Más de la mitad de los paises que representan la población mundial celebrarán elecciones en 2024, un intenso año electoral. En España estamos a las puertas de dos elecciones autonómicas, en el País Vasco y Cataluña, y en junio se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo.
Todas las elecciones ahora se organizan en medio de un mar de desinformación, lo que dificulta que quienes votan sepan qué es verdad. La desinformación por sí sola se ha convertido ahora en la mayor amenaza a la integridad electoral en muchos países del mundo, afirman Anthony Banbury, presidente de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales y Mohammad Irfan Abdool Rahman, comisionado electoral de Mauricio, y esto socava la fe que las personas votantes tienen en los órganos electorales, las elecciones que organizan, los resultados de esas elecciones y, en última instancia, los gobiernos que asumen el poder. Ante tanta desinformación ya no es suficiente lo que las autoridades electorales tradicionalmente han considerado su mayor obligación: organizar elecciones técnicamente competentes, libres y justas, y ya no pueden hacer este trabajo solas. Los partidos políticos, las empresas de tecnología, los candidatos, los medios de comunicación y la sociedad civil tienen papeles importantes que desempeñar. Veamos como…
¿Qué es la desinformación?
La desinformación, definida como «información verificablemente falsa o engañosa creada, presentada y difundida con fines de lucro económico o engaño intencionado al público» (Comisión Europea, 2019), se ha convertido en un problema clave para las sociedades democráticas contemporáneas. Este elemento, su carácter deliberado, es la diferencia de lo que en el mundo anglosajón se define como “misinformation”, que se refiere a la difusión no-intencionada de información falsa o no veraz por parte de los usuarios. Para la Comisión Europea, la desinformación, por el contrario, requiere, además de la inautenticidad, la coordinación y la ocultación de los actores, sus actividades y propósitos, con un propósito deliberado y dañino. Es un fenómeno que, pese a su naturaleza basada en el enmascaramiento, el disimulo y la ocultación, ha cobrado gran protagonismo en el debate público. La desinformación es difícil de detectar, pero sus consecuencias son evidentes, como veremos más adelante.
Antes de seguir, aclaremos algunas cositas. Claire Wardle y Hossein Derakshan (2017) en su trabajo “Desorden de la información: hacia un marco interdisciplinario para la investigación y la formulación de políticas”, ubican el fenómeno de las “fakenews” dentro de lo que llama “desorden de la información”. Y concretamente define 3 tipos de trastorno de la información:
- Información errónea (misinformation): Es información falsa pero la persona que lo difunde cree que es verdadera y no se crea con la intención de causar daño.
- Desinformación (desinformation): Es información falsa y la persona que lo difunde sabe que es falsa. Es una mentira deliberada e intencional para dañar a una persona, grupo social, organización o país.
- Información maliciosa: Es basada en hechos reales, pero se utiliza fuera de contexto con el fin de engañar, perjudicar o manipular.
Y el “Manual contra la desinformación: claves para un pensamiento informado” (2023) determina 7 tipos de fake, o “Escalera de la Manipulación”:
Y, ¿qué es la desinformación electoral?
Según la Guía Sobre Desinformación e Integridad Electoral del National Democratic Institute, La desinformación es la generación y difusión deliberada de información falsa para manipular la opinión pública. Las elecciones democráticas dependen de un proceso competitivo, confianza en las instituciones electorales y en la participación informada. La distribución estratégica de información falsa, exagerada o contradictoria en el ambiente electoral ha servido como una herramienta para deteriorar principios democráticos en varios lugares en el mundo.
En el capítulo 4 “Propuestas para combatir las campañas de desinformación en procesos electorales” del libro “Lucha contra las campañas de desinformación en el ámbito de la seguridad nacional: Propuestas de la sociedad civil” (2022), nos recuerdan que las campañas de desinformación suponen una grave amenaza para los procesos electorales. Su peligro radica en su posible influencia en los resultados de unas elecciones y, sobre todo, en sus efectos estructurales como la polarización (palabra del 2023), de la sociedad o la desconfianza y deslegitimación de los procesos e instituciones democráticas. La lucha contra la desinformación en las elecciones exige el trabajo coordinado de la sociedad civil y los servidores públicos del Estado a través de tres pilares esenciales: la información y transparencia, la formación o alfabetización mediática y la prevención. La evolución de la tecnología y de nuestra propia sociedad exige una revisión constante de la materia.
Y el documento de la UNESCO: “Cómo contrarrestar la desinformación electoral: guía práctica para organizaciones y cuerpos electorales” (2022), confirma que la desinformación se ha vuelto un jugador en las elecciones, cuestiona su transparencia y funcionamiento, pone en jaque el derecho al voto libre e informado y genera dudas sobre su legitimidad. Las elecciones son momentos en los cuales la información tiene que ser precisa. En esta época en la cual los mensajes se reproducen y se diseminan a gran velocidad la ausencia de información de calidad puede ser reemplazada fácilmente por información falsa. En materia electoral es necesario que las instituciones estatales informen de manera activa sobre los temas que pueden dar lugar a confusión o sobre los que directamente se esté intentando engañar a la ciudadanía. Las elecciones son momentos en los cuales la información tiene que ser precisa. Al ser las elecciones un proceso que involucra a todo el mundo, muchas veces la experiencia y percepción individual invita a generalizar situaciones y divulgar conclusiones que terminan desinformando a la ciudadanía. En otras ocasiones, la divulgación de información falsa se realiza con un claro objetivo político. En estos casos aportar información sobre el proceso electoral a los ciudadanos puede colaborar a contrarrestar la desinformación.
Desinformación en los debates electorales
Para Efe Verifica, la «inundación de datos» (conocida en inglés como firehosing), y el galope de Gish (o ametralladora de falacias, término fue acuñado por Eugenie Scott y recibe su nombre del creacionista Duane Gish, que utilizó esta técnica con frecuencia contra los defensores de la evolución), son tácticas de desinformación, entendida como «la difusión intencionada de información no rigurosa», que pretenden distorsionar la realidad con el objetivo de desestabilizar, así como obtener ventajas políticas, y que son habitualmente utilizadas en los debates previos a las elecciones.
Estas prácticas implican que si uno de los oradores ofrece muchos datos a su contrincante, sin tener en cuenta la exactitud, la veracidad o solidez de los mismos, este no tiene tiempo para reflexionar y refutarlos o corroborarlos.
El objetivo también es abrumar y saturar al electorado con una gran cantidad de datos y argumentos falsos. Esta estrategia se utiliza para crear confusión, desviar la atención y dificultar la capacidad de respuesta o refutación por parte de aquellos que intentan contrarrestar la información falsa o sesgada.
El catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid Carlos Elías sostiene que en esta técnica de desinformación «no todos los datos son falsos, pero algunos son sacados para apoyar la propuesta argumentativa de quien la usa».
Este tipos de desinformación pueden ser difundidos por diversos actores, como candidatos, autoridades, medios, cuentas falsas o ciudadanos, con el objetivo de influir en la opinión pública y los resultados electorales.
Viejas mentiras, nueva tecnología
Las campañas antidemocráticas de desinformación no son nuevas. Sin embargo, la modernización de la tecnología de la información y las nuevas plataformas de comunicación usadas por la ciudadanía como medios de información, incluyendo las redes sociales y el internet, promueven la difusión de información en procesos electorales a velocidades, distancias y volúmenes sin precedentes. Aun cuando internet promueve mayor diversidad y acceso a información para la ciudadanía, su opacidad, aunada con la habilidad de grupos y organizaciones de explotar el “big data” y dirigir información falsa o confusa para engañar intencionalmente y confundir a los y las electores, presenta una nueva amenaza a elecciones genuinamente democráticas. Asimismo, en muchas democracias frágiles, las instituciones democráticas, la sociedad civil, la prensa independiente y los partidos políticos que podrían inhibir el impacto de noticias falsas y campañas de desinformación, no se encuentran lo suficientemente consolidados para poder hacerlo. Puede que las falsedades sigan siendo las mismas por ahora, pero la tecnología utilizada para fabricar propaganda ha mejorado. Los avances en inteligencia artificial, desde chatbots hasta generadores de audio y video, han puesto a disposición del público herramientas de manipulación de medios fáciles de usar. Una encuesta del Foro Económico Mundial nombró la desinformación provenientes de la IA como el principal riesgo global en los próximos dos años, por delante del cambio climático y la guerra.
Los estafadores han tenido éxito con los llamados deepfakes, principalmente en la fabricación de videos generados por inteligencia artificial de celebridades que venden productos como suplementos para la salud o criptomonedas. Incluso cuando las campañas comienzan a utilizar la IA en los anuncios y los estados se apresuran a legislar en torno a ellos, la tan publicitada amenaza de la tecnología a las elecciones aún no se ha materializado.
