La publicación que reseñamos hoy constituye el número 5 de la colección «El profesional de la información» de la editorial UOC. Su autor, Ernest Abadal, es Catedrático de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Barcelona y coordinador, junto a Remedios Melero, del grupo de investigación «Acceso abierto a la ciencia».
Este libro de carácter fundamentalmente divulgativo, viene a aclarar una serie de fantasmas relacionados con el acceso abierto (OA). Estructurado en siete capítulos, cada uno de ellos finaliza respondiendo a una pregunta o malentendido. Así, el primer capítulo, termina con la respuesta a la pregunta ¿el acceso abierto quiere eliminar el peer review?; el segundo, hace los mismo con la pregunta ¿las revistas en acceso abierto pueden conseguir buenos niveles de calidad y ser sostenibles económicamente?; el tercero, resuelve la incógnita sobre si los repositorios contienen materiales de poca calidad y tienen poca visibilidad; el cuarto, contradice que el acceso abierto sea una forma de saltarse las leyes de propiedad intelectual; el quinto, responde a si los científicos y científicas están interesados e interesadas y motivados y motivadas por el acceso abierto; el sexto, está relacionado con las políticas de promoción y el interés por parte de las instituciones para promover el acceso abierto y el séptimo y último capítulo, marca las perspectivas futuras y la presencia del OA en la comunicación científica.
Crítica personal:
Se trata de una lectura básica para todo aquel o aquella que quiera estar al día en todo lo relacionado con los cambios que se vienen produciendo en torno a la comunicación científica. Imprescindible para conocer las principales herramientas y recursos de acceso abierto al conocimiento a nivel nacional e internacional.
El autor sintetiza, en 108 páginas, de manera extraordinaria, y para todos los públicos, todo lo que rodea al movimiento de acceso abierto a la ciencia.En torno al OA hay mucho conseguido y mucho por conseguir. Aunque, como se recoge en el libro, el 90 % de los investigadores e investigadoras consideran que las revistas de acceso abierto son o serían beneficiosas para su actividad científica, luego esto no se ve reflejado en el número de artículos publicados en revistas de acceso abierto (ruta dorada) o depositados en repositorios institucionales o temáticos (ruta verde). No obstante, dependiendo del área de conocimiento de procedencia de los investigadores e investigadoras, éstos son más o menos propensos y propensas a la difusión en abierto de sus resultados de investigación.El establecimiento de mandatos por parte de las instituciones que financian las investigaciones es pieza clave en el desarrollo de este movimiento. Ahora bien, más importante aún, es el desarrollo de medidas para controlar el cumplimiento de estos mandatos.Como recogía nuestro colega de profesión, Honorio Penadés, en la lista Iwetel, se están produciendo acontecimientos de mayor o menor calado (recortes presupuestarios, subidas de precios de las suscripciones a las revistas, el caso de Harvard y el Gobierno del Reino Unido y Wikipedia, el boicot internacional a Elsevier de manos de investigadores e investigadoras, la negativa a la RWA, etc.) que hacen que el movimiento hacia el OA esté viviendo momentos de importantes avances. No obstante, es imprescindible el trabajo conjunto y coordinación entre investigadores e investigadoras, editoriales científicas, agencias de financiación de proyectos (públicas y privadas) y agencias de evaluación científicas.A continuación os dejo una entrevista al autor publicada en el portal de vídeo de la Universidad de Barcelona. En el minuto 1′ 28″ Ernest Abadal habla sobre el Open Access ( en catalán).
Conociendo al autor:
Ernest ha tenido la amabilidad de responder a algunas preguntas que os recojo a continuación:
El movimiento hacia el acceso abierto es un tema cada vez más conocido entre la comunidad investigadora de nuestro país, pero realmente luego esto no tiene un reflejo directo en muchos de nuestros repositorios, ¿cómo intentaría convencer, brevemente, a un investigador o investigadora a realizar el autoarchivo de sus publicaciones?
El aumento de la difusión es el mejor argumento. Tener las publicaciones en acceso abierto en un repositorio permite disponer de una audiencia global e incrementar notablemente no tan sólo las consultas (es decir, los usos) de los textos sino también su impacto (las citas que pueden recibir).
En este sentido, hay que tener presente, además, que Google Académico, uno de los buscadores más utilizados por los científicos, indexa el contenido de los repositorios ofreciendo una gran visibilidad a sus contenidos.
En relación con la pregunta anterior ¿no cree que el proceso de autoarchivo en un repositorio es un tanto tedioso de cara a un investigador o investigadora?
