La reciente abdicación del Rey Juan Carlos ha puesto en todos los medios de comunicación la figura de la Corona como institución. Siguiendo con el análisis de otros tipos de tipologías bibliotecarias, no es mal momento para hablar de las bibliotecas y archivos dependientes del Patrimonio Nacional.
Patrimonio Nacional es el organismo público (adscrito a la Presidencia del Gobierno), que es el responsable de los bienes muebles e inmuebles puestos a disposición de la Jefatura del Estado para fines de alta representación y para poner a disposición del Pueblo Español el Patrimonio Histórico–Artístico que gestiona, a través de su uso con fines culturales, científicos y docentes.
Todos estos bienes están puestos a disposición del Jefe del Estado y así continuó siendo cuando la forma institucional del Estado fue otra diferente a la Monarquía: es decir, durante la Junta Revolucionaria y el Gobierno Provisional tras el destronamiento de Isabel II (1863-1870), durante la I República (1873-1874), durante la II República y durante el Franquismo (1939-1975). Por ejemplo, en 1934 el antiguo Patrimonio de la Corona se redefinió como Patrimonio de la República, reservándose el Palacio Nacional (antiguo Palacio Real de Madrid) para residencia de representación del Presidente; la Quinta del Duque de Arco, en el Pardo, para su residencia ordinaria, así como zonas de residencia veraniega en los palacios de la Zarzuela y la Granja. En 1940 el nuevo Jefe del Estado, General Francisco Franco, habitaría también en el Monte del Pardo (aunque no en la Quinta, sino en el Palacio), y mantendría el uso de alta representación del Ex Palacio Real y ex Palacio Nacional, que fue redenominado oficialmente como Palacio de Oriente.
Patrimonio Nacional gestiona actualmente ocho palacios reales y trece reales monasterios y conventos, considerados “Reales Sitios” por haber sido en tiempos residencia de reyes, o por estar bajo el patronazgo directo de la Corona, como institución. También dependen del Patrimonio Nacional 22.000 hectáreas de bosques, jardines históricos y espacios naturales, como el Bosque de Riofrío, el Monte de El Pardo, el Bosque de la Herrería o el Valle de Cuelgamuros. En lo que se refiere a Patrimonio Histórico-Artístico, están adscritas a Patrimonio Nacional más de 153.000 obras de Arte de diversas disciplinas (pintura, escultura y artes “menores” de todo tipo, como porcelanas, vidriería, orfebrería, tapices y textiles, musivaria, instrumentos musicales, esmaltes, forja, cincelados y damasquinados, etc…) así como un rico Patrimonio Documental Archivístico y Bibliotecario del que más adelante se tratará.
Orígenes y Legislación. La existencia del Patrimonio Nacional es un logro del S. XIX, cuando las Cortes de Cádiz acabaron con el llamado “Antiguo Régimen” e introdujeron a España en la contemporaneidad política e institucional. Es en el S. XIX cuando surgió la clara diferencia entre los bienes patrimoniales del Rey y los bienes del Estado, que pone a disposición del soberano pero no son suyos, sino del propio Estado. Así pues, tras el fallecimiento de Fernando VII, podemos encontrar la Ley Relativa a la Desamortización de los bienes del Real Patrimonio cedido por S. M. al Estado, cuyo Título I trata y detalla sobre los bienes del Patrimonio de la Corona, la Ley de 12 de Mayo de 1865 (Boletín de 18 de Mayo de 1865, siendo Presidente D. Ramón María de Narváez y Reina Isabel II). Tras la revolución de 1868, el Gobierno Provisional, siendo Jefe del Estado el Gral. Serrano, lo adscribe directamente al Estado por la Ley de 18 de Diciembre de 1869 (Boletín de 19 de Diciembre), y en 1873 la I República los hace depender del Ministerio de Hacienda por Ley de 24 de Julio de 1873 (Boletín de 28 de Julio), hasta que Patrimonio recupera su autonomía por la Ley de 26 de Junio de 1876 designando los edificios, bienes, y derechos que constituyen el Patrimonio de la Corona (Boletín de 30 de Junio, siendo Presidente D. Antonio Cánovas del Castillo y Rey Constitucional Alfonso XII). En el S. XX se reguló por la Ley de 22 de Marzo de 1932 que definió el Patrimonio de la [II] República (Boletín de 24 de Marzo), sustituida por la Ley de 7 de Marzo de 1940 restableciendo los bienes del antiguo Patronato de la Corona (Boletín de 8 de Marzo), Actualmente se regula por la Ley 23/1982 de 16 de Junio, reguladora de Patrimonio Nacional (BOE de 22 de Junio). Curiosamente, seguía apareciendo en el listado el Hospital de Corte e Iglesia del Buen Suceso, demolidos siete años antes. La Ley fue reformada por última vez en 2004, integrando el Real Sitio de Yuste, donde se retiró tras su abdicación el emperador Carlos I de España y V de Alemania.
Reales Sitios: Los espacios pertenecientes al Organismo Autónomo Patrimonio Nacional son en la actualidad los siguientes: El Palacio Real de Madrid, o de Oriente, con el Parque del Campo del Moro y el Museo de Colecciones Reales (en construcción); el Real Sitio de San Lorenzo del Escorial, con el Palacio y la Casita del Príncipe o de Abajo, la de Arriba y las de Oficios; el Real Sitio de Aranjuez, con el Palacio Real y La Casita del Labrador; el Monte y Palacio de El Pardo y Casita del Príncipe; el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso (Segovia), integrado por el Palacio Real y la Casa de las Flores; también en la provincia de Segovia el Palacio Real de Riofrío; el Palacio Real de la Almudaina (Palma de Mallorca); Y por supuesto, el Palacio de La Zarzuela y Predio de la Quinta, en Madrid, residencia habitual de los Jefes del Estado. También son de Patrimonio Nacional las tres residencias adscritas a la Presidencia del Gobierno: El Palacio de La Moncloa, El Coto de los Quintos de Mora (Los Yébenes, Toledo), y el Palacio de las Marismillas del Coto de Doñana (Almonte, Huelva). Y la Residencia de La Mareta (Teguise, isla de Lanzarote), usada también por la Presidencia del Gobierno.
Igualmente pertenecen a Patrimonio Nacional, por ser el Jefe del Estado titular de sus respectivos patronatos, el Real Monasterio de la Encarnación; el Monasterio de las Descalzas Reales; la Real Basílica de Atocha con su colegio y su Panteón de Hombres Ilustres; el Colegio, Iglesia y Real Monasterio de Santa Isabel y el Real Colegio e Iglesia de Loreto; todos ellos en Madrid. También el Monasterio de S. Jerónimo, en Cuacos de Yuste (Cáceres); el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, en dicho Real Sitio; el Real Monasterio de Santa Clara, en Tordesillas (Valladolid); el Monasterio de Sta. Mª La Real, de las Huelgas con su Hospital del Rey (en Burgos); el Real Monasterio de S. Pascual, de Concepcionistas, en Aranjuez (Madrid); y el Colegio de Doncellas Nobles de Ntra. Sra. de los Remedios, de Toledo, actualmente reconvertido en residencia universitaria. Y la Abadía Benedictina de la Sta. Cruz del Valle de los Caídos, también en San Lorenzo del Escorial, que se agregó por D.L. de 23-08-1957 (BOE de 5 de Septiembre), junto con sus centros anexos (Hospedería, Biblioteca, Escolanía, Centro de Estudios Sociales y Centro de Publicaciones).
