Del enterramiento de los perros

El marketing tradicional utiliza el concepto de “ciclo de vida” para analizar en qué momento se encuentra cada elemento de su cartera de productos.

A los libros también hay que dejarlos partir

Los detergentes, los coches o las zapatillas nacen y se introducen en el mercado; crecen y comienzan a dar alegrías; se hacen adultos estabilizándose y ayudando a crecer a los demás con su trabajo y su ejemplo; y finalmente fallecen, abandonando los catálogos y los lineales para siempre, dejando sitio a las nuevas generaciones.

Los documentos de nuestras bibliotecas también tienen “vida”, aunque a veces nos cueste tanto dejarlos partir…

Hacia finales de los años 60 del siglo pasado el Boston Consulting Group (BGC) utilizó la idea del ciclo de vida de los productos para desarrollar su conocida matriz “crecimiento-participación”. Este modelo empleaba una tabla con cuatro sectores para situar gráficamente en ellos los diferentes productos, dependiendo del nivel de inversión que exigían (por su crecimiento esperado) y del retorno económico proporcionado a la empresa (relacionado con la participación del producto en el sector). En base a estos dos factores (crecimiento y participación) los productos podían clasificarse en interrogantes, estrellas, vacas lecheras o perros; y estos perfiles se utilizaban para tomar decisiones estratégicas de inversión en relación con cada producto.

  • “Interrogantes” (alto crecimiento – baja participación): suelen estar en su fase de introducción en el mercado, así que conviene mantener la inversión y hacer un seguimiento muy estrecho por si hubiera cambiar la estrategia.
  • “Estrellas” (alto crecimiento – alta participación): ya dan beneficio y nos sirven para garantizar el futuro, de manera que hay que incrementar la inversión.
  • “Vacas lecheras” (bajo crecimiento – alta participación): son los que aportan más beneficios y mantienen la actividad de la empresa. No conviene volcarse demasiado en ellos, pero hay que mantenerlos activos.
  • “Perros” (bajo crecimiento – baja participación) suelen estar en la fase de declive del ciclo de vida del producto y pueden lastrar el proyecto empresarial. La estrategia más habitual suele ser desinvertir y eliminarlos.

La mayoría de los empresarios optarían por retirar la inversión de sus productos perro, ya que no aportan grandes beneficios y no tienen grandes espectativas de crecimiento. Tal vez podríamos mantenerlos por satisfacer una necesidad menor de un cliente importante pero siempre y cuando no supusieran una carga excesiva para la empresa.

Sin embargo, en las bibliotecas, cuando se trata de retirar la inversión en los “documentos perro”, parece que nos duele hacerlo.

Los recursos de la biblioteca, como los de una empresa, también son limitados. Personal, tiempo, espacio, actividades de promoción, etc.  son nuestras herramientas para hacer llegar los documentos a sus destinatarios. Estos recursos deben centrarse en aquellos libros, películas o discos que tengan un mayor futuro y nos garanticen una mayor satisfacción de los ciudadanos. Así serían los productos de nuestra matriz bibliotecaria crecimiento-participación:

  • Los documentos interrogante son los que hemos incorporado a la colección recientemente con mucha ilusión pero de los cuales desconocemos su demanda futura. Hay que seguir invirtiendo en estas pequeñas promesas vigilándolas muy de cerca.
  • Los documentos estrella son aquellos que los usuarios empiezan a pedirnos con bastante frecuencia. Conviene incrementar la inversión (¿comprar un segundo ejemplar, ¿destacarlos en la estantería?, ¿promocionarlos en los boletines de novedades?) para garantizar la futura afluencia de usuarios.
  • Los libros vaca lechera son esos clásicos que van a salir en préstamo o que van a ser consultados en sala aunque nunca hablemos de ellos. Conviene disponer de bastantes documentos de este tipo pero habrá que revisarlos periódicamente por si estuvieran convirtiendose en perros.
  • Los documentos perro son los que hace mucho que nadie pide, ni consulta, ni habla de ellos. Sí, esos que acumulan polvo en las estanterías año tras año. ¿Por qué no los eliminamos?

La operación bibliotecaria que habitualmente se encarga de hacer esta selección es el expurgo. Los indicadores de rotación y rendimiento nos indican qué secciones de nuestra sala se están convirtiendo en voraces perros que devoran nuestros escasos recursos sin aportar apenas nada que satisfaga las necesidades de nuestros ciudadanos.

Pero con cierta frecuencia nos encontramos justificando la permanencia de una película o un libro que debería haber sido eliminado del fondo hace ya tiempo.

La trasposición de la matriz del BCG a las bibliotecas nos puede dar un empujoncito para tomar la decisión final. Preguntémonos: ¿estamos ante una “vaca lechera” que requiere pocos recursos (espacio, promoción…) pero que tiene gran participación (se lee todos los años desde hace tiempo), o por el contrario estamos ante un “perro” que no se mueve de su rincón polvoriento pero que tenemos que alimentar y mantener?

Si estamos ante este último caso, debemos desinvertir. Demos de baja el ejemplar. Si mantener la comercialización de un producto-perro es negativo para una empresa, también lo es mantener un documento-perro en una biblioteca. Si consume más recursos de los beneficios que genera, entonces es un firme candidato a la eliminación.

Hazlo por el bien de la biblioteca. El resto de la colección se sentirá mejor.

David LHE

De marketing y de bibliotecas públicas: definición de servicios, estudios de usuarios, recursos de comunicación, definición de costes y precios, accesibilidad, diseño, creatividad... y todo aquello que ayude a acercar las bibliotecas a los ciudadanos.

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