El pasado 5 de noviembre se publicó en el BOE la Orden PCM/1030/2020, de 30 de octubre, por la que se publica el Procedimiento de actuación contra la desinformación aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional, al que el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos ha dado el visto bueno, siguiendo (supuestamente) las directrices de la Unión Europea.
En 2018, la Unión Europea, con la intención de mejorar los programas iniciados en 2015 para la detención de las campañas de desinformación y protección de sus sistemas democráticos y debates públicos, presentó un potente Plan de Acción que entró en vigor en 2019 para contrarrestar cualquier campaña de dentro del llamado fenómeno de la posverdad.
El plan europeo
El Plan de Acción europeo contiene un conjunto de acciones que permiten un enfoque conjunto y coordinado de la Unión para afrontar la desinformación y que está basado en cuatro claves:
- Un aumento de recursos para frenar la “avalancha de desinformación2 que trata de disipar la información real, y así “mejorar la detección precoz de noticias falsas”. El grupo especial de Comunicación Estratégica y la célula de Fusión Híbrida de la Unión Europea en el Servicio Europeo de Acción Exterior, junto con las delegaciones de la UE en los países vecinos, serán reforzadas con personal especializado y potentes herramientas de análisis de datos.
- Una respuesta coordinada a los ataques, implementando para ello un sistema de alerta rápida entre las Instituciones de la UE y los Estados miembros, de modo que se facilite el intercambio de datos y evaluaciones de las campañas para hacer frente a la desinformación en tiempo real. Cumplir este objetivo requiere que los Estados miembros se conciencien del impacto negativo y de la desestabilización social que puede provocar la desinformación.
- Se exige el cumplimiento del código de buenas prácticas a las plataformas que ofrecen información en línea, lo que posibilita la identificación de cuentas falsas e interacciones no humanas. De esta forma, se busca garantizar la transparencia de la publicidad política, pues se conseguirá cerrar cuentas falsas activas, etiquetar los botsy cooperar con los investigadores para detectar campañas de desinformación.
- Creación de grupos de verificación y contraste de datos, además de sensibilizar a la ciudadanía de las posibles campañas de desinformación a través de programas específicos, y de un apoyo firme a estos equipos de verificadores e investigadores que trabajen en la detección temprana de campañas de desinformación en las redes sociales (RRSS).
Los cuatro niveles del plan español
Para ejecutar todo el procedimiento, el Gobierno ha establecido cuatro niveles de activación que sirven tanto para la detección de campañas de desinformación y su análisis ante unos posibles impactos en la Seguridad Nacional, como para el apoyo en la gestión de situaciones de crisis donde pudiera haber una afectación derivada de dichas campañas.
- El primer nivel permite actuar a nivel técnico para detectar, realizar la alerta temprana y notificar según su comunidad de referencia. La monitorización de la información está contemplada en esta parte, así como la investigación de su posible origen y propósito.
- El segundo nivel comienza con la convocatoria y la evaluación de la alerta por parte de la mencionada comisión. En este estadio, se activará una célula de Coordinación contra la desinformación por parte del director del Departamento de Seguridad Nacional. Será ahí cuando se decida si se realiza una campaña de comunicación pública dirigida por la Secretaría de Estado de Comunicación en función de la naturaleza de la campaña de desinformación.
- El tercer nivel estará centrado en la gestión estratégica y política de los aspectos de la crisis, y adopción de medidas con arreglo al marco para una respuesta conjunta, que vendrá determinada por el Comité de Situación.
- El último nivel contempla la gestión política de la respuesta a una crisis y la adopción de medidas en el caso de la atribución pública a un tercer Estado de una campaña de desinformación.
¿Es posible un equilibrio?
El debate está servido: la oposición, por un lado denuncia que se ha creado un “Ministerio de la verdad” al más puro estilo orwelliano en 1984, que coarta la libertad de expresión y que censura el acceso a la información. Por el otro, el gobierno proclama que lo que pretende es «evitar la injerencia extranjera en procesos electorales, así como detectar campañas promovidas desde el exterior que puedan dañar los intereses nacionales de nuestro país» y luchar contra las informaciones falsas y “la desinformación de manera coherente, considerando la necesidad de examinar los medios que se utilizan para interferir los sistemas democráticos, basándose en las acciones sobre la lucha contra la desinformación relacionada con la COVID-19”.
