O la Bibliofilia para aquellos que prefieran el tecnicismo y los cultismos. Un día después del día de Internet y dias antes de la feria del libro no se me ocurre mejor manera de declararle mi amor. Ese amor por los libros es siempre lo que me viene a la cabeza cada vez que se plantea el debate sobre la convivencia del libro con el Ebook, no me baso en estudios de usuarios, tecnológicos o de usabilidad, solo en el amor puro e incondicional que siento por los libros.
Cuando se argumenta que el Ebook acabará con el libro convencional se olvida que este no es solo contenido, sino tambien su valor y riqueza está en el continente. No solo importa lo que dice, sino donde lo dice. Pensar que la televisión o internet no han acabado con el libro y lo hará una copia sin aroma de él, es simplemente porque no se ama con la pasión que se merece a este maravilloso objeto. No se puede pensar así si se disfruta al abrir un libro nuevo y notar el olor a papel y tinta, ni colocar el marcapáginas con cariño tras una agradable y reconfortante lectura mientras se cierra el libro y se acaricia la tapa de ese título que te trae tantos recuerdos, ese libro que te regalo un antiguo amor y cada vez que lo sostienes piensas en todo aquello bueno que te sucedió.
La tecnología está desprovista de esa sensibilidad, no tiene esa capacidad de transmitir emociones solo con el tacto y el olfato. No debe entenderse esto como una crítica al Ebook, es válido, un gran progreso técnologico y una comodidad indudable para todos los grandes consumidores de literatura.
Pero nunca sustituirá al viejo tomo de tapa rústica de un romántico con mil Post-it que marcan todo aquello que una vez le emocionó. Quien ama los libros, lo sabe.
Sabe que encontrar una edición principe de los Paraiso Perdidos de Jhon Milton puede producir más satisfacción que su lectura, fantasear con las manos que tocaron un pecio estudiantil de Salamanca de 1746, estremece pensar cuantas brujas fueron ajusticiadas con una vetusta edición de un Malleus Maleficarum, o soñar con encontrar algún dia en una librería de viejo entre comics de tintin y novelas de Corín Tellado una edición de la Hypnerotomachya Polyphila o un Sinodal de Aguilafuente.
Quien ama los libros sabe que esta imagen no puede darse en un Ebook.
Cuando un libro cae en tus manos cada nota, cada mancha, cada letra te hace pensar. Quien lo tuvo, quien lo guardó, quien lo leyó. e incluso una mancha en forma de cuadrado y un numero recortado puede iniciar una aventura, la de la investigación.
Una de las más bellas manías que los bibliofilos antiguos tenían era la de ubicar en cada libro que los pertenecía un Ex – Libris que identificara e indicara que ese libro era suyo, y esa mancha parduzca, cuadrada, y latente me indicaba que podía ser el Ex – Libris de algún coleccionista antiguo.
Investigar es un mundo apasionante, una actividad que cada día te da una satisfacción, que te hace ser constante y cuando descubres lo que buscas por nimio que seas te eleva una sonrisa que es dificil borrarte de la cara.
La mia concluyó en esto.
Mi libro, mi objeto de Vitela, con tinta, con mil recuerdos e ilusiones, vivencias y que recorrió cientos de bibliotecas, un día perteneció al Duque de Medinaceli. Comprendan Ustedes, que esto es insustituible por el Ebook.