El camello forma parte de la cultura de las Islas Canarias desde hace varios siglos. Durante mucho tiempo fue un animal doméstico de gran importancia en el desarrollo cultural de las islas orientales del archipiélago. En la actualidad se emplea fudamentalmente en el turismo, y muchos de vosotros habréis vivido la simpática experiencia de montar a lomos de uno de estos animales durante algunas vacaciones en Tenerife o Lanzarote. En menor medida son utilizados en labores de agricultura y de exportación.
En diferentes momentos de la historia de Canarias, el camello colaboró en el transporte de documentos de archivo, de lo cual figuran a continuación dos testimonios. En 1599 contribuyeron a la defensa de la isla de Gran Canaria contra el ataque del corsario neerlandés Pieter Van der Does, que desembarcaría en el Puerto de Las Palmas el 26 de junio con clara intención de conquista. El objetivo del holandés era «obtener 400.000 ducados como precio por el rescate de la ciudad, además de un pago anual de 10.000 ducados en reconocimiento a la soberanía» (Mercedes Ramos. ABC, 2014). Tras intentos de dialogar con los gobernadores de la isla y la respuesta beligerante de los nativos en los términos «que hiziere lo que quisiere, que la gente de la isla se defendería», el 3 de julio el pirata mandó una columna de soldados a la Villa de Santa Brígida, donde se había replegado la población y las autoridades ante el saqueo de la capital. Los camellos transportarían a esta localidad el archivo de la Real Audiencia de Canarias.
Así lo relata el historiador canario Antonio Romeu de Armas (1912-2006):
El regente y los oidores, llevando cargado en camellos el archivo de la audiencia y alguna ropa, pudieron ganar fácilmente el camino de San Roque con dirección a Santa Brígida, tropezando en su viaje con el capitán Pedro de Serpa, a quien ayudaron a conducir la artillería, pues se hallaba estacionado en la carretera, arrastrando con sus hombres a brazos, en carretones, las pesadas piezas de artillería salvadas. Los camellos fueron desalojados en parte de su carga para dar cabida a los cañones, y juntos prosiguieron su ruta para el lugar indicado.
De esta suerte los documentos evitaron ser pasto de las llamas a las que Van der Does ordenó someter a Las Palmas antes de abandonar la isla el 4 de julio, una vez derrotado en el suceso histórico conocido como la Batalla del Batán. La contienda tuvo lugar a las puertas de Santa Brígida en el cerrillo del Batán y por el vencimiento isleño reza en el escudo de la villa la leyenda: «Por España y por la Fe, vencimos al holandés».
Otro momento en el que los camellos fueron empleados para el transporte de un archivo se produce en relación con el surgimiento del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), unido a la creación de la nueva sede eclesiástica del mismo nombre, segregada de la de Canarias, el 21 de diciembre de 1819, en cuya concesión la orden del Papa Pío VII obligaba al traslado desde Las Palmas de Gran Canaria de los documentos pertenecientes a Tenerife, separándolos de la Curia Episcopal de Canaria y la consignación en la secretaría del nuevo Obispado. La orden establecía de forma literal la conducción de «todas y cada una de las escrituras o títulos, protocolos o papeles y demás documentos de todas clases de cualquier modo pertenecientes a las mencionadas cuatro Islas, y concernientes de cualquier manera a los habitantes de éstas». No obstante, el traslado no tuvo lugar hasta 1826 en que el Papa pudo nombrar al primer Obispo de la nueva sede, debido al desacuerdo entre la Santa Sede y el Gobierno liberal. Vicente Román Linares, nombrado Obispo Auxiliar de Tenerife en noviembre de 1819 por Fernando VII, centró su labor en cumplir con el mandato pontificio y regio de establecer el nuevo Cabildo Catedral, y en comunicar a todas las instituciones la reorganización eclesiástica del Archipiélago. El transcurrir del Trienio Liberal (1820-1823) no fue el mejor momento para acometer la delicada labor, desde el punto de vista patrimonial y político, de dar cumplimiento a la engorrosa claúsula de trasladar los documentos del Obispado de Canarias a la nueva sede tinerfeña.
Entonces, será decisiva la voluntad del primer Obispo de Tenerife, Luis Folgueras y Sión, para lograr el cumplimiento de la claúsula, ya que estaba claramente concienciado de la importancia de disponer de los papeles de su archivo para mejorar la productividad de la gestión de su organismo, al señalar que «de haberse realizado en tiempo, habría causado un positivo bien y utilidad de grande importancia (…) para la mejor dirección del Gobierno». Don Manuel Fragoso, Notario Mayor de la Curia Eclesiástica de Tenerife, será la persona designada el 3 de mayo de 1826 para seleccionar y recoger la documentación tinerfeña que se hallaba albergada por entonces en el Obispado de Canarias. Para el desempeño de dicha labor de traslado se le facultó para poder otorgar recibos, cartas de seguro y resguardos sobre lo entregado, así como gastar lo que fuese preciso para tal reportación proveniente «de la vacante de la Mitra consignada por Su Majestad a esta Santa Iglesia».
Tras arduas e intensas labores de selección, separación, inventariado y embalaje de documentos en la sede de Canarias, el 2 de agosto Manuel Fragoso concluye el inventario de los treinta y cinco legajos de documentos que consideró de mayor utilidad, los cuales fueron enviados al día siguiente a Tenerife por vía marítima. Tres días más tarde de la llegada, hay constancia de la utilización de camellos en el transporte de los 27 cajones de papeles desde el Puerto de Santa Cruz de Tenerife hasta la ciudad de La Laguna (sede del archivo), confirmada por el pago de la cantidad de 24 pesos a Juan de la Torre y a Juan Agustín Navarro por dicho trabajo (Cuenta presentada en San Cristóbal de La Laguna el 5 de agosto de 1826; ACCLL, Ibidem., fol. 4.).
Juan López Soler, en La Isla de Tenerife. Su descripción general y geográfica, obra publicada en Madrid en 1906, recoge el testimonio, refiriéndose al extremo sur de Tenerife, de que el camello «sustituye, para toda clase de transporte, al ganado caballar y mular, por lo cual se ven con frecuencia parejas de ellos en todos los caminos que enlazan a los llamados puertos de Los Cristianos, Abrigos, Médano, Porís y otros, con los caseríos a ellos inmediatos» (p. 238).
Para saber más
- Iván del Castillo y Benítez de Lugo. De la llegada de los camellos a Canarias. Camellossafari.com, 2003
- Pérez Herrero, E. (coord.). 2009. Historia de los Archivos de Canatias. Tomo I. Las Palmas de Gran Canaria: Anroart Ediciones, S.L.
- Mercedes Ramos. ‘Por España y por la fe, vencimos al holandés’. Gran Canaria celebra la épica Victoria sobre Van der Does en 1599. ABC, 7 de julio de 2014
- Martín Mejías, J.Mª. 2012. Aproximación a la importancia histórica del camello en Canarias. XX Coloquio de Historia Canario-Americana. Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria
- Marcos Brito. Camellos en el Sur de Tenerife. 12 de dicimebre de 2015
- López de Soler, J. 1906. La Isla de Tenerife. Su descripción general y geográfica. Madrid
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