Cartelitos en la entrada

¿A cuántos usuarios normales y corrientes les interesa saber realmente dónde está el Depósito dentro de nuestra biblioteca? ¿Es trascendental informar de los colores y numeración de la CDU nada más entrar al edificio? ¿Un quinto cartel en la misma pared añade más información o difumina la existente?

Directorio del Carré d'Art, Nimes (Francia)

El primer elemento visual que debería percibir el usuario cuando entre en nuestra biblioteca debería ser un directorio del edificio sencillo, gráficamente atractivo y muy claro. Nos ahorraremos multitud de preguntas de los usuarios si, en la entrada, sustituimos el busto de la fundadora, la obra ganadora del certamen local de pintura o la memorable frase del autor que da nombre al edificio, por un elemento informativo de este tipo.

El directorio no debe reunir toda la información sobre el edificio. Vale con que muestre aquella que resulta esencial en el primer acercamiento del usuario: cómo llegar a las principales secciones y dónde se puede encontrar más información. Y dejemos para un segundo nivel de lectura –para una señalización complementaria ubicada en cada sección particular, por ejemplo– la información detallada de ordenación en esa área, las normas de préstamo o las recomendaciones de uso de las instalaciones.

Al rebufo del post que nos dejó Eli ayer, yo traigo uno de los múltiples cartelitos que, obligado por mi herencia de diseñador y publicista, no puedo dejar de fotografiar por esas bibliotecas del mundo adelante.

El directorio que muestro aquí se encontraba a la entrada de una de las bibliotecas municipales de Nimes, en Francia, ubicada en el Carré d’Art, un atractivo edificio proyectado por Foster+Partners a finales del siglo XX.

Este cartel me parece que resume muy bien las ideas que comentaba más arriba: en un primer vistazo indica de manera clara e inequívoca dónde están las secciones principales de la biblioteca para que el usuario se oriente rápidamente; y en una segunda mirada, más detallada, puede percibirse información secundaria como los horarios o el teléfono de contacto.

A veces no nos damos cuenta de la importancia que tiene este tipo de información y nos limitamos a poner unos cartelitos con nombres y flechas pensando que hemos cumplido. Sin embargo, muchos de nuestros usuarios siguen prefiriendo informarse por sí mismos antes que preguntar (recordad que en la biblioteca “está prohibido hablar”) y una información insuficiente o confusa les hará perder el tiempo.

Preparar un directorio arregladito colaborando con un estudio de diseño gráfico no mermará mucho el presupuesto bibliotecario y ahorrará mucho tiempo dedicado a responder las preguntas de los usuarios, además de mejorar la imagen de la biblioteca. Si lo del presupuesto está imposible (ya me lo temía) echad un vistazo a “Amigos diseñadores” en el fichero de contactos. Sí… queda un poco por delante de “Amigos informáticos”.

David LHE

De marketing y de bibliotecas públicas: definición de servicios, estudios de usuarios, recursos de comunicación, definición de costes y precios, accesibilidad, diseño, creatividad... y todo aquello que ayude a acercar las bibliotecas a los ciudadanos.

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