La Paleografía y la letra cortesana

La escritura gótica cursiva cortesana o sencillamente más conocida como letra cortesana surge en Castilla a partir del siglo XV y llega hasta principios del siglo XVI. Esta escritura se caracteriza especialmente por tener una letra menuda y ligada donde las letras se enlazan hasta el punto de que muchas palabras se deforman. Se caracteriza también por utilizar letras cuyos trazos son como giros envolventes dando un aspecto redondeado a la letra, como la s sigmática  o “ç”, entre otras.

Su uso se da en la cotidianidad laboral de los escribanos de la corte, pero sobre todo en la cancillería real, escribanías municipales y señoriales y en las audiencias de justicia, especialmente durante el reinado de los Reyes Católicos. Según dicen, Juan C. Galende Díaz y Manuel J. Salamanca López,  en su obra Una escritura para la modernidad: La letra cortesana  su aparición fue gracias al trabajo del filólogo ilustrado Esteban Terreros, quien encontró escrito en aranceles de principios del siglo XVI, <<letra apretada e cortesana>>, << buena letra cortesana>>.

misiva3Pero a decir verdad ya hay constancia de esto antes, pues existen numerosos documentos de finales del siglo XV que no solo lo afirman, sino que, además en ellos, no se habla muy bien de una de las escrituras que en aquella época convivía con la cortesana, la escritura procesal. Asimismo, se hace especial mención sobre ésta en muchas ordenanzas otorgadas para la Chancillería de Valladolid en 1485 y en 1486, diciendo:

“otrosí mandamos al nuestro chanciller que non selle provisión alguna de letra procesal ni de mala letra, e si la traxeren al sello que la rasgue luego…” 

La letra procesal era utilizada especialmente por los notarios y funcionarios en procesos judiciales (de ahí su nombre). Se trazaba con enrevesadas ligaduras y cuyo trazo, o técnicamente llamado ductus, era totalmente estirado, pues cada línea muchas veces dependiendo también del tipo de procesal, se elaboraba sin levantar siquiera la pluma del papel, por lo que resultó ser una escritura mucho más difícil de entender que la letra cortesana. De ahí que Miguel de Cervantes dijera  “que no la entenderá satanás”.

No obstante, no existía una ortodoxia estética en detrimento de otra, sino que hubo más una razón político-económica que un interés puramente estilístico. Pues el propósito de la reina Isabel la Católica era el de acabar con los abusos de los funcionarios que querían incrementar sus honorarios. Así, la monarca ejecutó una orden, mediante provisión real, de unificar el modus operandi de aquellos que se dedicaban al oficio de la escritura pública, estableciendo un mismo protocolo para los registros notariales públicos, expedición de copias autenticadas como fijación de derechos arancelarios. Todo ello con el objetivo de reducir las excesivas hojas que constituían por aquel entonces cualquier documentación pública y acabar así con el abuso y suculento negocio que esto suponía para los notarios del Reino de Castilla.

“Que lleven… a diez maravedís por la tira… seyendo la tira de una hoja de pliego entero scripta fielmente de buena letra cortesana e no procesada, de manera que las planas sean llenas, no dejando grandes márgenes, y en cada plana haya a lo menos treinta y cinco renglones y quince partes en cada renglón”.

“el traslado de cualquier carta o provisión que estuviere en el registro asentada… si fuere de hasta un pliego entero doce maravedís, e si más oviere de pliego que sea de letra cortesana, que lleve a este respecto, e sy fuere de las que han de ser puestas por relación, que lleve de cada relación quatro maravedís e non más…”

Hablar en líneas generales de una escritura antigua, como la cortesana, conlleva trazar una pequeña parte del insondable y complejo mundo de la Paleografía. Una ciencia que podríamos definirla como aquella que se dedica al estudio histórico de las escrituras manuscritas antiguas, con el fin de identificar, autentificar y clasificar los signos escritos de diferentes alfabetos en distintas épocas y, a su vez, poder transcribirlas al lenguaje escrito actual.

Muchas derivaciones conceptuales se han desarrollado desde que la Paleografía se entendiese como objeto de estudio. Algunas tendencias la consideraron una ciencia autónoma, como una manifestación de la Historia de la Cultura. En cambio hay otras por ejemplo que la relacionan como una ciencia que se dedica especialmente al análisis, considerándola como una técnica historiográfica imprescindible para la crítica histórica.

A pesar de ello, todas estas manifestaciones conceptuales nos permiten identificar de un modo seguro y claro que la Paleografía se encuentra en estrecha relación con la Historiografía y, por tanto, contribuyendo en su ardua labor de ser ciencia de la historia. Pero por otro lado, encontrando también afinidad epistemológica en disciplinas como la Numismática, la Diplomática o también la propia  Ciencia de la Documentación, por poner algunos ejemplos.

¿Pues acaso no es gracias a la Paleografía, una técnica documental, -a parte del calificativo de historiográfica-imprescindible en la necesidad de acceder a la información? Sin Paleografía, no hay contenido. Sin contenido, no hay análisis documental posible y, en última instancia, no habrá ningún proceso que contribuya a la gestión documental-archivística como tampoco a la gestión de información.

¿Por tanto será esta disciplina un coto excesivo y exclusivo para los historiadores y en cambio un mundo no muy conocido, pero no por ello menos importante y necesario para muchos documentalistas?

Enlaces de interés:

–          Servicios de paleografía

–          Proyecto carmesí (donde encontrarás fondos documentales digitalizados)

–          Cursos de Paleografía

–         Documentos antiguos escritos en letra cortesana

Cristian Serrano

Responsable Social Media en JDA/SFAI. Coordinador de sección Entrevistas en Biblogtecarios.

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