«Tenemos que encontrar un equilibrio entre asegurar los sistemas democráticos estables que tenemos en Europa, por un lado, y también proteger la libertad de expresión «, dice Tobias Schmid, director de la Autoridad de Medios en el estado alemán de Renania del Norte-Westfalia y presidente del Grupo de Reguladores Europeos de Servicios de Medios Audiovisuales.
La desinformación y las noticias falsas representan una amenaza para las democracias. Según el Dr. Markus Kerber que ha sido Secretario de Estado en el Ministerio Federal del Interior, Construcción y Comunidad de Alemania desde 2018, los verificadores de datos, los partidos políticos y los propios ciudadanos juegan un papel crucial en la promoción de la alfabetización digital y mediática.
Para Kerber, las posibles medidas legales para detener la difusión de desinformación siempre deben sopesarse con mucho cuidado, ya que el proceso de formación de la opinión pública no debe restringirse indebidamente. Además, criminalizar las declaraciones falsas, como a veces se pide, crearía problemas muy prácticos. No siempre es posible distinguir claramente entre opiniones, que están bajo la protección de la libertad de expresión, y afirmaciones fácticas. Por tanto, el derecho penal no resolverá el problema de la desinformación. Se necesitan otros medios para combatir la desinformación. Una posibilidad sería centrarse más en los mecanismos de provisión de información en las redes sociales. Aquí se necesita más transparencia y trazabilidad.
Kerber cree, que no es tarea del estado distinguir activamente entre verdad y falsedad en el debate público. Ésta es en gran parte tarea de los medios de comunicación, los verificadores de datos, los partidos políticos y los propios ciudadanos. Las plataformas en línea también deben tomar medidas más contundentes contra la propagación de la desinformación y lo están haciendo en diversos grados. Sin embargo, el estado puede, dentro del alcance de sus posibilidades, trabajar para que el público sea aún más consciente de la desinformación dirigida, por ejemplo, a través de la educación cívica.
El Sector de Comunicación e Información de la UNESCO ha intensificado su trabajo en relación con las dimensiones de “oferta”, “demanda” y “transmisión” de la desinformación. En el “lado de la oferta”, el Sector está trabajando para señalar que para contrarrestar los rumores, los gobiernos pueden aumentar la transparencia oficial y aumentar la divulgación proactiva y los datos abiertos, en línea con los estándares legales y las políticas públicas del Derecho a la Información. Esto se debe a que el acceso a la información que viene con procedencia oficial es clave para la credibilidad y las comunicaciones en esta crisis. Al mismo tiempo, esta importante área de acción “del lado de la oferta” no es un sustituto de la información producida por los medios de comunicación. Por lo tanto, el Sector busca persuadir a las autoridades para que consideren al periodismo libre y profesional como un aliado en la lucha contra la desinformación. Esto se debe especialmente a que los medios de comunicación trabajan abiertamente en el espacio público, mientras que mucha desinformación está en las aplicaciones de mensajería social fuera del radar, y no es fácil garantizar que los involucrados rindan cuentas.
Como parte de la campaña, la UNESCO, al igual que otros actores de la ONU, insta a los gobiernos a no imponer restricciones a la libertad de expresión que puedan dañar el papel esencial del periodismo independiente. En cambio, se alienta a los Estados a reconocer el periodismo como un poder contra la desinformación – incluso cuando genera información verificada y opinión informada que puede molestar a algunos en el poder. El Sector de Comunicación e Información de la UNESCO también está compartiendo buenas prácticas, como el reconocimiento oficial de los medios de comunicación como un servicio esencial en este momento, y como uno que, con garantías de independencia y transparencia, también es digno de apoyo estatal durante estos tiempos económicos turbulentos.
En cuanto a la “transmisión” de la desinformación, la UNESCO trabaja para promover la universalidad de Internet como un medio para alinear el desarrollo digital con el desarrollo sostenible. Esto implica avanzar normas basadas en los principios de R.O.A.M acordados por los Estados miembros. En consecuencia, trabajan con empresas de internet, gobiernos, sociedad civil y otros para garantizar que la internet respete los derechos humanos, sea abierta, accesible para todos y se rija a través de procesos de múltiples partes interesadas.
Está claro que una mejor alfabetización mediática e informacional ayudaría en este proceso. Los estados deber articular políticas que formen a los ciudadanos en este proceso de verificación y estos una vez formados, han de asumir su responsabilidad individual primero y como ciudadanía después.
