Un sueño es una escritura y muchas escrituras no son más que sueños.
Umberto Eco
Recientemente, el artículo de Amanda Marian “¿Seguro que tenemos que catalogar?… ¿Seguro?” provoco un interesante debate y un record de comentarios en BiblogTecarios. En mi cabeza quedo rondando el tema de la catalogación, y a partir de ahí y en estrecha relación, la cuestión de los catálogos en si mismos.
catálogo: (Del lat. catalŏgus, y este del gr. κατάλογος, lista, registro).
1. m. Relación ordenada en la que se incluyen o describen de forma individual libros, documentos, personas, objetos, etc., que están relacionados entre sí. U. t. en sent. fig.
Esta situación me recordó un par de cuentos que hablan sobre unas bibliotecas bastante particulares; donde en ambos casos se hace mención de sus respectivos catálogos.
En los albores del siglo XX, concretamente en el año 1901, el filósofo, físico, matemático, historiador científico y escritor Kurd Lasswitz, considerado el “padre” de la ciencia ficción alemana desarrolló en su “Die universalbibliothek” (La biblioteca universal), los cálculos matemáticos necesarios para determinar el volumen de esa biblioteca que consideraba si bien prácticamente imposible de visualizar, finita y posible. En su relato menciona como consultar su contenido cuando dice: “Claro que, a primera vista, uno podría pensar que esto quedaría simplificado por el hecho mismo de que la biblioteca tiene que contener por definición su propio catálogo e índice…”
Cuarenta años después, el argentino Jorge Luis Borges, reconociendo la reelaboración de esa idea escribió su famoso cuento “La biblioteca de Babel”, que describe una biblioteca “iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta” donde se almacenaban todos los libros posibles ordenados arbitrariamente; comentando:
Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací.
Hoy en día, con la incorporación de las nuevas tecnologías a las bibliotecas, la mayoría convirtieron sus tradicionales catálogos impresos en fichas y almacenados en ficheros en catálogos automatizados para poder utilizados de forma más eficaz, eficiente y con numerosas y ampliadas funcionalidades a través de computadoras y otros dispositivos electrónicos.
En muchos otros casos los catálogos evolucionaron en los denominados OPAC (Online Public Access Catalog) con la posibilidad de ser consultados en forma remota a través de Internet (y salvo inconvenientes técnicos momentáneos – interrupción del funcionamiento de los servidores por diversos motivos, destrucción de hardware de almacenamiento, problemas en las conexiones, etc.) en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Un paso más adelante nos encontramos con el “OPAC 2.0” ó el “OPAC social”, que incorporan a los OPAC´s tradicionales la filosofía y las herramientas y aplicaciones de la web 2.0 o web social; como ser entre muchas otras la posibilidad de almacenar consultas realizadas, crear favoritos y librerías personalizadas, agregar comentarios y etiquetas, compartir con contactos, etc. Algunos ejemplos son aquellas bibliotecas que utilizan el producto de “LibraryThing” para bibliotecas (“LibraryThing for libraries”)

Con los avances tecnológicos disponibles en la actualidad, uno podría empezar a imaginar y a soñar con la posibilidad de la existencia de ese catálogo universal. Y seguramente, lo más cercano que podemos encontrar, es WorldCat, “la ventana a las bibliotecas del mundo”.
En sus propias palabras: “WorldCat es una red mundial de servicios y contenido bibliotecario que utiliza el Web para ayudar a que su institución esté más conectada, sea más abierta y más productiva”
Algunos datos oficiales…
…y la posibilidad de consultar la incorporación de nuevo material cada 8 segundos (Watch WorlCat Grows). También pueden ver algunos videos en su canal de YouTube.
WorldCat contiene decenas de millones de registros bibliográficos, lo que representa más de 1 000 millones de materiales. Integra cientos de idiomas y todos los formatos, e incluye una cantidad cada vez mayor de objetos digitales y recursos electrónicos. Las altas tasas de aciertos, los metadatos con calidad controlada y la aplicación de los principios de los FRBR en los registros hacen posible que tanto sus usuarios como su personal encuentren rápidamente los recursos adecuados.
Y además presenta entre muchos otros beneficios la reducción de costos y esfuerzos innecesarios en tareas rutinarias a través de servicios compartidos, mayor presencia y visibilidad web, la inclusión de todos los formatos físicos y electrónicos posibles, datos de registros enriquecidos y metadatos institucionales de calidad.
WorldCat es el mejor ejemplo de lo que se puede lograr a través de la cooperación y es un tributo al espíritu colaborador de las bibliotecas. Letra por letra, registro por registro, los bibliotecarios han convertido a WorldCat en la principal base de datos bibliográficos del mundo.
WorldCat es una iniciativa de la OCLC (Online Computer Library Center) una organización sin fines de lucro fundada en 1967, dedicada a la prestación de servicios bibliotecarios computarizados y a la investigación, con el objetivo de promover el acceso del público en general a la información de cualquier lugar del mundo y a favorecer la reducción de los costos relacionados.
En definitiva, participar en WorldCat otorga una amplia gama de ventajas y brinda diferentes alternativas las bibliotecas y a sus respectivos usuarios, por lo cual debería ser casi obligatorio, al menos analizar la propuesta.
Ahora bien, tenemos LibraryThing, tenemos WorldCat y muchísimas otras herramientas como la promesa de la futura web semántica (¿otra quimera?), que nos facilitan las cosas y que nos brindan nuevas posibilidades, pero yo me pregunto ¿será posible alguna vez lograr realmente, la elaboración de un catálogo universal? (aunque más no sea de todo el material bibliográfico existente en todas las bibliotecas del mundo, ya ni hablar de las publicaciones periódicas, mapas, fotografías, grabaciones de audio y video, documentos electrónicos, etc.) ¿O estamos simplemente ante una utopía; ante una idea reservada para el mundo de la ficción, ante un sueño inalcanzable, inabarcable, impracticable por demasiado ambicioso y ante todo imposible?