La vida del niño que protagoniza la historia que os presento, era una vida tranquila, una vida relajada, una vida cargada de atenciones. Pero, de repente, como quién no quiere la cosa, todo se vuelve catastrófico. Su vida deja de ser lo que era para convertirse en una GRAN CATÁSTROFE.
Desde ese momento, su casa se llena de mofetas apestosas, de elefantes que escupen babas, de águilas “destroza cuentos”, de tucanes “roba besos”… Y lo peor de todo, de jirafas que lo vuelven invisible a base de lametazos. ¡Qué vida más catastrófica!
Un día, sin saber por qué, el suelo de la casa comenzó a temblar y toda esa manada de fieras desagradables salieron en estampida por la ventana grande del salón. En ese momento, el niño volvió a sentir su enorme corazón. ¿A qué se debió semejante cadena de sucesos desagradables?
«La gran catástrofe», editado por Bookolia, es un álbum ilustrado, con un texto muy metafórico, escrito a cuatro manos entre Javier Sobrino y Almudena González que rezuma poesía, sensibilidad y ternura en cada una de sus páginas. El trabajo en equipo ha dado un gran resultado, podrían animarse a escribir más cosas juntos. Se nota complicidad en la escritura.
Lo catastrófico de la historia contrasta con lo colorido de las ilustraciones y las expresiones faciales de los animales. A mí, al menos, algunas de ellas me producen mucha ternura (el elefante, el rinoceronte, la jirafa, el oso). Desde luego, el beso del guepardo me sacó una sonrisa. Aunque entiendo que el pobre niño, hasta que el guepardo no le dió ese beso tan sentido, no viera la ternura por ningún sitio.
Las ilustraciones de Rocío Martínez inspiradas en el fovismo, como ella misma cuenta en la pequeña entrevista que le he realizado, fundamentalmente a lápices de colores manipuladas mínimamente en digital, dotan de tintes poéticos, aún más si cabe, el texto de Javier y Almudena.
Tengo predilección por la escena en la que aulla el lobo, quizás sea por el cambio en los tonos de color o quizás por que es la escena en la que el mundo onírico que crea Rocío llega, para mí, a su punto algido.
El juego entre el color y el blanco negro para diferenciar el sueño de la realidad es muy ilustrativo. Al igual que lo es la diferencia de tamaño entre lo real y lo soñado. Una buena manera de mostrar lo sobrepasado que se siente el niño con los acontecimientos que se suceden ante sus ojos es hacerlo más pequeño de lo que ya es.
Las dos primeras páginas dobles plantean, de manera muy gráfica, el vuelco que le da la vida al pequeño. Estas páginas contrastan con la última, donde el color negro predomina sobre el colorido que ha venido impregnando el interior del álbum.
¡Si es que, al final, la vida no era tan catastrófica!
Los textos, de un tamaño apropiado, sobre páginas de fondo blanco hacen la lectura de este álbum más accesible, a nivel cognitivo, para las personas con distintos tipos de discapacidad. Este debería ser un tema prioritario para el mundo editorial. Afortunadamente, cada vez más, se observa este trabajo en muchas editoriales. Tal es el caso de los últimos ábumes ilustrados publicados por Bookolia.
Hacer de la literatura un espacio inclusivo es responsabilidad de todos y todas, y las editoriales, aunque van trabajando en ello, aún tienen mucho camino que recorrer en este sentido.
Hay ciertos acontecimientos en la vida que, incluso cuando son esperados, vienen a ponerte el día a día patas arriba. Hasta que no llegan, por mucho que nos preparemos, no somos conscientes de su alcance.