Y ante esta situación, una necesidad urgente: más y mejor alfabetización mediática e informacional (AMI)…
Como dijo Saramago «Siempre acabamos llegando a donde nos esperan». Siempre acabo poniendo de manifiesto la necesidad de formar a la ciudadanía en la gestión de la información, sea cual sea el formato y el medio en el que esta se presente. En este sentido me gustaría poner de manifiesto las respuestas educativas que ha recogido la UNESCO que pretenden promover la alfabetización mediática e informacional de la ciudadanía, lo que incluye sus destrezas de pensamiento crítico y verificación digital. En el contexto de la ‘infodemia’, muchas medidas educativas se están implementando en el ámbito digital – en muchos casos usando los mismos entornos en línea donde prolifera la desinformación (por ejemplo, los medios sociales). Estas respuestas provienen especialmente de proyectos de alfabetización mediática e informacional alrededor del mundo, de los propios medios de comunicación social, de organizaciones periodísticas de la sociedad civil y de facultades de periodismo, así como de los gobiernos.
A través de distintas maneras, la UNESCO promueve la mirada de que los derechos a la libertad de expresión y al acceso a la información son remedios efectivos contra los peligros de la desinformación. Son estos derechos los que permiten a los gobiernos y al público tomar decisiones basadas en evidencia sobre políticas y prácticas, y para implementar y monitorear las respuestas a la pandemia que se basan tanto en los valores de la ciencia como de los derechos humanos. Sobre esta base, el trabajo de la UNESCO en información y comunicaciones puede ayudar a llevar a la humanidad, de la mejor manera posible, a través de los desafíos actuales.
La UNESCO trabaja aún más para fortalecer el periodismo profesional en la cobertura de esta crisis. Un llamado a la cooperación a través de la Asociación Internacional de Estudios en Comunicación Social (IAMCR por sus siglas en inglés) ha puesto en marcha 20 traducciones de la publicación “Periodismo, “Noticias falsas” y Desinformación: un manual para la educación y capacitación en periodismo”. Con la Cátedra UNESCO de Comunicación de la Universidad de Austin, Texas, se está desarrollando un curso masivo en línea abierto (MOOC) en varios idiomas.
Dentro de este recurso, tanto el manual como el MOOC, cabe destacar el capítulo y módulo 4: COMBATIENDO LA DESINFORMACION Y LA INFORMACION ERRONEA A TRAVES DE LA ALFABETIZACION MEDIATICA E INFORMACIONAL (AMI) por Magda Abu-Fadil que presenta el concepto de Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) para entender las noticias como un medio para detectar el “desorden de la información” en mensajes obvios y subliminales. AMI es un concepto sombrilla utilizado por la UNESCO para enfatizar la interrelación de competencias con respecto a la información en general y, en particular, los medios. Estas cubren la alfabetización en derechos humanos (especialmente el derecho a la libertad de expresión como el derecho de cada persona a buscar, recibir y dar información y opinión); alfabetización en noticias (incluyendo alfabetización sobre los estándares y la ética periodísticas); alfabetización publicitaria; alfabetización informática; comprensión de la ‘economía de la atención ́; alfabetización intercultural; alfabetización en privacidad; etc. Esto incluye comprender cómo las comunicaciones interactúan con la identidad individual y el desarrollo social. La AMI es cada vez más una habilidad esencial en la vida – necesaria para saber qué está moldeando nuestra identidad y cómo uno puede navegar por la niebla de la información y evitar las minas ocultas dentro la neblina. La AMI informa nuestro consumo, producción, descubrimiento, evaluación e intercambio de información y nuestra comprensión de nosotros mismos y de los demás en la sociedad de la información. La alfabetización en noticias es la capacidad más específica para comprender el lenguaje y las convenciones de la noticia como género y para reconocer cómo estas características pueden ser explotadas con mala intención. Sin embargo, a pesar de su importancia, es poco probable que -por sí sola- produzca total resiliencia a la desinformación disfrazada de noticias. Esto se debe a que los seres humanos se comunican no solo con sus cabezas, sino también con sus corazones. Por consiguiente, la AMI también necesita crear conciencia entre las personas sobre cómo ellas responden al contenido de las noticias, y su predisposición para dar o no crédito a la información, incluso independientemente de las características del género. Por consiguiente, la AMI deberá, en el fondo, ayudar a los individuos a comprender su propia identidad: quiénes son y en quiénes se están convirtiendo, y cómo esto afecta su relación con las noticias y otros tipos de comunicación. Este módulo tiene como objetivo ayudar a reconocer y distinguir el periodismo, por