Estreno mi espacio en Biblogtecarios tomando prestado el título de un libro de Mario Benedetti, El olvido está lleno de memoria, aunque incorporando un pequeño matiz que me servirá para tratar algunos temas relacionados con el ámbito de las bibliotecas, los archivos, los centros de documentación, profesionales, usuarios e instituciones.
No pretendo, de ninguna manera, ofrecer una información demasiado subjetiva, más bien quiero reflexionar sobre la experiencia como usuaria en la búsqueda y recuperación de una memoria que, en algunos casos, está o ha estado en el olvido.
Mario Benedetti en el primer poema Ese gran simulacro con el que comienza el libro que da título al post escribe:
[…] el olvido está tan lleno de memoria
que a veces no caben las remembranzas
y hay que tirar rencores por la borda
en el fondo el olvido es un gran simulacro
nadie sabe si puede / aunque quiera / olvidar […]
Se entiende que Benedetti nos muestra la visión poética de unos conceptos que, hoy en día, están más vigentes que nunca; memoria-olvido.
Hace unos días se celebró el décimo aniversario de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, se está conmemorando el centenario de la CNT y una exposición en la Biblioteca Nacional y un congreso internacional recuerdan al poeta alicantino Miguel Hernández, una figura tan vinculada a la literatura como a un tiempo y un periodo, convulso y oscuro.
Sobre este tema escribió Gustavo Martín Garzo en su artículo Las enseñanzas de Antígona:
Han pasado 70 años y es más necesario que nunca hablar de todo esto. Los familiares más directos de los desaparecidos son ya muy ancianos, y dentro de poco no quedará nadie que los recuerde. Interesarse por ellos es un acto con un profundo significado cívico, pues a un crimen político se ha respondido con un crimen ontológico. «Los desaparecidos —ha escrito George Steiner— son nuestra memoria. Un mal que existe en nuestros cuerpos personales, una huella con la que vivimos y que ninguna justicia puede borrar. Deuda impagable, sin compensación posible. Así trabaja la memoria, como una marca con la que debemos vivir, como una terrible elección. El desaparecido dejaría de ser si la memoria de los desaparecidos dejara de existir». Y añade: «Si lo que sucedió no se reconoce, entonces no tiene más remedio que seguir ocurriendo siempre, en un eterno retorno».
Somos lo que recordamos. Si al hombre le privaran de memoria perdería su humanidad. Gracias a la memoria no sólo vivimos nuestra vida sino la de los demás. La cultura es memoria. Las bibliotecas, los museos, los monumentos el pasado, son construcciones de la memoria. En ellos se guardan las huellas de los hechos y las vidas de los que nos precedieron, lo que nos permite dialogar con ellos y burlar a la muerte. Todos los seres queridos que desaparecen, siguen viviendo en los relatos de quienes les sobreviven. La memoria es «lo más necesario de la vida»
Los archivos, bibliotecas y centros de documentación albergan entre sus fondos retazos de historias y memorias que, tanto ciudadanos como instituciones, están interesados en recuperar. Realmente, la relevante función de bibliotecas y archivos, así como la de los profesionales que trabajan en ellas, no ha variado, siempre ha estado ahí.
Sin embargo, parece que mucha gente comienza a vislumbrar o redescubrir su importancia en el desarrollo de nuestra cultura, nuestra historia y la memoria tanto individual como colectiva. A todo ello han contribuido proyectos como el Portal de Archivos Españoles (PARES) destinado a la difusión en Internet del Patrimonio Histórico Documental Español y otras iniciativas como el Archivo de la Fundación Bernardo Aladrén y el Centro de la Memoria Manuel Albar que contienen información sobre el sindicalismo, la historia social y el movimiento obrero de Aragón.
No es mi intención enumerar aquí los recursos y bases de datos de obligada consulta y que todos conocemos, como el Censo-Guía de Archivos Españoles e Iberoamérica pero sí me gustaría destacar cómo ha trascendido la importancia de estas fuentes entre los usuarios menos familiarizados con estos recursos.
A la facilidad de acceso y la posibilidad de realizar búsquedas básicas que permitan recuperar documentos de forma ágil y sencilla hay que añadir la labor de difusión de los archivos y centros de documentación y la de otros proyectos como Liberados del olvido que incluye un apartado denominado ¿Dónde investigar? que sirve de guía para iniciar una búsqueda o investigación.
Evidentemente, todavía falta mucho por hacer, referente, por ejemplo, a la búsqueda y acceso a Consejos de Guerra y expedientes judiciales en los juzgados militares pero confío en que esto se solucione con el tiempo, con la implicación de las instituciones y la labor de los profesionales. De hecho, una buena muestra de ello, es el convenio de colaboración entre el Ministerio de Defensa, la Universidad de Zaragoza y la Comunidad Autónoma de Aragón para organizar e informatizar la documentación judicial militar histórica que alberga el Archivo del Tribunal Militar III ubicado en el Juzgado Militar Territorial nº32 de Zaragoza.
En la búsqueda que inicié hace unos años he consultado varios archivos (históricos, de instituciones penitenciarias, etc.) el Centro Documental de la Memoria Histórica y bibliotecas, aunque la documentación judicial todavía resulta complicada obtenerla.
Como bien dice Luis García Montero en su poema El pasado, del libro Completamente viernes:
Hay quien busca ciudades,
la balada del bosque y la montaña verde,
el armario vacío de una casa,
la bandera o el himno
… porque cualquier motivo es bueno, cualquier documento o cualquier papel es una victoria para reconstruir una vida, una memoria a la que rescatar del olvido.