Algunos pueden repetirse. Pero, aun así, vuelven a impactar en tu vida como un huracán perturbando la tranquilidad y la dinámica familiar. Aunque la experiencia es un grado, por mucho que hayamos aprendido, siempre se presentan nuevas situaciones que vuelven a ponernos en estado de alarma. Es como si pusieran a prueba, continuamente, nuestra capacidad de adaptarnos a nuevas realidades. En estos momentos de pandemia, podemos ejemplificarlo de manera muy gráfica. Cuando ya pensábamos que conocíamos al maldito coronavirus, éste muta y empiezan a aparecer las variantes británica, sudafricana, brasileña, india…
Estos acontecimientos, aun siendo motivos de gran alegría, no dejan indiferente a nadie en la familia. Cuando encima vienen a impactar en la vida los más pequeños y pequeñas de la casa, la cosa se complica. Todo se magnifica, pudiéndose convertir, en determinadas ocasiones, en una auténtica CATÁSTROFE. Y es que la llegada de un nuevo miembro a la familia, aunque es una gran prueba de fuego para todos, lo es más todavía para cualquier niño o niña.
Quienes somos padres sabemos de la dedicación exclusiva que requiere un bebé en sus primeros meses de vida (bueno, yo diría que años. Eso sin contar que haya necesidades especiales que atender. En ese caso, la dedicación puede ser para los restos. Algo sé de eso). Nos convertimos en equilibristas, tengamos o no habilidad para ello, intentando, en todo momento, que esa dedicación sea lo más compartida posible y no afecte al hermano o hermana.
Todos conocemos, de alguna manera u otra, lo que suelen llamar el síndrome del príncipe destronado ¿verdad? ¡Eso debe ser catastrófico! ¡La perdición! ¡No solo hay que compartir el reino, sino también a sus habitantes! Es un golpe duro para el que ningún niño o niña está preparado por mucho que lo intentemos y lo hayamos anticipado. De la noche a la mañana, quedan relegados o relegadas a una posición que, aunque desde el núcleo familiar se hagan intentos para que esto no ocurra, les suele afectar profundamente ¡Vaya catástrofe mundial! ¡Un pequeño invasor o invasora se ha llevado la atención de sus padres, abuelos, tíos…! Y no solo lo eso, conforme va pasando el tiempo, todo aquello que guardaban con cariño comienza a rodar por suelos terminando, en muchos casos, en el cubo de la basura. Pero, al final, la cosa termina cayendo por su propio peso y se dan cuenta de que ese acontecimiento catastrófico que ha venido a perturbar su día a día, se convierte en un regalo que, pasada la tormenta y el desconcierto inicial, les alegra los días; los llena de color y compañía y comienzan ha asumir el papel de hermano mayor.
Hay otro síndrome, que yo conozco bien (de hecho, lo he vivido en mis propias carnes) que nos sitúa en un plano aún más complicado ante la llegada de un nuevo hermano o hermana. Os hablo del síndrome del niño sándwich o del hijo de en medio. Si no lo conocéis, os animo a leer un poco sobre ello. Seguro que muchos y muchas os sentís muy identificados e identificadas.
Ahora me vais a permitir abriros una puerta a mi experiencia como padre. Este álbum me ha llevado a reconocer muchos momentos vividos con mis dos hijos. Sergio, mi hijo mayor, vino a estructurarnos la vida, a dejar poco espacio para la improvisación. Su autismo necesitaba de rutinas y de control de lo que iba a suceder en cada momento. La anticipación se convirtió en la pieza angular de nuestro día a día. Conforme han ido pasando los años, ya 12, la anticipación y la estructuración del tiempo se fueron disipando pero, a cambio, llegaron cantidad de inflexibilidades, rigideces y manías propias del trastorno del espectro del autismo del que está diagnosticado desde los dos años y medio. En ese contexto que os acabo de describir, a los 8 años de nacer Sergio, vino a revolucionarnos el mundo Noah, mi hija pequeña. Os podéis imaginar lo que esto supuso, y sigue suponiendo aún hoy, para Sergio. Con su perfil sensorial tan fino, sobre todo a nivel auditivo, el llanto de su hermana eran y son como alfileres que se le clavan en los oídos. Para Sergio, al igual que al protagonista de «La gran catástrofe», estoy seguro que la casa se le llenó de mofetas, jirafas, cocodrilos, rinocerontes, lobos, osos, tucanes,… y mil animales más. Además, con la complejidad de no poder comunicar o expresar bien lo que estaba viviendo y, en consecuencia, no poder controlar sus impulsos y hacer más de una fechoría. ¡Quié dijo que la vida de un hermano o hermana mayor fuese fácil!
