrecían una serie de propuestas para implantar las competencias mediática e informacional en nuestro actual sistema educativo agrupadas por ámbitos de actuación y niveles de intervención que reproduzco literalmente y que repito, considero de interés revisar y tener en cuenta.
Imagen tomada de aquí
El equipo humano
Los centros educativos tienen en la biblioteca escolar un aliado imprescindible a la hora de desarrollar programas que faciliten la adquisición de las competencias informacionales. Es el lugar natural de acceso a la información en cualquier soporte y, también, un lugar de trabajo, de colaboración, de comunicación y de aprendizaje. Pero las bibliotecas escolares españolas carecen de un elemento fundamental que garantice su sostenibilidad: los recursos humanos convenientemente definidos. Para que las bibliotecas escolares puedan ejercer las funciones que les corresponde en el sistema educativo (y muy concretamente, su función en la formación del alumnado para las competencias lectoras e informacionales) precisan contar, de manera urgente, con un equipo humano estable, con la formación adecuada y el tiempo y los recursos suficientes para el desempeño de su trabajo. Tal y como recoge el documento Perfiles profesionales del Sistema Bibliotecario Español: fichas de caracterización (CCB, 2013), hablamos de bibliotecario escolar o responsable de biblioteca escolar, profesores/bibliotecarios que en este momento son los que están trabajando en las bibliotecas escolares. En este documento, solo hablamos de las funciones que ese perfil ha de desarrollar, dejando para otro momento, otro entorno y quizá otro grupo de trabajo, cuáles han de ser los catálogos y relaciones de puestos de trabajo y los requisitos de acceso a los mismos.
En este sentido se requiere una política de refuerzo de las bibliotecas escolares al servicio del currículo por competencias, lo que exige, además de un planteamiento teórico actualizado, la asunción de compromisos en este terreno. Por otra parte, los centros educativos que deseen avanzar en este ámbito deben, ante todo, tomar medidas organizativas y de funcionamiento de la biblioteca escolar (en relación con el equipo humano), como instrumento esencial para el desarrollo del currículo y para la capacitación del alumnado en competencias de uso, tratamiento, valoración y producción de información. Una biblioteca escolar con espacios de trabajo diferenciados, dotada con equipos técnicos suficientes, que promueve y enseña el uso de fuentes informativas variadas en soportes diversos, que diseña y organiza programas de formación de usuarios y de trabajo con la información, que apoya la elaboración de los trabajos de investigación en los diferentes momentos del proceso, que facilita oportunidades de aprendizaje variadas y enriquecedoras, que impulsa el aprendizaje de la lectura comprensiva y de las alfabetizaciones múltiples, que facilita el trabajo colaborativo y que cuenta con profesorado atento a las necesidades de alumnado y profesorado, es la mejor herramienta para la innovación educativa y la mejora de resultados, según demuestran estudios a nivel internacional (Williams, Wavell, Morrison, 2013).
El sistema educativo
– Desde las administraciones educativas, y en tanto no se establezca la figura del bibliotecario escolar o responsable de biblioteca se debe garantizar un horario mínimo de atención a la biblioteca escolar por parte de un equipo de profesores/as del centro, de forma que se pueda cubrir buena parte del horario lectivo y parte del horario extraescolar, fijando un plazo de tres años para llegar a la dedicación completa de la persona responsable de la biblioteca, de forma que pueda ejercer las funciones que le corresponden, entre las que se encuentra el diseño e implantación de programas para la formación del alumnado en competencias ALFIN/AMI, en colaboración con el resto del profesorado.
A título orientativo se podría establecer el siguiente cómputo:
– Se propone priorizar durante un cuatrienio (2016-2020) una línea para la formación permanente del profesorado en materia de competencias mediáticas e informacionales, de forma que todas las estructuras de formación permanente del profesorado oferten actividades en esta materia en sus diferentes modalidades (presencial, a distancia, formación en centros), con el objetivo de que al menos un 30 % del profesorado en ejercicio pueda actualizar su formación en este ámbito. Para ello se tomarán como referencia los contenidos recogidos en el documento de la UNESCO, Alfabetización Mediática e Informacional. Currículo para profesores (UNESCO, 2011), así como las directrices europeas recogidas en el Marco para el desarrollo y comprensión de la competencia digital en Europa (DigComp, 2017). Para conseguir este objetivo resulta imprescindible la colaboración entre el MECD y las diferentes Comunidades Autónomas, a nivel presupuestario y de coordinación. Estas actuaciones en el campo de la formación permanente del profesorado son imprescindibles para garantizar la renovación metodológica contemplada en la normativa curricular vigente.
