He tenido el placer de acudir recientemente a la presentación en Toledo, en el espacio cultural «Urbana 6», de un nuevo libro de Ismael Diadié Haïdara, que ha regresado a la ciudad de sus ancestros para presentar otro de sus hijos literarios: «Diario de un bibliotecario de Tombuctú», publicado por la cordobesa editorial Almuzara. El acto, emotivo y entrañable, fue presentado por el periodista y escritor Enrique Sánchez Lubián.
Ismael Diadié es el responsable de una importante biblioteca privada de Malí, el Fondo Kati de Tombuctú, que abrió sus puertas en 2003 en un nuevo y flamante edificio construido con fondos de cooperación de la Junta de Andalucía. El Fondo Kati es una magnífica colección de manuscritos andalusíes que se gestó cuando el toledano Alí ben Ziyad salió de su ciudad natal en 1467 llevándose sus libros, como el gran bibliófilo que era. Viajó a Ceuta, Fez, Sijilmasa, Sicilia, La Meca, Jerusalén, Damasco, Bagdad, y de nuevo a África, a Oualata… Y en todos estos lugares compró más manuscritos. Desde allí se trasladó más al Sur, al África Negra y desconocida: Estuvo en Kumbi Saleh, en el imperio Wagadu, donde contrajo matrimonio con una princesa songhai, sobrina de Sonni Alí. Uno de sus hijos, Mahmud Kati («el godo», por ser su padre de un linaje de visigodos toledanos conversos al Islam), fue juez, escritor y político, heredó de su padre la pasión por los libros e incrementó la biblioteca familiar con fondos propios y de su tío, Askia Mohamed, llevándose la colección a diferentes lugares del actual Malí: Gao, Tindirma y finalmente la legendaria Tombuctú. Una aventura digna de ser novelada o convertida en película. A quien desee profundizar en el conocimiento de la historia no sólo de la familia Kati sino de todos los andalusíes que emigraron a aquellas tierras, le recomiendo la lectura del libro «Los otros españoles», publicado en 2004 por Martínez Roca y escrito por el propio Ismael Diadié y por Manuel Pimentel, escritor y ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales de España. Años después escribieron «Tombuctú, andalusíes en la ciudad perdida del Sáhara» (Almuzara, 2015).
Tombuctú: La gran ciudad de las caravanas y del oro, la ciudad de los trescientos treinta y tres santos del Islam, de los tuareg, capital del imperio Malí y después del imperio Songhai, ya en los tiempos de Mahmud Kati. Allí recayó finalmente la biblioteca de los Kati, que fue transmitida de generación en generación, sufriendo diferentes avatares a lo largo de los siglos. Las invasiones y conquistas (marroquíes, tuaregs, peuls o fulanis, franceses…) causaron su dispersión y ocultamiento repetidas veces a lo largo de los siglos. Ismail Diadié pudo completar la reunificación de la colección, que quedó guardada en el edificio inaugurado en 2003. La alegría duró -lamentablemente- nueve años.
En 2012 el fanatismo de los fundamentalistas islámicos llegaba también al Mali. La situación de inseguridad, la represión social, política y religiosa, los saqueos y asesinatos fueron decisivos para buscar nuevos rumbos. Diadié y un grupo de familiares y amigos escaparon aquella sangrienta primavera, tras dispersar el grueso de la colección y dejarla bien escondida en distintos lugares y con personas de su confianza. Otras joyas documentales e históricas no tuvieron la misma suerte. Más de 4.000 manuscritos medievales del Fondo Ahmed Baba acabaron en la hoguera medio año después, y los históricos mausoleos de los santos sufíes fueron demolidos. El mundo veía la repetición de la jugada apenas una década después de la destrucción de los budas de Bamiyán por los talibán. Lamentablemente siguió pasando: El autodenominado «Estado Islámico» destruiría impunemente abundante patrimonio cultural y arqueológico (Mosul, Palmira… y otros lugares de Mesopotamia) algunos años después.
Como se sabe, en 2013 el gobierno de Malí pidió ayuda a Francia, que intervino militarmente. Cinco años después, y pese a que la paz con los rebeldes tuareg se firmó teóricamente en 2015, y a la existencia de tropas de interposición de la ONU (los famosos «Cascos Azules») , que mantiene en Malí más de 13.000 efectivos, y de la UE (existen tropas españolas desplegadas en la actualidad), Malí sigue siendo un lugar inseguro, con rupturas del alto el fuego, secuestros, asesinatos, saqueos, violencia religiosa, hambruna y millares de civiles desplazados.
En el libro que ahora se ha presentado, Ismael Diadié nos detalla la génesis del conflicto desde el golpe de Estado de 2012, y los problemas que vivieron él y los suyos hasta conseguir poner a salvo los fondos de la biblioteca y después ponerse a salvo ellos mismos. Un diario de la guerra escrito por un civil que, pese a todo lo sufrido, ha hecho un llamamiento público por la paz y el perdón. «El hombre, para ser humano, debe saber perdonar a sus enemigos». Que alguien que sufrió en sus carnes una terrible guerra civil diga esas reconciliadoras palabras -precisamente un 20 de noviembre- y llame a que sus compatriotas se perdonen los agravios mutuos y trabajen juntos por un futuro mejor, es señal y esperanza de que este mundo en el cual vivimos tal vez aún pueda tener arreglo. Tomen nota quienes deban.
Ismael Diadié pudo salvar la vida y llegar a España como refugiado. Inició contactos con algunas autoridades políticas, recibió en Toledo la Medalla de Honor de la Ciudad en 2014, y se le llegaron a ofrecer algunos lugares para albergar su fondo, como el centro cultural San Marcos, de titularidad municipal, o el centro cultural Mezquita de Tornerías, antigua sede del Centro Regional de la Artesanía.
Lamentablemente, la situación no ha pasado todavía de los titulares de prensa. En 2015 se constituyó en Toledo una fundación -con sede en Granada- a la cual Ismael Diadié traspasó la gestión de los fondos, y en 2016 se anunció la futura firma de un convenio a tres bandas entre la Fundación Mahmud Kati, la Junta de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Toledo, convenio que aún no ha tenido lugar, y la conmemoración para 2017 del 550 aniversario de la salida de Toledo de Alí ben Ziyab. El 2017 llegó -y pasó- sin pena ni gloria y la situación sigue paralizada. El problema no es sólo la cesión de un edificio, sino los costes de crear un equipo permanente de personal para gestionar ese tesoro documental: Harán falta archiveros, bibliotecarios, restauradores especializados en patrimonio documental, filólogos, historiadores… No es buen momento, pero hay que dar el paso. Como cuando a comienzos de los noventa se tuvo clara la necesidad de que, desde el antiguo Patronato Universitario de Toledo, había que resucitar la Escuela de Traductores de Toledo, que afortunadamente hoy es una gozosa realidad.
Es hora de que nuestros políticos se tomen en serio a la Biblioteca Kati. No puede ser que una joya bibliográfica para el patrimonio documental español y la historia de los Andalusíes siga dispersa y escondida en diferentes lugares de un país inseguro y acosado por la guerra y el fanatismo religioso. En cualquier momento se puede perder este tesoro bibliográfico, no sólo por la violencia del ser humano sino por el deterioro natural (animales, humedades, corrosión…) a causa de los defectos de conservación de los distintos escondites en donde se hallen.
Pónganse de acuerdo las diferentes administraciones (central, autonómica, provincial, local y universitaria) con la Fundación Kati, creen un grupo permanente de trabajo para ver qué puede aportar cada uno, y busquen financiación, pública y privada, para conseguir rescatar los manuscritos y proceder a su microfilmación, digitalización y restauración, independientemente de que en un futuro puedan volver a Tombuctú, si se soluciona el conflicto. Es del interés de todos, independientemente del color político de cada cual.
Para saber más:
Tombuctú, una Alejandría en el África Negra, por Lydia Polgreen.
Tombuctú desvela un lado oculto de la Historia de África, por Jean Michel Djian.
Ficha de «Diario de un bibliotecario de Tombuctú» en web de editorial Almuzara.
«La Historia de Al-Andalus huye de Tombuctú», por José Naranjo.
«Furia iconoclasta salafista en Tombuctú», por Javier Valenzuela.
«Los islamistas destruyen una importante biblioteca de Tombuctú», en El Mundo.
«La destrucción del patrimonio cultural de Tombuctú», en Wikipedia.
«La guerra de Malí, un conflicto de dimensiones internacionales», por Rosa Meneses.
«Malí, un tesoro cultural amenazado», por J. Mª Robles.
«El histórico y legendario Fondo Kati mira hacia Toledo», por Alicia Avilés.