De pequeño, yo también he sentido en algún momento que mi vida era una catástrofe. Quién no lo haya sentido alguna vez que tire la primera piedra.
Un álbum para reflexionar, desde una mirada infantil, sobre lo catastrófico de la llegada de un nuevo miembro a la familia.
Lectura recomendada a partir de 4 años acompañada de un adulto.
Tanto los autores como ilustradora de este álbum, han respondido amablemente a una serie de preguntas y curiosidades. No os perdáis sus interesantes respuestas 😉
Hablando con Javier Sobrino y Almudena González (autores)
Javier es un asturiano nacido a las orillas del río Deva. Trabajó como maestro en el medio rural de Cantabria durante más de treinta años. En la actualidad vive a orillas del mar, rodeado de árboles, espumas y peonzas. Disfruta de sus hijos pequeños, de los amigos, de su huerta y de los libros que va escribiendo, ya está en la treintena. Sus obras han sido traducidas a doce idiomas. Ha recibido diversos galardones, entre los que destacan el Premio Cabildo Insular de Gran Canaria/Biblioteca Insular en 2006, finalista del Premio Compostela en 2010 y el Premio Internacional de Álbum Ilustrado Edelvives en 2018.
Por su parte, Almudena creció en un pequeño pueblo entre el mar y la montaña rodeada de maestros, árboles y libros. Estudió Magisterio de Educación Primaria y se licenció en Psicopedagogía en la Universidad de Cantabria. Posteriormente, cursó el Máster propio en “Lectura, libros y lectores infantiles y juveniles” de la Universidad de Zaragoza. Ahora es maestra de Educación Primaria y sigue creciendo y aprendiendo rodeada de niños, árboles y libros por diferentes escuelas rurales de Cantabria.
¿Qué he preguntado a Javier y Almudena?
1.- ¿Cómo surge la idea de escribir una historia a cuatro manos? ¿Quién invitó a quién a escribir? ¿Cómo fue el proceso de creación?
Almudena: Fue Javier el artífice de la idea. Fue él quién me propuso colaborar y escribir algo juntos. Hace unos años ya, me pasó la idea inicial y sobre el texto fuimos intercambiando ideas, borradores y quedamos alguna mañana para darle forma entre los dos. He de decir que la historia resultante mantiene gran parte de la idea y la estructura inicial. Me encantó el planteamiento desde un inicio.
[pullquote]Yo busco ofrecer a los lectores, niños o adultos, historias bien contadas, con profundidad, sinceras y que les ayuden en la vida que cada uno vive (Javier Sobrino)[/pullquote]
Para mí, como principiante que soy en este mundo, el proceso de creación de “La gran catástrofe” ha sido una experiencia preciosa, un aprendizaje constante desde el inicio. Ha sido todo un regalo empezar de esta manera.
Javier: La idea de escribir juntos surge de mis ganas de compartir con Almudena un trabajo de creación como es escribir cuentos. Ha sido una experiencia novedosa para los dos; aunque ya habíamos colaborado en entrevistas para la Revista Peonza.
El proceso fue semejante al de las entrevistas: uno escribe una estructura del texto, lo comparte con el otro y a partir de ahí el cuento es de ambos porque los dos aportamos, reducimos, sustituimos… trabajar así con alguien como Almudena es muy sencillo y enriquecedor.
2.- ¿De dónde suelen salir las historias que escribís? ¿Cuáles son vuestras fuentes de inspiración? ¿Cómo sabéis que detrás de una primera vaga idea saldrá una historia?
