Información versus conocimiento, hiperespecialización en parcelas, dar sentido e integrar el aprendizaje son discusiones vigentes y de suma importancia en el área científica y académica. En nuestra área, las ciencias que tienen como objeto de estudio la información, nos preguntamos si es oportuno parcelarlas y estudiar sus características sin observar sus diferencias, semejanzas y posibles relaciones dentro del contexto. Términos como ciencias de la información, ciencias de la documentación o sistema bibliológico informativo, que denotan convencionalmente la noción del conjunto de ciencias cuyo objetivo de estudio es la información registrada, pueden haber sido establecidos con este fin: observar las particularidades, los elementos comunes y vínculos entre estas disciplinas. Pero aún dista mucho por hacer al respecto. Si queremos ser profesionales en el área de la información debemos aclarar estos aspectos, proponer planteamientos comunes a la bibliotecología, archivología, documentación, ciencia de la información y la posibilidad de integrar la bibliografía en esta proposición.
En la mayoría de las disciplinas y en las señaladas anteriormente, la cientificidad ha sido objeto de fuertes polémicas y cuestionamientos. Entre estos, resalta la falta de sólidos fundamentos teóricos que permitan la reafirmación de sus identidades como disciplinas científicas.
A diferencia de la epistemología tradicional, que considera solo el ámbito cognitivo, el pensamiento complejo lo aborda como un proceso que es biológico, cerebral, espiritual, lógico, lingüístico, cultural, social e histórico, por lo cual se enlaza con la vida humana y la relación social (Morín, 1994). Por tanto, la construcción de conocimiento debe tener en cuenta las relaciones entre el hombre, la sociedad, la vida y el mundo.
Este capítulo es parte de un estudio histórico y teórico-epistemológico de estas disciplinas, dentro del contexto de la información y de la ciencia moderna.
Dimensión histórica
Si el esbozo de la evolución histórica de una disciplina es complejo, lo es más aún si intentamos representar la dimensión histórica de varias disciplinas paralelamente, de forma de entender sus relaciones a través del tiempo. La metodología utilizada para ello fue extraer de los materiales leídos los hitos históricos de la bibliotecología, archivología, bibliografía, documentación, ciencia de la información y organizarlos cronológicamente. A partir de esta cronología se construye una posible distinción en etapas que reúnen las características generales de estas disciplinas.Si el esbozo de la evolución histórica de una disciplina es complejo, lo es más aún si intentamos representar la dimensión histórica de varias disciplinas paralelamente, de forma de entender sus relaciones a través del tiempo. La metodología utilizada para ello fue extraer de los materiales leídos los hitos históricos de la bibliotecología, archivología, bibliografía, documentación, ciencia de la información y organizarlos cronológicamente. A partir de esta cronología se construye una posible distinción en etapas que reúnen las características generales de estas disciplinas.
El origen y la evolución de las ciencias tienen sus raíces en el deseo innato del ser humano de conocer, entender el mundo y aprovecharlo en su beneficio. Nacen y se desarrollan en función de una doble necesidad humana: la cognoscitiva, conocer y explicar por qué y cómo de la realidad natural, social o humana y la utilitaria, aplicar el conocimiento en mejora de las condiciones de vida. Este esquema conceptual es válido para trazar la historia de todas las ciencias. Delgado (2002: p. 23) discute sobre la validez del esquema en la justificación de las ciencias que han surgido del ejercicio y al amparo de una profesión, entre ellas, las disciplinas que aquí nos ocupan.
Bachelard en La intuición del instante (citado por Alfaro, 2000) sustenta su epistemología constructivista en una concepción específica de la temporalidad, como movimiento discontinuo, lo que redunda en una concepción del conocimiento como un desenvolvimiento cognoscitivo signado por la discontinuidad. El tiempo no es un contínuum lineal sino un entramado de instantes: “La duración no tiene fuerza directa; el tiempo real solo existe verdaderamente por el instante aislado, está por entero en lo actual, en el acto, en el presente”.