En Enero de este año, Melissa Heikkilä vaticinaba que «La desinformación electoral generada por IA estará en todas partes«. Nos recuerda que «Si las últimas elecciones sirven de referencia, la desinformación electoral generada por IA y los deepfakes van a ser un gran problema cuando un número récord de personas acuda a las urnas en 2024. Ya estamos viendo cómo los políticos utilizan estas herramientas. En Argentina, dos candidatos presidenciales crearon imágenes y vídeos generados por IA de sus oponentes para atacarlos. En Eslovaquia, los deepfakes de un líder de un partido liberal proeuropeo amenazando con subir el precio de la cerveza y haciendo chistes sobre pornografía infantil se extendieron como la pólvora durante las elecciones del país. Y en Estados Unidos, Donald Trump ha jaleado a un grupo que utiliza IA para generar memes con tópicos racistas y sexistas. Aunque es difícil decir hasta qué punto estos ejemplos han influido en los resultados de las elecciones, su proliferación es una tendencia preocupante. Será más difícil que nunca reconocer lo que es real en Internet. En un clima político ya inflamado y polarizado, esto podría tener graves consecuencias. Hace apenas unos años, crear un deepfake habría requerido conocimientos técnicos avanzados, pero la IA generativa lo ha hecho ridículamente fácil y accesible, y los resultados parecen cada vez más realistas. Incluso fuentes reputadas pueden ser engañadas por contenidos generados por IA. Por ejemplo, imágenes generadas por IA y enviadas por usuarios que pretenden representar la crisis entre Israel y Gaza han inundado bancos de imágenes de archivo como el de Adobe. El año que viene [refiriéndose a este 2024], será crucial para quienes luchan contra la proliferación de este tipo de contenidos. Las técnicas para rastrear y mitigar estos contenidos están aún en sus primeros días de desarrollo. Las marcas de agua, como la SynthID de Google DeepMind, siguen siendo en su mayoría voluntarias y no totalmente infalibles. Y las plataformas de las redes sociales son notoriamente lentas a la hora de acabar con la desinformación. Prepárate para un experimento masivo en tiempo real para acabar con las noticias falsas generadas por inteligencia artificial.»
Lo que está en juego
Aunque como dice Andrew Ray no está claro exactamente cuántas personas votantes podrían ser engañadas por la desinformación, lo que es evidente es que narrativas deliberadamente difusas entre lo verdadero y lo falso aumentan la confusión entre quienes votan y devalúan los debates políticos basados en hechos. Rumores, chismes y acosos en línea son usados para perjudicar reputaciones políticas, agravar divisiones sociales, movilizar a simpatizantes, marginalizar a mujeres y grupos minoritarios, e inhibir el impacto de agentes de cambio. La manipulación de la información civil y electoral obstruye la participación y disminuye la confianza en las instituciones electorales. Estas condiciones pueden desestabilizar el entorno político, incrementar las posibilidades de violencia electoral, distorsionar la voluntad de los electores, arraigar poderes autoritarios y minar la confianza en el sistema democrático a grandes rasgos.
Combatir la desinformación electoral es un desafío complejo que requiere esfuerzos coordinados de organismos electorales, medios de comunicación, plataformas digitales y la ciudadanía. La desinformación puede tener consecuencias negativas como reducir la participación, alterar el voto, generar violencia o socavar la legitimidad de los resultados electorales.
Cynthia Gordy Giwa recoge estas tendencias de información errónea y desinformación electoral en internet que First Draft ha detectado:
- Hacer que la gente cuestione la seguridad de la votación por correo.
- Fomentar que la gente no vote porque el proceso es muy complicado.
- Tácticas intimidatorias sobre la higiene de los centros de votación.
¿Cómo puedo saber en qué información sobre las elecciones puedo confiar?
Claire Wardle, directora ejecutiva de First Draft News nos da algunos consejos que pueden ayudarnos a evaluar el contenido que recibe a través de internet:
- Si ves una imagen que dice ser una prueba de fraude electoral: Realiza una búsqueda de imagen inversa en Google. Vaya a google.com , haga clic en el ícono de la cámara y suba la foto. Una búsqueda de imágenes a la inversa también revelará si una foto ha sido manipulada con Photoshop mostrando todas las imágenes similares y permitiéndole identificar variaciones sospechosas.
- Si ves un artículo político particularmente dramático de un sitio de noticias del que nunca has oído hablar, hazte estas preguntas: ¿Tiene una página “Acerca de” la organización? ¿Tiene una dirección postal al final de la página? ¿Tiene una página de Wikipedia? Estas son algunas características que identifican sitios de noticias reales y que querrán tener en cuenta.