Otros palacios. Otros reales sitios que NO FORMAN actualmente parte del Patrimonio Nacional, aunque antaño fuesen del Patrimonio de la Corona, son la Parroquia de San Jerónimo el Real de Madrid, también conocida como San Jerónimo de El Prado, o “los Jerónimos” (segregada el 13 de Junio de 1878), los Reales Alcázares de Sevilla o de Córdoba (propiedad de los respectivos ayuntamientos de ambas capitales, y hoy museos), o los Alcázares de Segovia y de Toledo (también museos, propiedad ambos del Ministerio de Defensa). En Barcelona hay que citar los antiguos Palacio Real Mayor de Barcelona (propiedad del Ayuntamiento), Palacio Real de Pedralbes (propiedad de la Generalidad) y la actual residencia real en la Ciudad Condal, el Palacio Real de Montjuic, o Palacete Albéniz (también del Ayuntamiento, habitualmente museo y sede de la Secretaría de la Unión para el Mediterráneo). También hay que incluir en este listado la actual residencia real de verano de Marivent (en Mallorca, propiedad de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, el Palacio de la Magdalena (en Santander, hoy sede de la UIMP), el Palacio de Ayete o el Palacio de Miramar (ambos del Ayuntamiento de San Sebastián).
ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS. En lo que se refiere a sus centros documentales, son tres los que destacan con personalidad propia: La Real Biblioteca (de Madrid), la Real Biblioteca de San Lorenzo del Escorial y el Archivo General de Palacio.
1. LA REAL BIBLIOTECA. Es la sucesora de la antigua Real Biblioteca de Cámara o Particular, que como su nombre indica, servía de biblioteca privada a los reyes (a partir de la proclamación de Felipe V como sucesor de su tío-abuelo Carlos II de Austria, muerto sin descendencia directa). No debe de confundirse con la Real Biblioteca Pública (actual Biblioteca Nacional de España), fundada también por Felipe V, en 1711. Ambas con un origen común pero con funciones diferentes, en realidad complementarias. Fue en 1836 cuando se segregaron como dos instituciones adscritas a distintos organismos: La Real Biblioteca Particular (hoy Biblioteca Real o de Palacio) continuó dependiendo del Patrimonio de la Corona y la Real Biblioteca Pública (hoy Biblioteca Nacional) pasó al Ministerio de la Gobernación. Como otras grandes bibliotecas del S. XVIII (por ejemplo la Arzobispal Primada, actual Pública del Estado en Toledo y Regional de Castilla-La Mancha), la Real Biblioteca de Palacio poseyó (y aún posee) un gabinete de Bellas Artes, con instrumentos musicales, obras de Arte, colecciones de numismática y sigilografía, grabados, dibujos, partituras, mapas y aparatos científicos, en la línea de ser a la vez un Museo que albergase el conocimiento universal de las Artes y las Ciencias. Sus colecciones más destacadas, por haber sido antaño colecciones independientes, son: el Fondo del Cardenal Granvela, consejero de Carlos V; la Biblioteca del Conde de Gondomar, embajador en Londres de Felipe III de España y II de Portugal; la Biblioteca del Conde de Mansilla (adquirida por Carlos IV en el XVIII); la Biblioteca de Joaquín Ibáñez García, Chantre de Teruel (también del XVIII); el Monetario del bibliotecario Carlos Baldiri de Riera (S. XIX); la Biblioteca del jurista Francisco de Bruna y Ahumada (S. XVIII); la Colección de Encuadernaciones de José Lameyer (adquirida por Alfonso XIII), o la de la Infanta Dª Paz de Borbón. Y un rico fondo de manuscritos americanistas que complementa a las colecciones del Archivo General de Indias, en Sevilla. Recientemente han sido digitalizadas su Colección de Incunables, la Biblioteca de la Reina Victoria Eugenia (abuela de D. Juan Carlos) y una Selección de Manuscritos.
