Hace un tiempo pude escribir un artículo sobre la evolución del lector, de la mano descubrí algo más llamativo: el cambio de escritores a copywriters.
¿Cómo ha influenciado la literatura digital en la escritura?
Por un lado, me gustaría recordar los primeros libros digitales: ¿os acordáis de esa primera ciberliteratura basada en la narrativa hipertextual? Os pongo en contexto: existía Napster, no existía Facebook, y las webs eran unidireccionales pero los hipervínculos permitían una lectura no lineal. Se desarrolló una literatura minoritaria, gratuita y solo accesible con conexión a la página web que daba acceso a la información. Sin embargo, esta primera literatura fue un reflejo de lo que ya había. Estoy segura que Cortazar, de haber nacido un poco más tarde, hubise escrito Rayuela directamente como web.
Estos fueron el inicio de diferentes iniciativas: publicaciones digitales, libros que nacen en Redes Sociales o de Blogs, ese híbrido entre libro y videos (el vook o el minidisk de los libros),… Pero: ¿y la información que contienen? Esencialmente lo que acabo de citar es un transcripción de la tinta a bits, donde la búsqueda por asiento bibliográfico y la soledad siguen definiendo la práctica lectora.
La verdadera revolución en el libro no lo ha supuesto el cambio del formato, sino lo que este cambio formal trae consigo: la indexación total del contenido y la compañía.
SEO or DIE
Indexación total. Las estoy diciendo en alto y se me llena la boca. Poder coger un monográfico sobre un tema en particular, en el cual cada capítulo es en sí un artículo y tener que sacar asientos uno a uno porque si no: no existen. Hoy día: tres palabras clave, búsqueda en Google y ¡maravilla! Me remite a GoogleBooks y mis keywords están hasta subrayadas en amarillo. ¿Maravilla? ¿Y si mi libro no está indexado? ¿Y si no he elegido bien las palabras claves? ¿Y si mi título no tiene nada que ver con lo que escribo (en un alarde de originalidad)? Siento decirte que tu libro quedará en la página 2 de Google, algo así como la muerte.
A esto, debemos unir la tendencia a una escritura más directa, sin florituras y más corta. La atención del lector se ha acortado, así como la longitud de las novelas. Paul Manson (The Guardian) nos recoge una queja de Joanna Scott ya que, según ella, se ha pasado a escribir “lectura fácil” de argumentos fascinantes y escritura sin pretensiones, en lugar de producir “una obra de arte”.
#estoyleyendo #nofilters
Leer como actividad social: redes sociales de lectores y redes sociales de lectores y escritores nóveles (no tan nóveles). Se rompe la barrera mística entre el escritor y lector solo rota en la Feria del Libro en la que te acercabas al stand donde firma, agarrado a tu libro, pensando ya desde casa qué le ibas a decir esos 5 minutos que tenías cara a cara.
Estamos ante un club de lectura permante y global (Johnson, 2009) en el que cada libro, ¡que digo libro! Párrafo es comentado, seccionado y… sí, citado.
Todavía estas citas no pesan a niveles de impacto lo que una cita formal, pero a niveles de búsqueda sí. Hablo tanto de búsquedas en motores de búsquedas como la posibilidad de citar en texto y que este te lleve a la fuente. A más links que lleven a la fuente, mayor pertinencia de la información, o eso opinan los robots, y mejor posicionada en las búsquedas.
Estos cambios no son, en sí, ni buenos ni malos. Nos permiten descubrir nuevos escritores que de otra forma no se hubiesen a postado por ellos, pero también encumbran libros lo suficiente como para que terminen siendo películas.
Pero están aquí y no parecen que vayan a irse. Y tú, ¿qué opinas? ¿Aumentan los lectores o disminuye la calidad de la obra?
Bibliografía: