Literatura gris (I)

Comencemos con la pregunta que más he escuchado al hablar de este tema: ¿Qué es la literatura gris?

Esta inocente pregunte esconde mucha más miga de la que parece: no sólo se han vertido ríos de tinta tratando de  contestarla, sino que además, una vez que conocimos la respuesta, llegaron las nuevas tecnologías y rompieron todo el cuadro.

Podemos escucharla definida como “aquella que no está por cauces normales de edición” pero a esta definición le faltan matices como de qué tratan y qué baremos utilizamos para definir qué es y qué no. Es decir: la propaganda del super no va por cauces normales de edición y su interés puede ser muy discutido, tanto por alguien que necesite saber las ofertas, como por sociólogos o artistas. ¿Por qué no? Sin embargo, dudo mucho que un estudioso de la materia no ponga la voz en el cielo por dicho atrevimiento.

También hay definiciones que la mezclan con la literatura efímera, cuando la vida útil de la información contenida en díptico sobre la Capital de la Cultura del 2013 está mucho más acotada que la contenida en un pre-print sobre arqueología. Aquí podemos hablar del color como una marca temporal, es decir: un estado intermedio del artículo entre el cajón (u ordenador, pero es más romántico pensar que aún escribimos a máquina y lo guardamos en nuestro cajón) y la publicación.

Tomar el color como un estado de la publicación es una solución muy buena siempre y cuando no hubiera artículos que se estancan en este limbo debido a las revistas digitales sin ISSN (¡oh terrible, terrible Creative Commons!) y a los documentos que no tienen pretensiones de llegar a ser impresos, como las tesis, pero están validadas y accesibles.

Sobre este asunto me gustaría citar la división realizada por Sardelli en 1993, que divide todo lo que no es “ficción” y “no ficción” en cinco grupos a los que denomina “literatura no convencional”:

1. Publicaciones efímeras: Las que aparecen y desaparecen como los atardeceres: en un suspiro. Suelen estar relacionadas con un acontecimiento o una ocasión concreta, por lo que se imprimen y distribuyen algo antes del evento y  cuando este finaliza, pierden su importancia. Un ejemplo claro lo tenemos en los flyers de fiestas o en los carteles de promoción de un evento.

2. Publicaciones menores: Las que no son tan efímeras, debido a la información que contienen. Por ejemplo, el folleto de una exposición temporal de El Prado: por un lado, su vida útil es más larga y por otra, tiene información que, independientemente del evento, puede ser relevante.

3. Literatura gris: “Documentación de actividades de estudio, institucional o productiva”. Por alguna razón, se da por hecho que este tipo de documentación está fuera de espacio temporal.

4. Publicaciones oficiales: Cómo su nombre indica, son las que producen los gobiernos durante su actividad, en las relaciones entre ellos mismos y ellos con los ciudadanos.

5. Literatura minoritaria: La definición tal cual es “documentos de naturaleza literaria destinada a sectores específicos del público a los que también podemos considerar como especiales”.  En un plumazo mete en el mismo saco las partituras, las novelas en Braille y los fanzines punkis de grapas. No lo veo del todo correcto, ya que vuelve a crear el mismo saco de “y todo lo que no sé dónde va, lo pongo aquí y… y ya lo abordaremos otro día”.

A simple vista vemos como las dos primeras definiciones se generan en torno al tiempo, mientras que las siguientes su enlace común son los productores. Las cinco sólo tienen un rasgo común: ser materiales que no están editados por casas comerciales. Que no tienen un ánimo de lucro.

Sin embargo, podemos ver que la literatura gris queda muy bien organizadita: no habla de productores, no habla de canales de distribución, sólo que tiene que ser de “actividades de estudio, institucional o productiva”.  Es decir: un pre-print, una tesis, un informe anual,… Habría que distinguir muy bien qué significa aquí “institucional”: ¿el papel calco de un modelo 300 es una publicación oficial o literatura gris? ¿O es que se refiera más a instituciones no dependientes del gobierno y con una inclinación a la investigación como puede ser el CSIC?

Yendo al grano: literatura gris tiene que

1) Venir de la investigación

2) No estar “publicado”.

Espera. Pero, ¿si no está publicado… para qué preocuparse? Es decir, si una publicación con prestigio no se interesa por publicarlo, ¿eso no significa que el documento no merece la pena?

 Interesante cuestión. La resorveremos en el siguiente post.

Bibliografía:

FUENTES ROMERO, J. J. (2003). Materiales efímeros y publicaciones menores en la sección de temas locales. Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios (72), 17-37.

MARTÍN VEGA, A. ([1995]). La literatura gris. En A. Martín Vega, Fuentes de información general (págs. 163-220). Gijon: Trea.

SARDELLI, Alessandro. Le publicazioni menori e non convenzionali. Guida alla gestione. Milano:Editrice Bibliografica, 1993. Cfr. Fuentes Romero, 2003, págs. 22-23. 

Ana Gil Amor

Groovy librarian. Greedy traveler.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *