Entre dinosaurios y bits

Leyendo un interesante artículo de Antonio Muñoz Molina titulado Lo mínimo, lo inmenso en el que reflexiona sobre los lectores y la lectura al tiempo que comenta dos de los libros que está leyendo, La montaña mágica de Thomas Mann y El viajero y su sombra de Friedrich Nietzsche, descubro una curiosa afirmación:

Ahora se dice que a causa de las nuevas tecnologías ha de prevalecer una escritura de la rapidez, de la fragmentariedad, de lo instantáneo […] Más de un siglo antes de Twitter y de los blogs escritores como Baudelaire o Nietzsche habían intuido la hermosa libertad de escribir al instante sobre lo que les pasaba por la imaginación o lo que tenían delante de los ojos […]

Revolución tecnológicaHemos leído mucho al respecto de que muchas de las nuevas tecnologías consideradas, hoy en día, lo más actual e innovador ya se comenzaron a vislumbrar años atrás, como el diseño del tablet que aparecía en la película 2001, una odisea del espacio, de Stanley Kubrick en 1968, por poner sólo un ejemplo.

Sin embargo, la reflexión de Muñoz Molina sobre la escritura instantánea de escritores como Baudelaire o Nietzsche y su anticipación a blogs y Twitter me ha gustado. El hecho de unir tradición y modernidad como algo positivo y no radicalmente excluyente se puede aplicar a muchísimos ámbitos. Y únicamente el tiempo atestigua que no sólo es positivo aunar tendencias sino que el resultado es todavía más enriquecedor.

Sin ir más lejos, en la constante controversia “libros en papel, libros digitales” asistimos a una necesidad de hacer confluir ambas ideas, porque, no sólo es bueno, sino que es necesario tanto en la lectura “por placer” como en la educación. Porque cualquier opción es buena, sin desacreditar a la otra. Si bien es cierto que, a día de hoy, y, previsiblemente en el futuro, prevalecerá el contenido y el acceso digital, algo obvio…y necesario.

Andrés Hoppenheimer en su artículo El desafío digital comenta que Corea del Sur, líder a nivel mundial en el que los estudiantes de 15 años usan más ordenadores conectados a Internet en los colegios, sustituirá los libros en papel por tablets. Observando su trayectoria. Indica además Hoppenheimer que «tal vez no sea casual que Corea del Sur sea uno de los países que obtiene mejores resultados en los exámenes estudiantiles internacionales. En el último examen mundial PISA de estudiantes de 15 años en comprensión de lectura, Corea del Sur salió segundo, después de la ciudad de Shanghái (China), que ocupó el primer puesto […]»

Pienso que la educación debe aceptar necesariamente esta revolución tecnológica sin más dilación y aprovechar todos los recursos que nos ofrecen las diferentes aplicaciones, la web social y la red en general. Porque como dice Julián Casanovas en El valor de la educación

[…] la educación significa el desarrollo integral de los individuos más allá de la preparación profesional, algo que incluye necesariamente comprender la naturaleza de las cosas y el mundo que nos rodea. La educación es una guía imprescindible para captar los entresijos de la sociedad tan compleja que hemos creado  […] Una buena educación, además, debe proporcionar una apreciación crítica de las formas en que obtenemos el conocimiento y la comprensión de la sociedad, conocimientos básicos de los métodos experimentales de las ciencias, de los logros sociales, artísticos y literarios del pasado, de las principales concepciones religiosas y filosóficas que han guiado la evolución de la humanidad […]

Y los bibliotecarios y documentalistas,desempeñamos un papel importante tanto en la sociedad como en la educación. Precisamente, un interesantísimo post de Ana Alonso, Noemí Gómez y Víctor Villapalos El compromiso social de los bibliotecarios y documentalistas  publicado recientemente en BiblogTecarios, aborda acertadamente esta cuestión. Además, los profesionales de la información hemos asumido plenamente la integración de las nuevas tecnologías tanto en la gestión interna como a los servicios a los usuarios. Lluís Anglada en su post Las bibliotecas tienen futuro si pensamos que el futuro no está garantizado analiza, entre otras cosas, la evolución de los bibliotecarios y de las bibliotecas constatada a través de lo antiguo y lo moderno.

[…] los bibliotecarios hemos sido tradicionalmente usuarios tempranos de todas las tecnologías: la máquina de escribir a finales del siglo XIX o las microfotografías a principios del XX y también de los ordenadores en los años 50 y 60. Por lo tanto, si no es reticencia a lo nuevo, nuestra preocupación debe relacionarse con la difuminación constante que ha tenido la imagen tradicional de la biblioteca desde que se ha automatizado la información.

[…] la biblioteca moderna quedó simbolizada por grandes edificios llenos de estantes con volúmenes impresos. Las bases de datos de acceso remoto (teledocumentación) de los años 70 fueron precursoras de una información que quería ser libre, que quería llegar al usuario de forma directa y desintermediada. A partir de entonces, cada novedad tecnológica ha erosionado aquella imagen que se ha ido difuminando hasta parecer que desaparecería. Pero, al mismo tiempo, los bibliotecarios han sabido (re)construir una realidad nueva de la biblioteca a partir de la integración de lo nuevo y la modificación de lo antiguo […]

Tradición y modernidad… forma parte de nuestra imagen… La sociedad ha evolucionado de la oralidad a la escritura y, a pesar de que pertenecemos a la era de la escritura, ahora vivimos en un mundo digital. Además, nos encontramos ante un nuevo modelo de comunicación, una nueva forma de lenguaje y de procesar la información. Y nosotros, con nuestras pautas, modelos y herramientas de ayer y de hoy… estamos ahí, con nuestra ilusión y responsabilidad en la nueva sociedad de la información.

Ana Doñate Cifuentes

Colaboradora de BiblogTecarios. Filóloga, documentalista y bibliotecaria. Siempre me ha gustado la literatura, aprender y disfrutar.

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