Juan Ros no ha dejado nunca títere con cabeza. Si por muchos fuera, habría sido un títere más sin cabeza a merced de la burocracia endogámica que hay fuera de las aulas.
Como buen sagitario es un hombre vivo, cercano y aventurero. Lanza sus palabras con la habilidad del mejor arquero, flechas que de ironía y gracia murciana se dirigen al público que le escucha con una sonrisa, cuando no con una carcajada. Juan Ros no se ciñe a la teoría, no porque no crea en ella, -quizá sea más un ideólogo, que un hombre práctico- sino porque sabe que a través de la anécdota encuentra lo categórico, lo sustancial: lo que nunca se olvida y siempre queda en la retina del alumno.
Se doctoró en Filología Románica a mediados de los 60 y enseguida comenzó su carrera profesional como profesor de Universidad para, poco más tarde, tras conseguir su cátedra de instituto, incorporarse en el Instituto Isaac Peral de Cartagena, siendo profesor de un joven Arturo Pérez Reverte. Luego, a finales de la década de los ochenta, se convirtió en uno de los primeros profesores de Documentación en la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia. Ha sido además uno de los pioneros, junto al profesor José López Yepes, en la investigación sobre la Ciencia de la Documentación. De este trabajo salió su famoso libro Fundamentos Básicos de la Documentación General. (Sistemas, Redes y Centros). Guía del alumno, comúnmente conocido entre la comunidad universitaria como «el libro amarillo del Ros».
Después de casi 7 años desde que abandonara la docencia o, como él dice, sus cerca de 45 años de servicios, hoy vuelve a relatarnos su trayectoria profesional y sus vivencias más personales.
Juan, antes de todo, ¿cómo se encuentra? ¿Cómo lleva la vida tras estar 6 años apartado de las aulas?
Me encuentro personalmente bien, con las limitaciones que te impone tu edad. Realmente me encuentro apartado de las aulas. El primer año de jubilado alguna clase demandada por los alumnos. Después algunas tesis doctorales, casi siempre en Madrid o Alcalá. Después decidí dejar todo lo académico. Era una etapa pasada.
Si no estoy equivocado comenzó como profesor de Bachillerato en el Instituto Isaac Peral de Cartagena, siendo profesor del archiconocido escritor Arturo Pérez Reverte. Cuéntenos cómo fue aquella etapa y, si es posible, alguna anécdota interesante de cómo era, por aquel entonces, ese jovencísimo Arturo.
Realmente empecé en octubre de 1965 como Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia y, al mismo tiempo como profesor del Instituto Alfonso X el Sabio de Murcia. Al ganar la oposición a cátedra de Instituto, me incorporé al Issac Peral de Cartagena, en febrero de 1967. En los cursos siguientes, sexto de Letras y Preu tuve, entre mis alumnos a Arturo. Fue un buen alumno en un curso excepcional. Quedé muy contento. Leí algún escrito suyo, un viaje a Ras Tanura en un petrolero. Uno siente que ha merecido la pena dar clase de literatura. Siempre hemos estado en contacto y siempre acudí a sus llamadas cuando volvía de sus guerras, a veces gravemente enfermo. Nuestra amistad continúa.
Más tarde pasó a la universidad, concretamente, a la Facultad de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia (UMU). ¿Por qué decidió dar el salto a los estudios de Biblioteconomía y Documentación? Si tuviera que explicar su etapa como profesor de Documentación con alguna cita clásica, ¿cuál elegiría?
Realmente mi vinculación a la Universidad de Murcia fue constante: fui profesor de didácticas Especiales de Lengua Y Literatura, Profesor de la Facultad de Pedagogía, Profesor del ICE, Tutor y Profesor del CAP…En un cierto momento se pensó en poner los estudios de Biblioteconomía y Documentación. Salió a oposición una Cátedra de Lingüística Documental. En ese momento era Director del IB el Carmen. Me incorporé en septiembre y me nombraron Director de los Estudios de Biblioteconomía. Dependiamos de la Facultad de Letras, del Departamento de Historia. Fueron tiempos difíciles, clases de cien alumnos, de prestado en otras facultades. Era un reto. Dar el salto a la Universidad era iniciar una nueva etapa. El IB el Carmen estaba en lo más alto, en su nivel académico y de actividades. Siempre he tenido en mente un lema latino: ‘citius, altius. fortius’. No lo he aplicado al deporte siempre, sino como estímulo y afán de superación. Hice letras para enseñar, fui director para gestionar intentando superar los niveles de los sitios normales. Pasé a documentación porque había que concienciar a la sociedad de esta nueva disciplina. He intentado transmitir a mis alumnos que no se conformen con lo que tienen, que aspiren a más, que se superen, que hay un más rápido, más alto, más fuerte… y mejor.Siempre he tenido en mente un lema: ‘latino citius, altius. fortius’.