– Además de priorizar esta línea específica de formación, también procede que, desde los servicios de formación del profesorado de las CC. AA., se diseñen módulos sobre contenidos ALFIN/AMI para integrar en ámbitos de formación específicos de las diferentes áreas de aprendizaje o en actividades destinadas a distintos colectivos dentro del conjunto del profesorado, con un enfoque transversal que facilite la inclusión del trabajo para la adquisición de las competencias informacionales y mediáticas en todas las etapas educativas y en todos las áreas de aprendizaje.
El centro educativo y las aulas
La asunción de metodologías activas, de metodologías por proyectos, con el apoyo de la biblioteca escolar y de sus recursos, asociadas a programas de trabajo con la información y los medios de comunicación es una fórmula operativa que permite al alumnado avanzar en la adquisición de las competencias objeto de este informe.
Resulta imprescindible apoyar directamente a aquellos equipos docentes que incorporen los contenidos AMI (Alfabetización Mediática e Informacional) a sus programas didácticos (mediante la dotación de horas para el desarrollo de sus programas, de recursos extraordinarios, de mayor flexibilidad en relación con el uso de los espacios y los tiempos académicos, etc.), o bien por medio de programas de formación del profesorado en centros, incentivando aquellos proyectos que tratan de mejorar sus prácticas en este ámbito. Esto puede hacerse priorizando aquellos proyectos que contemplen la adquisición de competencias informacionales y mediáticas del alumnado, la investigación y la innovación en este terreno. Además, todos aquellos docentes que se incorporen a un centro en el que se trabajen los contenidos ALFIN/AMI deben tener obligatoriamente formación en los mismos, además del cuatrienio 2016-2020 propuesto en el punto anterior. De este modo se asegura que los profesores que han cambiado de destino o los profesores interinos puedan continuar con el proyecto de centro.
La biblioteca escolar
Resulta imprescindible adoptar normativas claras que establezcan en los centros educativos la figura del responsable de biblioteca con funciones de gestión y de docencia, que aseguren el funcionamiento de la biblioteca escolar y que regulen la existencia de un equipo de apoyo, con horario de atención a la biblioteca que cubra, en su conjunto, la totalidad del tiempo lectivo del centro.
Según estudios de impacto de la biblioteca escolar en el aprendizaje (Williams, Wavell, Morrison, 2013), un factor fundamental que contribuye a que los/as estudiantes obtengan mejores resultados es la presencia de:
- Personal bibliotecario a tiempo completo, cualificado, proactivo y con funciones de gestión y docencia.
- Personal de apoyo para llevar a cabo tareas rutinarias que permitan al bibliotecario realizar actividades de formación, colaboración y promoción, así como tareas profesionales de desarrollo de la colección.
– Se propone elevar a la Conferencia Sectorial de Educación una propuesta normativa para la creación de puestos de responsable de biblioteca en los centros educativos que garanticen la estabilidad y funcionamiento de las bibliotecas escolares, propuesta que ha de vehiculizarse a través de la Comisión Técnica de Bibliotecas Escolares (con presencia de representantes de las administraciones educativas autonómicas con responsabilidad en programas de bibliotecas escolares y lectura), y de su presidencia (MECD). Este profesional tendría responsabilidad directa en el diseño y desarrollo de programas para el refuerzo de las competencias mediáticas e informacionales del alumnado del centro, en colaboración con el equipo de biblioteca y el resto del equipo docente. Esta normativa deberá regular la existencia de equipos de apoyo a la biblioteca, de carácter interdisciplinar, formado por integrantes de los diferentes equipos o departamentos del centro. También contemplará aquellos casos en que se precise la incorporación de personal auxiliar para hacer frente a todas las funciones de la biblioteca. La creación de plazas de responsable de la biblioteca escolar podría desarrollarse en diversas fases hasta alcanzar al conjunto de los centros docentes.