Cada instante es una totalidad integrada en el acto y cada instante tiene sentido por sí mismo. La aparente continuidad del tiempo no es más que una distorsión óptica que oculta la discontinuidad de los instantes, el bosque no deja ver los árboles. La discontinuidad epistemológica de Bachelard esclarece que el conocimiento avanza a partir de fases que son autosuficientes y distintivas entre ellas. Cada fase entraña una aproximación al conocimiento del mundo, con conceptos e instrumentos diferentes, por lo que no se tratan de una misma entidad que progresa acumulativamente de manera continua e ininterrumpida.
La ciencia no pasa instantánea ni automáticamente de la fase pre científica a la fase científica, su temporalidad de transición se hace a través de distintas fases, pero entre una y otra se da una ruptura epistemológica. Esta ruptura epistemológica es una condición para que una fase cambie y se convierta en otra.
Bibliografía, bibliotecología, archivología, en principio, y posteriormente documentación y ciencia de la información son parte de esas últimas, incluso es discutible aún su propio carácter científico. ¿Qué diferenciaría las concepciones de unas y otras, cuáles son los rasgos distintivos que expresarían su carácter científico? Si consideramos que conocer y saber hacer constituyen las características de una ciencia, estamos refiriéndonos a la teoría y la práctica y de la articulación entre estos dos elementos. En estos casos, fundamentalmente en los primeros tres, la práctica precede a la teoría al respecto, o la teoría es hecha a partir de la práctica, empíricamente al comienzo, formalizando su cientificidad en el tiempo. Estas disciplinas, una vez llegado al límite de su fase de constitución pre científica, requirieron llevar a cabo una ruptura epistemológica que les permitió acceder a su fase de autonomía científica. Y una vez que ellas lograron sus especificidades científicas, es el momento de verlas dentro de un contexto más amplio y complejo.
La bibliografía, si bien no es la primera en aparecer, influye directamente en el surgimiento de la documentación y de la ciencia de la información. A pesar de eso, las tres ciencias conservan sus objetos de estudio, métodos propios, su actualidad y su vigencia a partir de sus relaciones inter y transdisciplinarias. De esta manera, Moreiro (2001) señala el paso de la bibliografía a la documentación, una vez que la primera había llegado a la madurez, cuando sus objetivos, sus pautas y metodologías estaban bien marcados; y el paso de la documentación a la ciencia de la información, cuando Saracevic planteó los principios de trabajo que desde la década del cincuenta habían establecido la recuperación de la información como fundamental de la documentación y describía, así, el origen de una nueva propuesta conceptual y aplicativa que más tarde sería conocida como ciencia de la información. La Bibliotecología y la archivología son también parte importante dentro de este proceso, pero bibliografía – documentación – ciencia de la información (Fig.1), en su evolución, representan a la vez, rupturas epistemológicas.
Abordar la evolución histórica de estas disciplinas, propone ofrecer una visión a través del tiempo, cuyo hilo conductor lo constituyen las relaciones que se establecen entre los espacios como bibliotecas, archivos y todo tipo de instituciones dedicadas a la información, teorías y profesionales, en consideración de que se encuentran íntimamente unidos de acuerdo a la realidad histórica de su entorno. En esta aproximación de carácter diacrónico, los diferentes autores estudiados coinciden en establecer varias etapas con base fundamental en la consideración de cada disciplina como arte u oficio, técnica o ciencia. Como esta propuesta plantea el desarrollo histórico de las ciencias de la información, podemos proponer cuatro grandes etapas generales (Fig. 2), aunque también es necesario destacar que pertenecen a concepciones que conviven en menor o mayor medida en todas las épocas hasta la actualidad. Por el hecho de coexistir, es posible considerar una ruptura epistemológica, un período aproximado para su surgimiento, o un hecho señalado como importante para todas las ciencias, pero no el fin de cada etapa.