un lado, y la información que pretende ser periodismo, por el otro. Tal empoderamiento permite a las personas ser dueñas de su propia identidad y reconocer y resistir cuando están siendo manipuladas por la desinformación disfrazada de noticia. Quienes tomen este curso aprenderán a desarrollar y utilizar el marco de habilidades del pensamiento crítico del “juicio reflexivo intencionado”, que involucra el uso del análisis, la interpretación, la evaluación, la autorregulación, la inferencia y la explicación. Para ello deberán analizar las noticias impresas y las transmitidas por radio, televisión internet y redes sociales; deconstruirán los mensajes en sus partes constitutivas y aprenderán sobre las fuentes y su credibilidad (o la falta de esta). Aprenderán que las noticias auténticas no son una ciencia, sino que están insertadas en narraciones que, a pesar de ser diversas, por lo general se adhieren a métodos profesionales y a la ética, lo que ayuda a reducir errores y ciertamente evita la fabricación. Los periodistas deberán señalar las mentiras expresadas por varios actores e informar sobre ellas; por el contrario, nunca deberán aceptar reclamos como hechos, ni presentarlos sin proporcionar los elementos acompañantes que informan a la audiencia sobre la situación real. En este módulo, los participantes también aprenderán lo rápido y fácil que es explotar el lenguaje periodístico para crear una historia con apariencia creíble y convincente sacada de detalles incompletos, engañosos e inventados. Los materiales de enseñanza de este módulo se enfocan en crear conciencia sobre la importancia de la AMI para combatir la información errónea y la desinformación. Esto incluye el uso de la capacidad de pensamiento crítico para detectar las ‘noticias’ que han sido fabricadas. También destaca la importancia de que las personas ejerciten su propia AMI en su vida diaria. Les ayuda a ver cómo la AMI puede reforzar sus derechos humanos y los de los demás; y la importancia de evitar promover y difundir falsedades.
Con la AMI, se puede aprender a reconocer que incluso las noticias auténticas siempre se producen y consumen dentro de marcos narrativos más amplios que dan significados a los hechos, y que implican suposiciones, ideologías e identidades más amplias. Esto significa, por un lado, la capacidad de reconocer la diferencia entre diversos esfuerzos periodísticos por capturar e interpretar los aspectos sobresalientes de la realidad y, por el otro, los casos de engaño que explotan el formato de las noticias y violan los estándares profesionales de verificabilidad. La AMI también puede ser una herramienta para combatir los estereotipos y promover la comunicación transcultural, siendo el multilingüismo un factor significativo para lograr ese objetivo. Varios actores han contribuido al esfuerzo de la AMI, y se pueden encontrar buenos recursos en el sitio de la web de UNESCO. Pero aún queda mucho por hacer a través de los planes de estudio, y en la práctica, para aliviar el golpe de la desinformación y la información errónea.
También se debería ayudar a las personas a revisar su tendencia a buscar superficialmente en Google para obtener información, iniciando búsquedas más profundas en línea, incluyendo funciones de búsqueda avanzada, verificación cruzada de múltiples fuentes de información. También se podría ayudar a comprender el valor de las bibliotecas y el personal bibliotecario en el desarrollo de capacidades para la búsqueda y evaluación de la información. Las bibliotecas electrónicas han facilitado mucho el acceso a referencias académicas y de otro tipo, que estudiantes de periodismo y periodistas en ejercicio pueden usar para profundizar su conocimiento sobre los procesos y prácticas disponibles para evaluar y verificar críticamente la información. Otros recursos también complementan el proceso de aprendizaje/conocimiento para ayudar a los participantes a entrar en la refriega de noticias fraudulentas, protegerse contra su impacto negativo y posicionarse para desacreditarla como parte del ejercicio periodístico. La participación cívica con los usuarios de redes sociales que reciben y comparten desinformación e información errónea es también un método prometedor para que los periodistas y estudiantes de periodismo aprendan cómo encontrar, rastrear y refutar efectivamente las falsedades, tanto para ellos como para sus comunidades. Las palabras de Rouba El Helou, profesor e investigador de medios de la Universidad de Notre Dame, del Líbano, son útiles para considerar la importancia de este módulo sobre AMI: “Lograr que las personas desarrollen la capacidad necesaria para decodificar diversos mensajes es una lucha continua a la que deben unirse los educadores de medios y periodistas. La Alfabetización Mediática ayuda a las personas a encontrar un equilibrio entre la confianza en las fuentes de noticias y la sospecha necesaria para cuestionarlas…».