Almudena: Mis contadas historias surgen de lo que me rodea, especialmente de lo que tiene que ver con mi entorno. La naturaleza y lo cotidiano diría que, por ahora, son mis fuentes de inspiración principales.
Más allá de la escritura y el desarrollo de la idea en palabras para saber hacia dónde puede ir, aún no he descubierto un detonante que me haga saber qué idea se tornará historia. No lo puedo saber de antemano. Quizá las ideas más insistentes, las que vuelven recurrentemente, una y otra vez, son sobre las que más insisto para convertirlas en historias.
[pullquote]Una historia ha de ser honesta con los lectores y no confundir público infantil con simplificación del lenguaje o de la historia (Almudena González)[/pullquote]
Javier: Mis historias son un árbol, tienen varias raíces:
- Una raíz roja que es todo lo que nace de mis recuerdos, sentimientos, pensamientos.
- Una raíz verde que recoge las historias que ocurren a mi mundo cercano: la familia, la escuela donde trabajaba, el paisaje del lugar en el que vivo.
- Otros son de raíz azul: y en ella están todas las historias que me interesan de la cultura de otros pueblos, de los indígenas o pobladores de determinados lugares y sus maneras de enfrentar la vida.
- La siguiente son las de pura fantasía e imaginación y esas son de raíz naranja.
- Las últimas, por ahora, provienen del arte en general de la narrativa, de la pintura, de la poesía, de la tradición oral y de los cuentos.
3.- ¿Por qué un nombre tan «catastrófico»? ¿Qué vamos a encontrar en este álbum?
Almudena: El título venía implícito desde el inicio y creo que representa perfectamente la historia que guarda el libro. Ese mundo infantil que de repente se vuelve patas arriba y en el que de la noche a la mañana uno pasa a sentirse en un segundo plano; cuando somos niños, eso es una auténtica catástrofe.
Además de las fantásticas ilustraciones de Rocío, repletas de vitalidad y energía, y de la cuidada edición en la que se ha materializado la historia, el lector se encontrará con las sombras del amor fraternal a todo color y descubrirá las luces y la fortuna de crecer con alguien con el que compartir cerca.
Javier: Se debe a que el protagonista vive los hechos que le suceden con gran pesar, con tremendo dolor y angustia, todo está magnificado por su percepción, todo es una catástrofe.
4.- Según vuestra experiencia como autores, ¿qué ingredientes básicos creéis que debe cumplir una historia para que sea un éxito entre el público infantil?
Almudena: Creo que una historia ha de ser honesta con los lectores y no confundir público infantil con simplificación del lenguaje o de la historia. No pensar que por escribir para niños el texto ha de ser más sencillo o evidente. Me parece importante cuidar el texto, el modo de contar, los recursos y la poética y no infravalorar la capacidad lectora dejándose llevar por lo mensajes obvios.
[pullquote]La naturaleza y lo cotidiano diría que, por ahora, son mis fuentes de inspiración principales (Almudena González)[/pullquote]
En el caso de los álbumes, el que la ilustración sea parte de la narración, que también cuente y aporte matices, que complemente y enriquezca la historia de manera que texto e ilustración se vuelvan indisociables en una única voz narrativa, también es fundamental.
Javier: No sé lo que da el éxito en la literatura infantil. Yo busco ofrecer a los lectores, niños o adultos, historias bien contadas, con profundidad, sinceras y que les ayuden en la vida que cada uno vive.
5.- Si os tuviéseis que ir a una isla solitaria en medio del mar, ¿qué tres álbumes infantiles os llevaríais en la maleta?
Almudena: ¿Solo tres?… Complicado. No podría elegir solo tres. Pero bueno, puestos a ello, podrían ser…
[pullquote]Mis historias son un árbol, tienen varias raíces (Javier Sobrino)[/pullquote]
“Fredrick” de Leo Lionni, para no olvidarme de alimentar el alma; “El árbol rojo” de Shaun Tan, para los momentos en los que las fuerzas flojeen; y creo que me llevaría también, “Gallego. A la orilla del mar” de Juan Farias y Xosé Cobas. Tener cerca la literatura de Juan Farias siempre es un acierto maravilloso.
