Sin bibliotecas, ¿qué nos quedaría? No tendríamos pasado ni futuro.
Ray Bradbury
Evitemos que sigan cerrando puertas y ventanas a la educación y a la formación, a la información y al conocimiento, a la diversión y al entretenimiento, a la libertad, a la igualdad, a nuestros derechos…
¡No dejemos que sigan cerrando más bibliotecas!
Si hacemos caso de las palabras del escritor John Steinbeck que nos decía “Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública, puede medirse la cultura de un pueblo”, evidentemente estamos ante un retroceso ante este tipo de situaciones que perjudican a toda la sociedad.
Para colmo de males, tal cual nos advierte el periodista francés Paul Masson suele ocurrir que “Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en los lugares más altos son los que menos sirven.” y, generalmente depende de ellos este tipo de decisiones.
Así que estamos en graves problemas, porque aunque “La biblioteca es la más democrática de las instituciones, porque nadie en absoluto puede decirnos qué leer, cuándo y cómo.” según considera Doris Lessing; o como nos comenta Jim Rohn que “Todo lo que Ud. Necesita para su mejor éxito y futuro, está escrito ya. Y, ¿Sabe Ud. Una cosa? Está todo disponible. No tiene más que ir a la biblioteca.” parece que nadie escuchara, comprendiera o les importara estas ideas.
¿Y a que viene todo esto? A llamar a la reflexión, y mejor aún a la colaboración y a la acción, para difundir y apoyar, y de esta formaí evitar el cierre de otra biblioteca.
En este caso en particular, la Biblioteca del Hospital Materno Infantil Ramón Sarda, “un Centro Perinatológico de alta complejidad que asiste a 6000-7000 recién nacidos por año, en Buenos Aires, Argentina, modelo de referencia como maternidad pública al servicio de las familias” donde se desempeña nuestra compañera biblogtecaria Jessica Castaño.
Motivos, los de siempre: la eterna y recurrente excusa de la falta de presupuesto. Parece que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no puede afrontar el excesivo sueldo de la bibliotecaria (que ejerce sus funciones sin nombramiento por cuestiones burocráticas y cuya renumeración apenas llega a arañar el 50 % del salario mínimo vital y móvil actual). Resulta que no se puede sostener a estos bibliotecarios que pretenden hacerse millonarios cobrando fortunas.
Por mi cuenta, solo quiero invitar a todos los que quieran y puedan dar una mano para evitar otro cierre de una biblioteca que presta servicios al personal del hospital (médicos, enfermeros, técnicos, etc.) y a docentes, investigadores y estudiantes; con un fondo bibliográfico especializado en obstetricia y ginecología, perinatología, neonatología y pediatría (nada muy importante ni significativo como podrán apreciar) a manifestar su apoyo en su página de Facebook, y difundir en Twitter el siguiente tweet:
¡No al cierre de la Biblioteca Sardá! #salvemoslabiblioteca
— BibliotecologiaUBA (@BiblioUBA) 14 de octubre de 2011
Además pueden colaborar firmando este formulario.
Aprovecho la oportunidad para pedir disculpas por mi reiteración sobre el tema a través de las redes sociales durante estos días, pero creo que en situaciones como estas es importante apoyar a nuestros colegas y asumir un compromiso como profesionales de la información.
Desde ya, muchas gracias a todos.