- Practica el escepticismo emocional: La mayoría de la gente somos susceptibles a contenidos fabricados a causa de nuestras emociones y la forma en que interactúan con nuestros prejuicios. “No importa qué tan educado sea; ni si es izquierda o derecha”, dice Wardle, “somos vulnerables porque como humanos nos atrae la información que refuerza nuestra visión del mundo. Queremos consumir información que nos haga decir: ‘Ajá, eso es lo que yo pensaba. Tengo la razón». Esto significa que somos pésimos para aceptar diferentes tipos de información y les hacemos resistencia. “Cuando leas información, si te hace enojar o te hace querer compartirla con tu mejor amigo inmediatamente, estás teniendo una respuesta visceral a algo. Y en ese momento, la parte del cerebro que es analítica no está funcionando”, dice Wardle. “Si tienes esa reacción, ve más lento porque tu cerebro no está a la par de tu corazón”.
Otros consejos que nos dan desde #EUROPAenACCIÓN para detectar la desinformación electoral son:
- Verifica la fuente: Determina si la información proviene de fuentes confiables y verificadas, en lugar de sitios web o cuentas de redes sociales desconocidos o sospechosos.
- Comprueba la coherencia: Compara la información con otras fuentes confiables para ver si hay inconsistencias o contradicciones. Desconfia de contenidos que parezcan demasiado sensacionalistas o extremistas.
- Desarrolla pensamiento crítico: Fomenta la capacidad de cuestionar, analizar y verificar la información, en lugar de reaccionar y compartir contenidos sin reflexión.
- Utiliza herramientas de verificación: Consulta sitios web de fact-checking y organizaciones dedicadas a combatir la desinformación, como Maldita.es, VerificaRTVE, Newtral, EFEVerifica o Politifact para contrastar la información, sin olvidar los sesgos que estos verificadores tienen o puedan tener, como recogieron David García-Marín Ana Virginia Rubio-Jordán y Guiomar Salvat-Martinrey en su artículo Chequeando al fact-checker. Prácticas de verificación política y sesgos partidistas en Newtral (España).
- Practica lo que en #EUROPAenACCIÓN llaman las tres reglas de oro para detectar la desinformación:
- Frena. Tómate un momento para reflexionar antes de compartir información dudosa.
- Piensa. Cuestionando la fuente y la credibilidad de la noticia.
- Verifica. Echando un ojo en buscadores o en medios de fact-checking.
Y yo añado:
- Suscribirte a fórums, webs de noticias de diferentes ideologías y listas de correo diversas puede ampliar tu visión y ayudarte a distinguir opiniones sesgadas cuando las leas. Algunas que os sugiero son: Ctxt, La Directa, La Marea, El Salto, es, Pikara Magazine, 5W, Luzes, Alternativas Económicas .
- Y no olvides que TÚ eres la persona que mejor verifica, se parte de la solución y no del problema. Aplica la que he llamado la Ley Kipling de la información, pregúntate cómo, cuando, quién, qué, dónde y por qué se ha creado esa información o el triple filtro de Sócrates, lo que me vas a decir, lo que leo y lo que comparto es verdad, útil y bueno? Si no es así, no creemos, ni difundimos.
Y las bibliotecas, “pa´cuándo? (como dice Jennifer López con su anillo…)
Sin ningún género de duda, las bibliotecas deben ser parte de los recursos e instituciones para empoderar a la ciudadanía a través de la educación, la concienciación y el trabajo conjunto de diversos actores, para que puedan identificar y combatir eficazmente la desinformación en las elecciones:
Desarrollando habilidades de pensamiento crítico para:
- Enseñar a la gente a cuestionar la información, verificar las fuentes y analizar el contenido de manera objetiva.
- Fomentar la capacidad de detectar señales de manipulación, como información sensacionalista o extremista.
Promoviendo la alfabetización mediática, informacional y digital para:
- Enseñar a la población a identificar diferentes tipos de desinformación, como contenido engañoso, manipulado o fabricado.
- Explicar cómo la desinformación se aprovecha de la rapidez y facilidad de difusión en internet y redes sociales.
Implementando campañas de concienciación para:
- Lanzar campañas informativas que ayuden a la ciudadanía a estar alerta sobre las tácticas y objetivos de la desinformación electoral.
- Difundir guías prácticas y herramientas para verificar información, como sitios web de fact-checking.
Involucrando y colaborando con a múltiples actores para:
- Coordinar esfuerzos entre autoridades electorales, medios de comunicación, plataformas digitales y la sociedad civil.
- Promover la transparencia y el acceso a información fiable sobre los procesos electorales.
Sobre este tema, surge otro, las #bibliotecas deben ser neutras, ¿pero tienen que ser neutrales? No contestemos ahora, contestaremos en otro post…