En su libro Fundamentos Básicos de la Documentación General (Sistemas, Redes y Centros) asienta las bases de la Documentación General y todo aquello que debe de conocer cualquier Documentalista. ¿Cree que este libro se ha quedado desfasado ante el nuevo panorama de perfiles profesionales y nuevas competencias que demandan hoy en día en puestos de trabajo relacionados con la gestión de la Información? ¿Cómo ve la actual situación de estos profesionales? ¿Tienen futuro?
Yo realmente saqué la Cátedra de Lingüística Documental, pero como había otro Profesor con este perfil, y la profesora, destinada en principio, de Documentación General no se incorporó, y yo era el Director, pues me dediqué a Documentación General. El libro ‘Documentación General (Sistemas, Redes y Centros)’ es realmente una guía del alumno. El libro que se concibe con el profesor en clase. Fue útil también a alumnos que compatibilizaron trabajo y estudios. El concepto de Gestión de la Información, y el de Políticas de Información y Documentación, está repartido en una treintena de artículos y capítulos de obras mayores. El futuro de los profesionales de la información es problemático. Quizá la universidad no supo conectar con la sociedad, al menos aquí en Murcia.
En un reciente número de la Revista Española de Pedagogía, Miguel A. Santos Rego y Mar Lorenzo Molero, de la Universidad de Santiago de Compostela, escriben que en la implantación del Máster en Secundaria, implantado en el curso 2009/2010, apenas han reparado en la evaluación rigurosa de lo que supone la profesionalización docente para una educación secundaria en la sociedad del conocimiento. ¿Cuál es su opinión respecto a la formación que reciben los futuros profesores? ¿Considera que la formación universitaria en nuestra disciplina está adaptada a los nuevos roles profesionales que demanda la sociedad?
Creo que hay un exceso de carga teórica y una desvinculación de las demandas de la sociedad.
¿Cómo ve la situación de la universidad, especialmente, la Universidad de Murcia de la que formó parte usted durante tanto tiempo? ¿Qué cambiaría de ésta?
La Universidad de Murcia adoleció de una labor crítica a la hora de elaborar los programas de Licenciatura en Documentación. Quizá se atendió más a las personas que a las demandas de la sociedad. No sé lo que habría que cambiar. Según mis noticias desaparece el Grado de Documentación.
Me acuerdo de que en sus clases siempre decía: “la información es poder, y el poder es dinero”. Hoy en día estamos en un sistema de consumo de información al instante, al alcance de cualquiera con conexión a Internet y donde cualquiera puede autodenominarse comunicador o productor de información ¿Cree que esa afirmación sigue siendo válida? ¿O habría que matizarla?
Creo que la información sigue siendo poder. Y el poder puede ser gobierno, estructuras políticas, comerciales. En resumen dinero. El que no tiene información no tiene poder.Por supuesto admite toda clase de matizaciones.
¿Cómo definiría su método de dar clase y su método de evaluar a los alumnos? No cree que sus exámenes evaluaban únicamente el nivel de lo que vulgarmente se conoce como “empolle” o sea, usar la memoria para aprobar un examen y listo.
Yo no puedo enjuiciar mi método de dar clase. Eso os corresponde a vosotros, los alumnos. Yo te diría que mis clases estaban muy preparadas, que nada ocurría al azar, que intentaba llegar a los alumnos, a transmitir los conocimientos, a enseñarles a situarse en la sociedad del futuro… Puede ser que sea cierto lo que dices de los exámenes, “para aprobar y listo”. Pero recuerda que algunos sacaban notable, sobresaliente, etc.
Aunque muchos no lo sepan, aparte de su trayectoria profesional como profesor se dedicó también a la política. ¿Por qué se metió en política? ¿Cree que le pasó factura dedicarse a ello cuando ejerció de profesor de universidad?
Un amigo me pidió que aceptase estar en política. Ese año había habido cambio de Rector, yo iba a coordinar los Centros de Información y Documentación. A la Universidad no le parecía mal tener profesores ocupando puestos en el Gobierno Regional. Yo pensaba, y pienso, que alguna vez hay que dar algo de nosotros a los demás en política. Le dije al Consejero que estaría un año. Estuve dos. Hice gestión y empecé a montar Centros de Documentación en diversas Consejerías. No sé si me pasó factura cuando me reincorporé. No sé, puede ser.Yo pensaba, y pienso, que alguna vez hay que dar algo de nosotros a los demás en política.
Ya para terminar, díganos si tiene algún proyecto personal o profesional entre manos para este año 2016. Exprésese con total libertad si quiere añadir algo para finalizar esta entrevista.
Mi proyecto personal es muy sencillo, tengo una familia a la que adoro, tengo libros que leer, música que escuchar, paseos que dar, ciudades que ver y, si puedo, contestar a algunas preguntas de mis alumnos…
Juan Ros García. Doctor en Filología Románica. Fue profesor de Lengua y Literatura de instituto. Profesor de Documentación General, Políticas de I. y D., Gestión de la I de la Universidad de Murcia (1965 -2009). Profesor visitante en el Reino Unido (1990), La Habana (1992), Perú (1992), Wales (1992), UNAM (Méjico).