– Se hace imprescindible, a su vez, establecer un sistema de acreditación para el profesorado que en la actualidad se encarga del funcionamiento de las bibliotecas escolares, con el fin de reconocer la formación y la experiencia acumuladas, de cara a cubrir el puesto de responsable de biblioteca en los centros, todo ello en consonancia con las competencias que contemplan anteriores informes del CCB para el perfil de responsable de biblioteca escolar. Se trata de fijar profesorado en el que se han invertido muchas horas de formación, que ha ocupado un importante número de horas de dedicación y que ha generado gran cantidad de conocimiento, lo que supone un importante activo para el sistema educativo. Se recomienda diseñar una propuesta, también desde la Comisión Técnica de Bibliotecas Escolares, que pueda ser elevada a la Conferencia Sectorial de Educación y asumida por los representantes de las diferentes Comunidades Autónomas, para la acreditación del profesorado que cuenta con formación y experiencia en materia de biblioteca escolar. Como se indicó al principio de este punto, se tendrán en cuenta los requisitos y competencias contempladas en el documento elaborado en el seno del CCB sobre Perfiles profesionales del Sistema Bibliotecario Español: fichas de caracterización (CCB, 2013), para el responsable de biblioteca escolar.
– Se propone establecer un itinerario formativo básico y la toma de medidas oportunas para garantizar la formación adecuada del equipo humano al cargo de la biblioteca en cada centro, en los distintos ámbitos en los que debe actuar desde la biblioteca escolar, y muy especialmente en lo relacionado con las competencias informacionales y mediáticas, así como las metodologías más adecuadas para su tratamiento. Además, la formación en relación con los contenidos y las prácticas precisas para desarrollar competencias debería extenderse al conjunto del profesorado. Se recomienda que las redes de formación del profesorado, de carácter autonómico, contemplen el documento Alfabetización Mediática e Informacional. Currículo para profesores (UNESCO, 2011) a la hora de programar la formación permanente del profesorado en general y, específicamente, la del profesorado integrante de los equipos de biblioteca de los centros.
– Se recomienda una intervención urgente en la formación inicial del profesorado, en los contenidos de los cursos de postgrado previos al acceso a la docencia y en los estudios de biblioteconomía, con la creación de la especialidad de bibliotecario escolar. En este contexto, es importante delimitar claramente en todas estas variantes los contenidos, finalidades y circunstancias de las competencias informacionales y mediáticas, con especial atención al mencionado Currículo AMI para profesorado de la UNESCO.
– Crear la mención de bibliotecario escolar o responsable de biblioteca en la formación inicial del profesorado. Elevar a los responsables de las políticas universitarias en las diferentes CC.AA., a través de la Conferencia Sectorial de Educación y desde el CCB, una propuesta para la inclusión de menciones o especialidades de bibliotecario escolar en las facultades de Ciencias de la Educación y/o de Formación del Profesorado, al menos en una de ellas por cada Comunidad Autónoma. Esta formación deberá incluir, entre otros contenidos, la alfabetización mediática e informacional desde la biblioteca escolar. El alumnado de esta mención debería poder realizar prácticas en centros educativos con bibliotecas de excelencia, para lo que se recomienda una estrecha colaboración entre los organismos de la administración educativa responsables de programas de bibliotecas escolares y los responsables académicos de las universidades.
– Se recomienda, del mismo modo, incluir, en los cursos de acceso a la docencia para el profesorado de Enseñanza Secundaria, módulos específicos relacionados con las posibilidades de la biblioteca escolar para la adquisición de las competencias clave, específicamente la lectura y las competencias informacionales y mediáticas, con el fin de garantizar al profesorado el acceso a los recursos mínimos para enfrentarse a los retos que, como docente, la sociedad de la información parecen exigirle, y para que pueda obtener el máximo rendimiento de las oportunidades que la biblioteca escolar puede ofrecerle en los diferentes procesos de enseñanza.
Redes bibliotecarias y la comunidad profesional
– El profesorado que trabaja en la biblioteca de un centro educativo tiene una gran oportunidad en el trabajo colaborativo, desde la constitución del equipo de apoyo a la biblioteca como grupo de autoformación y trabajo conjunto, hasta la colaboración con otros profesionales de bibliotecas de distinta tipología (universitarias, públicas, especializadas), pasando por la participación en pequeñas redes locales con profesorado de otros centros próximos o con el personal de la biblioteca pública de referencia y, especialmente, por la participación activa en redes de bibliotecas escolares creadas por la propia administración educativa. Estas dinámicas van a facilitar la puesta en marcha de proyectos y programas de diversa índole (de lectura, de trabajo con la información, de rediseño de las bibliotecas de los centros, de elaboración de materiales didácticos, de proyectos interdisciplinares de carácter colaborativo, etc.).
