Vivimos en un mundo en el que existen más contenidos de los que podemos consumir, las imágenes, publicidad y la información, nos bombardean manipulándonos y debilitan nuestro desarrollo personal y cultural autónomo, paradójico si pensamos que como Gilles Lipovetsky dice vivimos en una sociedad individualista o neoindividualista; individualista pero sin ser libres, desarrollamos una cultura rápida, una cultura que no somos capaces de trasformar en conocimiento y un conocimiento que no sabemos cuidar y mantener. El postmodernismo que Habermas nos define con acierto nos hace seres inconscientes que no sabemos diferenciar lo que verdaderamente es valioso. y la cultura en este contexto es un material que debemos usar y tirar, todo se convierte en un happening que consumimos, desmontamos y reciclamos, The Fast Culture.
Por lo tanto en una sociedad en la que todo se hace a la carrera, en la que no somos capaces de asumir qué contenidos culturales son dignos de perpetuarse para próximas generaciones, es obvio pensar que la preservación de los contenidos culturales se deja de lado, por incapacidad de valoración.
Nuestra cultura es audiovisual, un mundo que conocemos, o malconocemos a traves de las pantallas, las diferentes pantallas que nos abordan pero que definen nuestro mundo y otros mundos a traves del audiovisual, la mayoria de la información y constitución de nuestra memoria es audiovisual y ya no concibimos la cultura sin mostrarla en imagenes y sonidos; pero no cuidamos que esa historia que creamos sea perpetuada, no nos preocupamos de mantener para el futuro ese patrimonio.
La quema de libros siempre ha sido una acción que los amantes de la cultura vemos como un simbolo de la muerte del conocimiento, las grandes tragedias como el incendio de la biblioteca de Alejandria o las piras de letras del regimen nazi han sido vistos como atentados contra la cultura y el conocimiento humano. Nadie en su sano juicio se imagina que se reutilicen los libros se escriba encima de ellos o que la BN los venda al peso, por ello es dificil comprender que nuestra memoria audovisual actual sea tratada de igual manera.
Según la Ley 17/2006, de 5 de junio, de la radio y la televisión de titularidad estatal, España y sus medios públicos tienen en su artículo 32 la obligación de mantener y conservar el archivo y patrimonio audiovisual y sonoro, pero las prioridades de los que mandan son claras, los archivos, el patrimonio y los que deben gestionarlo no son una de ellas, que importa perder toda la memoria histórica audiovisual de una comunidad autónoma o que se venda todo el archivo a un trapero (antigua noticia pero tristemente vigente), La Unesco es clara y llama a mantener y salvaguardar el patrimonio audiovisual porque en el está escrito nuestra historia, la sociedad actual sufrirá un grave problema de memoria cuando eche la vista atras y quiera saber como se vivía en España en los años 70 u 80, cuando se acuda a los archivos a realizar un trabajo serio de investigación se alarmará al constatar como los rollos de 16 mm se quedan en el proyector destrozado por el temido sindrome del vinagre, será dramático, pero también será tarde, y ocasionará lagunas de conocimiento de dificil valoración en la actualidad.
El problema de consciencia de la importancia del patrimonio audiovisual debe solucionarse urgentemente para no destruir una parte importantisima de lo que somos. Es dificil creer que así será viendo como más aún en la actual coyuntura económica se reducen los recursos materiales y humanos para gestionar y mantener el patrimonio audiovisual y sonoro, tanto o más importante que el escrito, diferente, pero no menos valioso; y por mucho que la cultura postmodernista de la que somos parte no nos deje darle a las cosas importantes el valor que se merece, esperemos que estemos a tiempo de salirnos de esa corriente y aprender a valorar el patrimonio audiovisual como se merece, para que los que nos preceden que si serán capaces de ver la enorme riqueza que esto supone, no se tengan que arrepentir de nuestra falta de visión.
Pero si la cultura audiovisual y sonora peligra, un nuevo tipo de contenidos que están siendo más y más consumidos, demandados y sobre todo más influentes en la sociedad actual no son tomados en cuenta como parte de nuestro conocimiento, La fast culture en Internet es más visible y constatable aún que en el resto de los modelos de consumo cultural, pero eso no implica que el conocimiento y la cultura que se expresan a través de internet sean modelos menos válidos de expresión cultural y del conocimiento. Los Archivos de Contenidos Digitales son una herramienta imprescindible que se debe impulsar desde todos los ámbitos culturales, y no solo me refiero a digitalización de fondos, sino a archivos que preserven la multitud de conocimiento, cultura y expresiones artísticas que se muestran y realizan en Internet, porque en el futuro no será comprensible una sociedad como la actual sin observar, analizar y estudiar el mundo audiovisual y los contenidos digitales; sin ellos, seremos una sociedad con un grave problema de Alzheimer cultural, ya que solo podremos comprender una parte del conocimiento generado por esta sociedad que con todos sus defectos, es la nuestra.