Otros ejemplos de proyectos de alfabetización mediática e informacional incluyen:
- El diario Dawn de Pakistán ha publicado una breve guía ciudadana para sobrevivir la desinfodemia, como acción de alfabetización mediática digital.
- La London School of Economics (LSE) ha publicado una guía para ayudar a los niños/as a sortear la desinformación sobre el COVID-19, destinada a las familias obligadas por la pandemia a educar a sus hijos/as en casa.
Las intervenciones educativas destinada a periodistas se enfocan en la verificación de las fuentes y los hechos, y en el reportaje ético sobre la salud. Algunos ejemplos:
- El grupo de investigación Datos y Sociedad ha producido una hoja resumen con 10 sugerencias para periodistas que cubren la desinformación.
- La UNESCO ha hecho traducciones por aporte voluntario (“crowdsourcing”), de su manual “Periodismo, ‘Noticias Falsas’ y Desinformación” a múltiples nuevos idiomas como respuesta a la desinformación.
La serie de publicaciones de la UNESCO sobre Internet Freedom ofrece consejos sobre cómo las redes digitales pueden respetar la libertad de expresión y privacidad, al tiempo que evita el discurso de odio y la radicalización del extremismo violento que se encuentran fusionados con la desinformación.
La UNESCO está haciendo circular mensajes clave de información de salud pública, en colaboración con agencias como la OMS, para proporcionar hechos verificados que puedan contradecir las falsedades con información veraz. Esta actividad se implementa a través de redes en los medios, incluidas las radios comunitarias y las emisoras públicas, y a través de los propios canales de redes sociales de la UNESCO. La UNESCO también está creando resiliencia entre el público al intensificar sus iniciativas de Alfabetización Mediática e Informacional en línea. Estos pasos cultivan el pensamiento crítico y la participación consciente en las comunicaciones. Por ejemplo, a través de muchos socios, la Organización está aumentando la promoción de los hashtags #ThinkBeforeSharing, #ThinkBeforeClicking y #ShareKnowledge. Un hackathon global “CodeTheCurve”, en asociación con IBM y SAP, ha reclutado a jóvenes de todo el mundo para proponer soluciones tecnológicas para ayudar a contrarrestar la crisis. Se están movilizando instituciones del patrimonio documental para proporcionar perspectivas sobre cómo se han abordado las pandemias anteriores y las lecciones que surgieron. Las actividades para promover la ciencia abierta y los recursos educativos abiertos, así como la innovación en tecnologías digitales a través de campañas como #DontGoViral y #ShareInformation.
El Sector también trabaja en la Comisión de Banda Ancha, que ha reconocido la importancia del acceso a la información en respuesta a la crisis, y está supervisando la investigación del Grupo de Trabajo de la Comisión sobre Libertad de Expresión y Desinformación.
A estas alturas está claro que asumiendo la transparencia que garantice el acceso, sin ningún tipo de censura a todas las informaciones oficiales, que es lo que debe cumplir cualquier gobierno, buena parte de la responsabilidad es de la ciudadanía. Pero como el todo es la suma de las partes, la ciudadanía debe estar formada por ciudadanos libres, independientes, participativos, críticos que sean conscientes de su «poder» y de su responsabilidad: formarse para gestionar la información y no depender de ni nada ni de nadie para hacerlo. Eso lleva tiempo sí, pero eso se puede aprender, y aquí hemos expuesto algunos recursos para ello.
El mejor filtro para no ahogarnos en un mar de información es la educación, «El que no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra» Cómo el historiador, cuando busca conocer el pasado rescata documentos, verificando su autenticidad, muchas veces auténticos pero no verídicos, los reconstruye cómo un rompecabezas y los pone a disposición para que las personas tengan su propia opinión. De esta manera, como debe ser no tiñe a la historia de su propia subjetividad.
Gracias Graciela!!