Normalmente en las bibliotecas estamos acostumbrados a medir la satisfacción de nuestros usuarios: qué buscan, qué se llevan, si han quedado satisfechos con el servicio, etc. Pero, ¿qué pasa con los NO-usuarios? ¿Por qué no vienen? ¿Qué podríamos ofrecerles para que cambiaran su parecer y nos usaran? Hay algunos estudios que han intentado determinar todas estas causas e intentar crear un perfil de no-usuario. Yo citaré dos cercanos a donde me encuentro: el primero es uno de la Diputación de Barcelona (Informe sobre la población que no es usuaria de las bibliotecas de la Red de Bibliotecas Municipales, de 2011) y otro más reciente del Servei de Biblioteques de la Generalitat (Estudio de personas no usuarias de bibliotecas, de 2016).
Tanto un estudio como el otro se han realizado a partir de personas que ya han cumplido los 14 años, por lo que los menores de esa edad quedan excluidos de la estadística.
¿Qué nos dicen estos informes?
El primer informe se basa en un contexto geográfico un poco más reducido que el segundo, por lo que no se pueden hacer comparativas totales. Aún así, ahora veréis que los datos se parecen bastante. Tampoco en los dos se han preguntado las mismas cosas, el de la Generalitat se ha enfocado desde un punto de vista más amplio y cultural. Pero veamos un poco los puntos en común. En primer lugar, estaría bien definir un poco lo que es “no ser usuario”. Pues bien, se trata de las personas que no han ido nunca a la biblioteca o bien no lo han hecho durante el último año, tengan o no carnet. De hecho, hay personas que tienen carnet pero que no lo usan nunca o incluso no son conscientes de que lo tienen.
- Porcentaje de no usuarios: el informe de la Diputación marcó hace cinco años que había un 25% de usuarios, algo que suponía 1 de cada 4 habitantes de la provincia de Barcelona. El informe de la Generalitat es más positivo en este sentido: 55% de usuarios. Es curioso que hay un porcentaje bastante destacado de personas que son usuarias pero no tienen carnet.
- Más o menos entre hombres y mujeres la cosa está muy a la par. Quizá hay un poco más de usuarias femeninas que masculinos, pero no destacable.
- La franja anterior a los 25 años suele ser bastante usuaria, pero entre los 25 y los 34 años, baja (quizá por la finalización de los estudios y el paso a la “edad adulta”). Ambos estudios destacan que el sector más bajo es el de los mayores de 65 años.
- Algunos de los motivos más recurrentes para el abandono de la biblioteca o su no-uso son la falta de tiempo, la falta de respuesta ante sus necesidades, la finalización de los estudios, cambios en la vida personal… la llegada de Internet, etc.
El segundo estudio citado también hace hincapié en los hábitos de consumo cultural y lector, así como la comprobación de cómo nos ven a las bibliotecas y los bibliotecarios. Un dato interesante es que se vincula a las bibliotecas con el ocio, el estudio o la cultura, pero menos de un 2% (el 1.9) lo vincula con el tema digital. Otros datos curiosos son:
- El 50% de los no usuarios NO tenían biblioteca escolar en su centro educativo o bien han tenido malas experiencias con bibliotecas (malos recuerdos de infancia etc.)
- Un 80% no tiene lector de libros electrónicos
- Un 14% tiene menos de 25 libros en casa, mientras que un 31% tiene entre 100 y 499.
Medidas para solucionarlo
¿Qué se puede hacer para atraer todo este potencial de gente? Tal y como ya se hace constar en los informes, sería necesario focalizar acciones en grupos concretos, sobre todo en el grupo de adultos que han demostrado un nivel de consumo cultural medianamente alto. También deberían valorarse (nuevos) métodos de fidelización e integrarse (más) a los servicios existentes, sobre todo a los que refiere al consumo cultural (teatro, música, televisión, etc.).