El título de este Observatorio publicado en el último número de la revista «El Profesional de la Información» podría atraer a cualquier investigador o investigadora da igual el momento académico en el que se encuentre. La Evaluación de la Ciencia no deja inmune a ninguno de sus actores.
Lluís Codina, un viejo conocido por los y las que nos dedicamos al mundo de la información y la documentación, abre el número de septiembre y octubre de «El Profesional de la Información» reflexionando, en voz alta, sobre las debilidades de los sistemas de evaluación científica y sus efectos colaterales y proponiendo posibles soluciones a algunos de sus retos.
De partida, hace referencia a las consecuencias que, a día de hoy, puede tener en la carrera académica de un investigador o investigadora el hecho de obtener una evaluación negativa de cualquier tipo; ya sea el rechazo de un artículo para su publicación, la negativa ante la solicitud de un sexenio de investigación o de la acreditación a cualquier figura docente (ayudante doctor, contratado doctor, titular, catedrático). En todos los casos, además de repercusiones en la carrera académica, estas negativas tienen su repercusión también en los salarios. Un ejemplo a resaltar podría ser como se penaliza con mayor carga lectiva a aquéllos y aquéllas docentes que no cuenten con un sexenio vivo.
Realmente estamos ante la pescadilla que se muerde la cola, la rueda de la evaluación es compleja e imparable. Aunque las reglas del juego, en los procesos de evaluación son públicas, no por ello están exentas de críticas. En muchos casos estas reglas son ambiguas y, por tanto, están abiertas a la interpretación de cualquiera de los y las intervinientes en un proceso de evaluación dado. Este escenario, como os podéis imaginar, no es cómodo para nadie.
Vamos a seguir con otro ejemplo. Si una revista te rechaza un trabajo pasados algunos meses, puede que ya no cumplas los criterios mínimos para solicitar un sexenio en la convocatoria del año en curso. Si encima, ya no tenías sexenio vivo, como hemos comentado, te caerá en el curso siguiente mayor carga de créditos docentes lo que te robará tiempo y te dificultará realizar investigación y poder publicar para afrontar nuevos procesos de evaluación.
Es evidente que la situación que acabo de describir está llevada al extremo. No obstante, la casuística que tanto yo, como mi compañera María del Carmen, de invesTiga gestores, nos encontramos en la gestión de sexenios y acreditaciones es muy variopinta, y varía mucho de un área de conocimiento a otra.
Desde luego que es todo un acierto la afirmación: «la profesión de investigador es una de las más evaluadas del mundo».
Codina centra su debate en los dos tipos de evaluación que él considera más polémicas:
- La evaluación de artículos científicos y el, siempre puesto en entre dicho, sistema de peer review.
El proceso de revisión por pares, a pesar de sus conocidos defectos, sigue siendo, a día de hoy, la alternativa más fiable de evaluación de trabajos científicos. Lluís, para intentar resolver estas críticas propone algo que ya está funcionando en algunas revistas: el open peer review. Para el autor, ganar en transparencia, hace que el modelo torne a más serio y responsable.
Para mejorar este sistema de revisión, otros autores han hablado de la profesionalización de la labor del «investigador revisor». Podéis leer una interesante reflexión sobre el proceso de revisión por pares que se publicó en agosto, de este mismo año, en el blog SCIENTIA: «La profesionalidad en el sistema de revisión de artículos científicos«.
- Las evaluaciones de investigadores / trayectorias académicas.
En este punto, se hace alusión a un mal común en muchos estamentos de las administraciones públicas. Nos referimos a la solicitud reiterada de los mismos datos en distintos procesos de evaluación a los que puede enfrentarse un investigador o investigadora a lo largo de su carrera académica. Haciendo un símil con el funcionamiento de la Agencia Tributaria y su servicio de borrador, una posible solución propuesta podría ser la presentación de formularios pre-rellenos con la información disponible, sobre el investigador o investigadora, en las bases de datos de las universidades o agencias evaluadoras.
Por otro lado, Codina llama la atención sobre el proceso de contratación de profesorado en la universidad española, proponiendo como modelo a seguir el sistema tenure-track para la captación y retención de talento que está regulado en la Universidad Pompeu Fabra.
Quizás, en este apartado, esperaba algún comentario sobre los procesos y criterios de evaluación de tramos de investigación o la paralización que viene sufriendo el Programa ACADEMIA de la ANECA y los cambios en los criterios de evaluación de las acreditaciones. Ambos, temas candentes, en nuestro sistema de evaluación científica y en el desarrollo profesional de los y las docentes.
Dicho todo esto, os animo a todos y todas los que leáis esta breve reseña, a que compartáis vuestra opinión al respecto.
Codina, Lluís. “Evaluación de la ciencia: tan necesaria como problemática”. El profesional de la información, 2016, v. 25, n. 5, pp. 715-719. http://dx.doi.org/10.3145/epi.2016.sep.01