La etapa inicial corresponde a los inicios de las actividades en bibliotecas y archivos, dominada por el origen de las actividades de las tres primeras disciplinas (bibliotecología, archivología y bibliografía) vistas como artes u oficios de espíritu conservacionista. Las funciones respondían a la solución inmediata a problemas y se extiende hasta el siglo XV.
En la etapa de transición, de los siglos XVI-XVIII, las consecuencias del desarrollo de la imprenta se manifiestan en la creación de grandes bibliotecas de carácter enciclopédico. Esta época se caracteriza por ser tradicional, custodial, inventarial y erudita, la ruptura o diferencia de la anterior está marcada por el establecimiento de una serie de procedimientos normativos.
La etapa disciplinar, abarca desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX. El siglo XX está cargado de hechos que impulsaron el desarrollo de estas ramas del conocimiento: surgimiento de bibliotecas especializadas, asociaciones profesionales, organizaciones de estímulo a la lectura, promoción de la enseñanza y formación profesional, en la necesidad de formar recursos humanos para ocuparse de estos centros. También influye el desarrollo del conocimiento humano, surgen y se perfeccionan los métodos y conceptos aplicados a la información. Si bien la modernidad influye en el desarrollo de estas ciencias y en su autenticidad, aún son consideradas jóvenes e inmaduras, con poco desarrollo científico y débil base teórica, ligadas a la formación profesional de las escuelas responsables. Se busca diferenciar las particularidades de estas disciplinas. Surge en esta etapa la documentación, con el Tratado de Documentación de Otlet de 1934, considerada como ciencia general y auxiliar de todas las otras, distinguiéndose discretamente por su objeto de estudio, el documento.
La etapa interdisciplinaria comienza a mediados del siglo XX con el surgimiento de la ciencia de la información, en las Conferencias del Instituto Tecnológico de Georgia, con el rechazo del término documentación y en las que Robert Taylor propone su primera definición de ciencia de la información (1961-1962), que aunque responde en un principio a una epistemología positivista, nace interdisciplinaria. Esta concepción rompe con la extrema disciplinarización y busca encontrar los elementos interdisciplinarios de la información. Esta etapa se extiende hasta la actualidad.
Conclusiones
Cada disciplina (la visión disciplinar es muy parcial y estrecha de la realidad) deberá hacer una revisión, una reformulación o una redefinición de sus propias estructuras lógicas individuales, que fueron establecidas aislada e independientemente del sistema total con que interactúan, ya que sus conclusiones, en la medida en que hayan cortado los lazos de interconexión con el sistema global de que forman parte, serán parcial o totalmente inconsistentes. Esta concepción histórica busca integrar en vez de parcelar estas ciencias y descubrir que si bien comenzaron como actividades en instituciones muy parecidas, deben ser consideradas en la actualidad inter y transdisciplinarmente.
El área de la información es inter y transdisiciplinaria. Las disciplinas que reconoce como contiguas estudian fenómenos que corresponden a distintas formas de transferencia de la información humana contenida en soportes creados con fines de gestión, para su uso y consulta. Esas disciplinas intercambian sus contenidos frecuente e intensamente. El carácter interdisciplinario radica en describir el sistema de conocimientos que identifica como un todo en interacción con los elementos de la realidad social. Esto contribuye a la comunicación científica global en la medida que cada disciplina de las ciencias de la información interactúa con el universo científico, disminuye y, en ocasiones, rompe las fronteras disciplinares, y esto la convierte en una teoría transdisciplinaria, porque la información como objeto de estudio, aún la humana, no puede abarcarse desde una sola disciplina.
Referencias citadas
Alfaro, H. (2010) Estudios epistemológicos de bibliotecología. México: UNAM, Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas. (Teoría y métodos)
Delgado, E. (2002) La investigación en biblioteconomía y documentación. Gijón: Ediciones Trea. (Biblioteconomía y administración cultural; 61)
Moreiro, J.(2001) Introducción al estudio de la información y la documentación. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia. (Medios y mensajes)
Morín, E. (1994) El método III: el conocimiento del conocimiento. Madrid: Cátedra