Existen dos aspectos muy a tener en cuenta por aquellos que de una u otra forma mantienen un contacto con redes sociales, web 2.0, etc.: “reputación digital” e “identidad digital”.
Del primero de ellos ya hablé de forma breve en el blog creado para la asignatura de Web social impartida dentro del Máster en Bibliotecas y Servicios de Información Digital de la UC3M (podéis ver el post en http://bovejerowebsoc.wordpress.com/2012/05/16/y-tu-mas/) y hoy le toca el turno a la “identidad digital”, término que en mi opinión se encuentra estrechamente conectado con el primero.
Precisamente en El Profesional de la Información (EPI), aparecía este verano un artículo firmado por Linda Castañeda y Mar Camacho, y que presentaba los resultados obtenidos en un estudio acerca de las percepciones de los alumnos de último año de universidad sobre su identidad digital.
CASTAÑEDA, Linda; CAMACHO, Mar. Desvelando nuestra identidad digital. El profesional de la información. July-August 2012, vol. 21, n. 4, pp. 354-360.
http://dx.doi.org/10.3145/epi.2012.jul.04
Como premisa de partida y sin perder de vista las particularidades del mundo digital, parece que la identidad y la reputación son aspectos que a todos nos preocupan (y si no es así debería serlo) en nuestra vida diaria. En relación a esto, los avances tecnológicos han traído novedades como son la rapidísima propagación de cualquier información, el alcance y la posibilidad de llegar a una audiencia multitudinaria, aspectos que sin duda repercuten en la percepción de nuestra identidad.
Es innegable que el auge de redes sociales, herramientas de la web social e Internet en general, han provocado una mayor consciencia acerca de la identidad que debe ser construida día a día y que se ve afectada por una serie de factores. Uno de ellos es el hecho de que la comunicación se lleva a cabo con tecnología y procesos como mediadores, independientemente del contexto.
En 2007, Mayer-Schoenberger (http://www.vmsweb.net/attachments/pdf/Useful_Void.pdf), decía que nos encontrábamos ante una sociedad que “recuerda para siempre” en contraposición a una sociedad que por defecto, y sin la ayuda de los avances tecnológicos, “olvidaba”.
En este mismo sentido, algunos autores han destacado aspectos positivos como las posibilidades de conexión con otras personas, lo que redunda en una mayor exploración de la identidad y por tanto en un aumento de las habilidades sociales. Sin embargo, otros no tienen una perspectiva tan optimista y enfatizan los peligros provocados por las actividades online.
Pero, ¿qué es la identidad?, ¿de qué partes se compone? Se habla principalmente de dos:
- Parte personal: sería la imagen que una persona proyecta sobre sí misma a través de su comportamiento en la red: qué dice y cómo lo dice, cuáles son sus intereses, cuáles sus objetivos, etc.
- Parte social: al contrario que la parte personal, no depende de uno mismo, sino de terceros. Por un lado se encuentran las personas que nos influencian, de los que aprendemos y que despiertan nuestro interés. Por otro, están aquellos que se ven influenciados por nosotros y que por tanto comparten y difunden nuestros contenidos, propagando y generando una imagen sobre nosotros.
Sin entrar en datos demasiado concretos, puesto que esos podéis encontrarlos en el artículo citado previamente, podrían destacarse algunos de los resultados del estudio que Castañeda y Camacho llevaron a cabo.
- Un alto porcentaje de los encuestados son usuarios activos de redes sociales, estando en su mayoría familiarizados con las distintas opciones de privacidad de aquellas.
- La mayoría creen que los demás les ven de forma positiva en la Red: interesantes, inteligentes, pero no manipuladores o egoístas, por ejemplo.
- Muy relevantes son los datos relativos al impacto de su identidad digital en sus vidas. Aproximadamente un 94% publica contenidos sin pensar en el impacto que pueda tener y un porcentaje muy elevado borra contenidos después de haber sido publicados.
- Una gran mayoría de los encuestados cree que su “yo” digital refleja de forma considerable su “yo” real y se muestran preocupados por la imagen que transmiten a sus compañeros y cómo la interpretan estos.
¿Quieren decir estos datos que los usuarios son plenamente conscientes de su “identidad digital”? Quizás podría decirse que lo son a corto plazo y de forma parcial, es decir, no evalúan el impacto real que puede tener en su vida personal, laboral, etc., y sobre todo piensan en términos temporales, sin considerar que aquello que hacen en la red puede tener una repercusión mayor tanto en su alcance como en su temporalidad.