Javier: ¿Solo tres? Me llevaría “Fredrick” de Leo Lionni, «Elmer» de David McKee, «Barba Azul» ilustrado por Gabriel Pacheco y «Yo, Ming» de Clotilde Bernos y Nathalie Novi.
6.- Para finalizar, voy a dejar en vuestras manos la redacción de la primera pregunta que haré a la persona que escribe el próximo álbum que voy a reseñar en BiblogTecarios. ¿Qué os interesaría saber o conocer sobre él o ella?
Almudena: Bueno, igual tienen que ser dos. Una opción es: Imagina que desaparecen los libros de la noche a la mañana. ¿Cómo contarías historias a los niños?
Javier: ¿Por qué álbum ilustrado? ¿Qué le aporta este formato qué no le aportan otros?
Hablando con Rocío Martínez (ilustradora)
Rocío cuenta con una trayectoria de 30 años, ¡casi nada!. En todo ese tiempo ha publicado casi 190 trabajos, 32 de ellos como autora e ilustradora. Tiene dos mesas blancas: en una piensa -importantísimo-, en otra escribe y dibuja…con música. Mezcla pintura, lápices, ordenador, información e imaginación. Aprende leyendo, investigando, observando, escuchando, equivocándose. Cuenta a niños y mayores, de aquí y de lejos: México, Corea, Italia, Inglaterra, China, Brasil, Japón, EEUU. Si quieres conocerla mejor puedes dar un paseo por su web: http://www.rociomartinez.es y también por su interesante perfil en Instagram: https://www.instagram.com/rociomartinezilustradora.
¿Qué he preguntado a Rocío?
1.- En mi anterior reseña, le pedí a Nanen (autora e ilustradora de «Ensimismada») que lanzara la que sería la primera pregunta que haría a la siguiente ilustradora que entrevistara en este blog. Así que, como lo prometido es deuda, aquí te dejo su pregunta: «Me gustaría saber qué procesos sigues cuando entras en fase de bloqueo, cuando no hay manera de que el lápiz responda, de que la cabeza se llene de imágenes o cuando no viene la inspiración».
2.- Ahora me toca preguntar a mí 😉 ¿Cómo llegas al mundo de la ilustración de literatura infantil?
3.- ¿Podrías describir brevemente tu identidad, estilo, rasgos distintivos… como ilustradora?
4.- ¿Puedes contarnos algo del proceso de creación de este álbum? ¿Sueles seguir algún tipo de ritual cuándo te enfrentas a una nueva historia y al papel en blanco?
5.- Con cada proyecto se aprende algo nuevo, ¿verdad?. En concreto, ¿qué te ha enseñado «La gran catástrofe»?
6.- Posiblemente ahora te ponga en un aprieto, ¿te atreverías a darnos 3 nombres de ilustradores/as que sean o hayan sido fuentes de inspiración para ti?
7.- No son pocos los trabajos que tienes publicados como autora e ilustradora. ¿En qué rol te encuentras más cómoda? Entiendo que debe ser más fácil ilustrar un texto propio que uno ajeno, ¿verdad? ¿O eso no es así?
Las RESPUESTAS de ROCÍO en su propia VOZ:
Datos de la publicación
La gran catástrofe / Javier Sobrino y Almudena González (autores), Rocío Martínez (ilustradora). Madrid: Bookolia, 2021. 40 p. ISBN: 978-84-18284-20-5. Colección: Crizal
Enlace: Para más información…
Sinopsis
Una serie de extrañas catástrofes asolan la vida de un niño. Osos, mofetas, águilas, tucanes, rinocerontes, cocodrilos, jirafas, lobos… le hacen la vida imposible. Hasta que un día, el suelo tiembla porque una gran estampida invade su casa, y detrás de ella está la causa de tanta catástrofe.