– Se recomienda que, desde las administraciones educativas, se facilite el trabajo entre profesionales de las distintas tipologías de bibliotecas a distintos niveles. Este informe es un ejemplo del trabajo colaborativo de distintos profesionales del ámbito bibliotecario, pero hay otros ámbitos de colaboración que pueden ser ensayados. Todas las CC. AA. deberían contar con una red de bibliotecas escolares fuerte que ayude al profesorado de los centros en su trabajo por una biblioteca útil al servicio del currículo, de la adquisición de competencias clave y para beneficio de toda la comunidad escolar. Las CC. AA., asimismo, podrían impulsar la colaboración de centros próximos a través de medidas de estímulo específicas para el funcionamiento de pequeñas redes profesionales a nivel local o comarcal. Los programas de colaboración entre centros de distintas CC. AA., auspiciado por el Ministerio de Educación, para la puesta en marcha de proyectos conjuntos relacionados con la lectura y las bibliotecas escolares dieron buenos resultados en su momento y deberían retomarse. Otro ejemplo son los programas de eTwinning que facilita el desarrollo de proyectos colaborativos de gran interés y que se podrían aprovechar para avanzar en el ámbito de las competencias informacionales del alumnado.
Otros agentes estratégicos (centros de formación del profesorado, inspección educativa…)
– Algunas de las dificultades que encuentra la implantación de las competencias informacionales y mediáticas en los centros nacen del desconocimiento que sobre la materia tienen agentes con responsabilidad en la gestión de los centros y de las políticas educativas. La colaboración entre los/as responsables de la gestión de los centros y sus supervisores (servicio de inspección) con el equipo docente encargado de diseñar, integrar y poner en marcha programas para la adquisición de este tipo de competencias (equipo de biblioteca escolar) es esencial para que se puedan tomar las medidas organizativas imprescindibles que permitan el desarrollo de estos programas. Se propone diseñar y poner en marcha un itinerario formativo específico en materia de biblioteca escolar y, muy especialmente, de competencias informacionales y mediáticas, destinado a agentes educativos con responsabilidad, como equipos directivos, asesores y asesoras de formación, e integrantes de los servicios de inspección docente, que se desarrolle a través de acciones formativas con carácter anual. Se recomienda la realización de una propuesta piloto a través del INTEF con la consiguiente valoración y adaptación a distintos contextos de aplicación en las diferentes CC. AA.
La comunidad educativa y la sociedad
La adquisición de las competencias para el uso, el tratamiento y la producción de información requiere tiempo, recursos, organización, metodología facilitadora y oportunidades de aprendizaje en un proceso de cierta complejidad, pues son muchas las destrezas que es necesario adquirir y reforzar a través de actividades contextualizadas y de carácter funcional. La transversalidad en los aprendizajes y los enfoques globalizados van a facilitar mucho la adquisición de estas competencias. Es por ello que cuanto mayor sea la colaboración entre los diferentes miembros de la comunidad escolar y cuanto más concienciada esté la sociedad de la necesidad de enseñar al alumnado a moverse con fluidez y sentido crítico por el mundo de la información, mejores serán los resultados.
– Las direcciones de los centros y el profesorado deberán facilitar la participación de las comunidades educativas, en su conjunto, en el diseño y desarrollo de programas de capacitación ALFIN/AMI, empezando por conocer sus necesidades de formación (las del alumnado, pero también las del profesorado y, de ser posible, de las propias familias), con el fin de diseñar actividades adecuadas al nivel competencial y las expectativas de la comunidad escolar. Una biblioteca escolar atenta a las necesidades de todos los integrantes de la comunidad educativa, y en contacto con el entorno más próximo, podrá integrar en sus programas anuales actividades que impliquen a toda la comunidad escolar, en diferentes momentos y para diferentes finalidades. Las familias pueden ser excelentes colaboradoras a la hora de implementar programas de educación lectora y también a la hora de realizar búsquedas informativas, por ejemplo, para la elaboración de proyectos documentales.
– Las administraciones educativas pueden impulsar el trabajo colaborativo de profesorado y familias para la mejora competencial del alumnado a través de programas que 39 Propuestas para implantar las competencias mediáticas e informacional en el sistema educativo… Consejo de Cooperación Bibliotecaria Informe febrero 2016 impliquen a la comunidad educativa en su conjunto (comunidades de aprendizaje y otros) pero también a través de la difusión de buenas prácticas, por ejemplo, en aquellas actividades formativas relacionadas con la biblioteca escolar y el trabajo por competencias, o en espacios web específicos.
Aunque el tiempo marcado para la consecución de las propuestas era 2016-2020 y dado que no ha habido demasiado movimiento con las mismas y que siguen plenamente vigentes , considero que para las buenas intenciones siempre debe haber tiempo ya que, como dijo Machado, “hoy es siempre todavía”…