2. LA REAL BIBLIOTECA DE SAN LORENZO DEL ESCORIAL. Sus fondos son más antiguos, ya que mientras la de Palacio fue fundada por Felipe V en el S. XVIII, la del Escorial lo fue por Felipe II de España y I de Portugal, en el XVI. Felipe II, como príncipe humanista que fue, mandó crear una biblioteca regia en su gran proyecto intelectual y urbanístico, el conjunto palatino y monástico escurialense. Aún se conservan los textos en los cuales humanistas e intelectuales de talla como Juan Bautista Cardona, Antonio Agustín Albanell, Juan Páez de Castro, Ambrosio de Morales o Benito Arias Montano (que la dirigió a partir de Marzo de 1577) daban su opinión al Rey, colaborando en el proyecto fundacional. Desde el principio quedó claro que la biblioteca escurialense había de ser no un mero depósito bibliográfico, sino un centro documental y científico, el mejor de todos sus dominios: archivo, dibujos, grabados y pinturas, cartografía, fauna y flora, medallero y monetario, instrumentos matemáticos, etc. En el Real Monasterio del Escorial existen además otras dos bibliotecas: la Biblioteca Conventual, propiedad de la comunidad de Agustinos que se hizo cargo en 1885 del Real Monasterio, tras la marcha de los Jerónimos; y la Biblioteca Universitaria, que da servicio al Colegio Mayor y al Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, que funciona en las instalaciones desde 1892, adscrito a la Universidad Complutense, impartiendo grados en Derecho, Empresariales y algunos títulos propios y de segundo ciclo (másteres).
3. EL ARCHIVO GENERAL DE PALACIO. Creado como tal en 1814, tras la Guerra de Independencia, reúne toda la documentación relativa a la administración de lo que entonces era el patrimonio de la Real Casa y de la Corona española, así como todas las series del Organismo Patrimonio Nacional desde su creación, y de los diferentes Reales Patronatos. También posee documentación sobre algunas encomiendas de Infantes, y algunos interesantes fondos americanistas y administrativistas (Fondo de la Estampilla Real). Destacan sus colecciones de mapas, planos, y dibujos, las partituras musicales de la Real Capilla y las colecciones de Fotografía Histórica. Otros servicios bibliotecarios. Patrimonio Nacional posee un Catálogo Colectivo denominado Ibis, como las aves sagradas de los antiguos egipcios, que eran las últimas en esconderse de las tormentas y las primeras en reaparecer. Ibis nos describe –de momento- los fondos bibliográficos de la Real Biblioteca de Palacio, en Madrid, de la del Monasterio de las Huelgas, en Burgos, de la del Monasterio de la Encarnación, en Madrid, y de la del Monasterio de Santa Clara, en Tordesillas. También existe una Base de Datos de Encuadernaciones Histórico-Artísticas, una de las mejores del mundo, junto a la británica, donde los bibliófilos pueden admirar desde las obras clasicistas del Siglo de las Luces hasta otras magníficas de Art Nouveau et Déco. Y la de Incvnabvla, el Fondo de Incunables, integrado por casi 300 ejemplares únicos. El investigador también puede buscar en la Base de Datos de Ex Libris, distinguiéndose los propios de la Real Biblioteca, los personales de personas reales y los de bibliófilos particulares que se han integrado con posterioridad. Otros proyectos de digitalización a destacar son los del Fondo Gondomariensi y el de la Reina Sofía.
Conclusión. Sin contar sus numerosos y riquísimos museos, que también pueden ser incluidos en la categoría de centros documentales, los archivos y bibliotecas del Patrimonio Nacional albergan un excepcional fondo bibliográfico y patrimonial, servido por personal técnico especializado y que atiende profesional e impecablemente a los investigadores que acuden personalmente, o que demandan servicios a través de sus formularios en web. Un servicio a la Cultura y a la Ciudadanía desde hace siglos, independientemente de quien haya sido, o sea en un futuro, el titular de la más alta magistratura del Estado. E independientemente de su forma exterior, coronada o sin coronar.
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