¡S.O.S. infoxicados! Bibliotecarios al rescate

“Toda información es importante si está conectada a otra.”       
Umberto Eco       

En la actualidad es innegable que estamos inmersos en un mundo donde la información, no solo se transformó en un activo fundamental en muchos aspectos de nuestras vidas (cumpliendo el vaticinio de aquella cita de Francis Bacon “la información es poder”), sino que también explotó en forma exponencial en cuanto a su accesibilidad y disponibilidad en multiplicidad y diversidad de fuentes, medios y soportes.

Para entender un poco a que me refiero, me remito a unos cuantos neologismos que empezaron a aparecer a raíz de esta situación y que paso a comentar en forma breve y concisa, ya que dan para cortar mucha tela.

Brecha digital: los nuevos soportes y medios de comunicación requieren cierto nivel de conocimiento y aprendizaje para poder acceder a la información. A los problemas planteados entre las supuestas (no en todos los casos reales y aprovechadas) mayores facilidades de los “nativos digitales” en relación a los “inmigrantes digitales”, y a la clásica diferencia entre aquellos que están o no “alfabetizados informáticamente”, se agregan otras diferencias.

Ahora no solo se plantea el tema del libre acceso, por ejemplo al conocimiento científico, por el cual pelean las iniciativas de “Open Access”, los costos de software (ahí tenemos a las propuestas “Open Source” y de libre distribución batallando) o el complicado tema de los derechos de autor (con “Creative Commons” y todas sus versiones de licencias). Ahora también influye el “capitalismo informacional”, es decir la consideración de la información como un producto para obtener beneficios económicos, en detrimento de su condición de bien público, afectando el derecho de acceso para todos. Otro término alternativo, aunque poco utilizado y difundido, que se relaciona con esta situación es el de “pobreza digital”.

Adicionalmente, se presenta la necesidad de capacitación, de aprendizaje y conocimiento para poder aprovechar de forma adecuada las nuevas tecnologías. Empezamos surfeando y navegando en Internet. Ahora es necesario aprender a bucear, y cada vez a mayores profundidades. En “The Deep Web” el reciente artículo de Juan José Prieto, nos hablaba de esto. Hay tanta oferta y tanta diversidad, que termina complicando hasta a los más experimentados.

Si estamos entre los afortunados que pueden sortear estas diferentes “brechas”, es muy probable que nos enfrentemos a estas otras cuestiones:

Infoxicación: (algo así como “intoxicación informacional”, en estrecha relación con el término en inglés “information overload” literalmente “sobrecarga informacional”) implica la sencilla y evidente idea respecto a que la cantidad de información a la cual podemos acceder en la actualidad con mucha facilidad, termina resultando contraproducente. Obviamente se torna imposible su procesamiento completo por lo cual se requiere tiempo y esfuerzo para su refinamiento. Existe mucha basura disfrazada de información; y “separar la paja del trigo” es una tarea complicada en muchos casos. Estamos sobreexpuestos a la información de forma tal que nos bombardea en forma continua y en muchas ocasiones ni siquiera nos percatamos de esa situación; afectando nuestra forma de pensar, de razonar, de procesar y recibir tamaña cantidad de datos, cambiando la forma de aprender, de construir y preservar conocimientos; e inclusive de forma imperceptible la mismísima estructura neuronal de nuestro cerebro.

Infomanía: a raíz de lo mencionado anteriormente, en muchos casos la facilidad para adquirir información nos convierte en verdaderos adictos a la misma, pudiendo llegar a ocasionar graves problemas (inclusive de salud por diversos desórdenes que pueden generar en nuestras vidas). Dos ejemplos breves y sencillos para ilustrar esta situación. En primer lugar, lo que yo llamo:  “la trampa de los hipervínculos”:  Seguramente a muchos les paso alguna vez una situación del estilo de estar realizando una búsqueda de información sobre un tema determinado; por ejemplo un filósofo griego de la antigüedad y luego de un buen rato se encontró leyendo algo sobre física cuántica, el estreno de una película o cualquier otro tema que no se relacionaba demasiado. Por un lado puede resultar interesante esta posibilidad, pero en otras ocasiones nos dispersa y nos juega en contra. En otro extremo si se quiere más complejo y hasta peligroso, nos encontramos con personas adictas al email, al chat, a las redes sociales, a estar “en línea” en todo momento, inclusive llegando a hasta depender obsesivamente de un aparto de aparato de comunicación, como en el caso de los “crackberries”.