Totalmente de acuerdo. Es un proceso un poco largo y pesado. De todas formas, como pasa en muchas otras cosas, cuantas más veces se repite el proceso más fácil es completar la carga de los documentos. Por otro lado, en muchos sitios se dispone de la ayuda de los bibliotecarios
Aunque los objetivos que se persiguen difieren en algunos aspectos ¿recomendaría el depósito en un repositorio institucional o en uno temático?
Lo que recomiendo es depositar. Tanto da el tipo de repositorio. Si alguien tiene dudas al respecto, que los deposite en ambos.
¿Qué acogida cree que ha tenido, entre la comunidad investigadora, el «Art. 37: Difusión en acceso abierto» de la «Ley 14/2011 de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación»? ¿Se está viendo reflejado en el número de publicaciones autoarchivadas en nuestros repositorios?
Se trata de una ley que va a favorecer de manera notoria y clara el desarrollo del acceso abierto en España. En estos momentos, no obstante, aún es pronto para valorar su incidencia y, en mi opinión, no se ha notado ningún incremento imputable a ella en los repositorios.
Recomendaciones o mandatos ¿qué opción es la más apropiada para conseguir un golpe de efecto en el depósito en abierto de las publicaciones científicas?
El incremento en los depósitos se consigue mediante el mandato, sin duda. De manera previa, se tiene que dar una fase de información y recomendación que considero que ya se ha llevado a cabo.
¿Cómo controlar el cumplimiento de los mandatos de acceso abierto? Este es un tema importante, usted lo recoge en su libro.
Se trata de una cuestión sobre la cual aún no se encuentran muchos ejemplos porque las preocupaciones hasta ahora se han centrado en impulsar mandatos. De todas formas, parece claro que se tendrán que articular medidas de seguimiento del cumplimiento. Las agencias de evaluación de los científicos (Aneca, la CNEAI, agencias autonómicas de calidad de las universidades, etc.) así como los organismos que valoran las propuestas de investigación (como la ANEP, por ejemplo) tendrán un papel fundamental ya que podrían solicitar que los trabajos sometidos a evaluación estén disponibles en acceso abierto.
Estamos pasando por una época crítica consecuencia de una crisis mundial, en España los recortes a la ciencia han sido llamativos, esto afectará a la convocatorias públicas y subvenciones a proyectos, por lo tanto ¿no piensa que la vía dorada hacia el acceso abierto a la ciencia puede verse resentida? ¿qué modelos alternativos se podrían ofrecer a las editoriales científicas de cara a su posicionamiento claro hacia la apertura de los contenidos científicos? Ya conocemos las reticencias de este sector hacia la ruta verde.
Las vías de ingresos fundamentales para las revistas científicas que optan por el acceso abierto son el cobro de tasas (pago por publicar) o la subvención externa (de una universidad, de una sociedad científica, de una administración pública, etc.). La primera opción es la más utilizada en el sector biomédico y la segunda en ciencias sociales y humanas. A pesar de la crisis, el número de revistas en acceso abierto sigue creciendo.
La proliferación de revistas de acceso abierto de dudosa calidad, ¿pueden terminar pasando factura a la credibilidad científica del propio movimiento?
Existen también revistas científicas comerciales de dudosa calidad y no por ello se ha visto afectada la credibilidad de las revistas en general. Yo creo que a estas alturas los autores tienen suficiente conocimiento de la situación como para valorarlo adecuadamente.
¿Qué opinión le suscita todo lo que está ocurriendo a nivel mundial en torno al acceso abierto: el rechazo de la «Research Works Act (RWA) – H.R. 3699», el boicot a Elsevier, la postura de la Biblioteca de Harvard, el caso del gobierno del Reino Unido (informe JISC, implicación de Jimmy Wales de Wikipedia), etc.?
Son indicios claros y contundentes de que el movimiento está bien vivo y activo. A veces parece que se han apagado sus voces pero tan sólo hace falta un pequeño incidente o motivación externa para que se pongan en marcha acciones reivindicativas, muchas de ellas, como las citadas, con notable repercusión y, a la vez, eco mediático.
Y para finalizar, el movimiento hacia el acceso abierto va abriéndose camino lento pero con paso firme, ya lo dice usted en su libro, los cambios profundos necesitan de mucho tiempo para llevarse a cabo ¿en qué punto cree que se encuentra el «open data»?
Los datos abiertos (open data) tienen una doble vertiente. En primer lugar, los datos abiertos de la administración pública, un sector que va a avanzar rápido dado que el número de productores (agentes implicados) es mucho menor que el de la comunicación científica. El hecho de poder reutilizar la gran cantidad de datos que generan las administraciones públicas va a ser de gran utilidad. En segundo lugar, existen los datos abiertos de las investigaciones, un tipo de contenidos para el que se están creando infraestructuras para contenerlos y poderlos reutilizar. En este ámbito, no obstante, creo que los progresos serán un poco más lentos que en el anterior.