«A pesar de los beneficios que otorga la posibilidad de contar con tantos recursos a nuestro alcance que pueden facilitarnos muchas cosas, la realidad nos presenta muchos problemas relacionados con esta catarata intempestiva de datos y de información a la cual estamos expuestos». Herbert Simon

¿Y ante esta situación que asusta bastante? ¿Qué se puede hacer? Recurrir a los especialistas, por supuesto. Y ahí, es donde bibliotecarios, documentalistas y todos los profesionales de las ciencias de la información, tenemos que aprovechar esta oportunidad única de reposicionarnos y revalorizar nuestras posiciones.

Hoy en día, herramientas no faltan, y sobran las posibilidades para comunicarnos con nuestros usuarios y lograr que entiendan, que parte de nuestra tarea es justamente orientarlos y ayudarlos en sus necesidades. Como verdaderos “gestores de información”; debemos situarnos como intermediarios; como verdaderos puentes, para facilitar el acceso a los usuarios a la información relevante y que realmente les sea útil. A su vez, los usuarios (desde un investigador especializado, hasta un alumno de primaria, pasando por un profesor de universidad o la señora ama de casa que busca una receta puntual…) deben exigir a los profesionales que se capaciten y que brinden cada vez más servicios que los auxilien en estos tiempos de tanta información intempestiva.

Para aportar soluciones prácticas, vale la pena mencionar que existen, por ejemplo tres servicios tradicionales que se prestan hace tiempo en las bibliotecas que pueden ser de suma utilidad en esta realidad que nos toca enfrentar.

Referencia: ante una pregunta, una inquietud, una necesidad puntual o quizás más global de información; ahí están los “referencistas”, verdaderos paladines del conocimiento que navegan entre interrogantes diversos y se baten a duelo con la incertidumbre. En estos tiempos de profunda especialización en todos los ámbitos, de multi-soportes y canales de información dinámicos y cambiantes; tienen una tarea sumamente complicada y nada sencilla.

DSI: difusión o diseminación (según el autor) selectiva de la información: el servicio personalizado de delivery informativo para cubrir las particulares necesidades de cada usuario, en relación a su perfil y sus requerimientos. Uno de los servicios “estrella” que brinda grandes ventajas en su aplicación, y que gracias a formatos como Atom y RSS, y a las ventajas del XML se puede desarrollar de muchas formas.

Formación de usuarios: en este caso, en uno de sus aspectos, que apunta a instruir en la utilización de los numerosos instrumentos para recuperar información que existen hoy en día. A desmitificar al “sabelotodo” Google, y enseñar la existencia y el funcionamiento de los buscadores semánticos y de los especializados, o de los más poderosos metabuscadores. A adiestrar en el manejo de los operadores booleanos y en las “Búsquedas avanzadas”. A promover los OPAC´s, las bibliotecas virtuales, los repositorios institucionales, las revistas y bases de datos electrónicas. A brindar criterios de valoración y selección de fuentes, etc. En definitiva, a enseñar al usuario a ser independiente, para que pueda optimizar sus procesos de búsqueda de información, y valorar los resultados que obtiene.

Y lo más importante, es que estos tres servicios, actualmente se pueden, y en muchos casos afortunadamente ya se están brindando, de forma remota y virtual, aprovechando las ventajas que numerosas herramientas (email, chat, blog, wiki, tutoriales multimedia, sindicación de contenidos, marcadores sociales entre tantas otras) posibilitan para su desarrollo en línea de forma eficaz y eficiente.

Entonces, bibliotecarios y profesionales de la información, a preparar las armas para el rescate de todos esos usuarios apabullados por la vorágine informativa. Y a ustedes (nosotros), usuarios, a solicitar el auxilio necesario a través de los servicios de los verdaderos especialistas, en su propio beneficio; ya que para eso estudiaron y se capacitaron.

Aprovechemos las herramientas, que son numerosas, diversas y que se multiplican día a día. Tratemos de utilizarlas de forma inteligente y creativa para superar los escollos que nos plantea esta realidad que nos toca afrontar, de la mejor manera. Apuntemos a reducir la frustración y el enfado a la hora de obtener la información que necesitamos, y así que cada uno pueda gritar bien fuerte ¡eureka!

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Diego Ariel Vega

Lic. en Sistemas de Información de las Organizaciones y Técnico Superior en Bibliotecología. Lector voraz y aficionado al cine, la literatura, el teatro, la fotografía, la música en sus más diversas expresiones y todas las manifestaciones del arte en general. Primer dan (cinturón negro) de aikido (el arte de la paz), ecologista de corazón, runner, amante de los viajes, la vida al aire libre, camping, trekking y montañismo, kayak y mountain bike...entre otras cosas

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