Oda a la biblioteca pública

Aun estoy estupefacto por este artículo del Confidencial de Navarra, y debo reconocer que lo tuve que leer un par de veces para convencerme de que, quien lo escribía, lo decía totalmente en serio. A mí, personalmente, me parece un mal chiste, un artículo tan ridículo que imagino que esa debe ser la razón principal por la que no viene firmado (¿y quién se atrevería a firmarlo?).

El caso es que como no salía de mi asombro ante tal barbaridad teñida, según su autor, de un pensamiento reflexivo valiente y crítico, aunque tenga tan poco fundamento, decidí hacer un breve comentario desde Biblogtecarios, para reírnos todos un poco, que falta nos hace.

Y todo no solo porque su autor defienda tesis liberales a favor de la una privatización de servicios públicos culturales por el hecho de que puedan usarlos personas como Emilio Botín (según el autor, un ricachón que no necesita que gastemos el dinero de nuestros impuestos en películas que puede pagarse él directamente), sino por hacerlo contraponiendo el gasto de las bibliotecas al gasto sanitario.

Es decir, nuestro querido señor X (le llamaremos así ya que no tiene nombre conocido), se dedica en este artículo a desarrollar un pensamiento hiperrevolucionario que defiende el “que cada uno se pague sus servicios culturales”, vamos, pensamiento revolucionario salido directamente de la caverna mediática que todos conocemos, aquella que no cree en la igualdad de oportunidades, ni en los servicios públicos de calidad, ni en el acceso a la cultura y a la información a la que todos los ciudadanos tienen derecho constitucional, se llamen como se llamen y cuenten con los recursos que cuenten.

Para este autor la democratización de la cultura y del acceso a la información no existe, y todo parece indicar que no la conoce por el poco uso de este tipo de servicios que se le intuye, ya que de otro modo sabría que en la biblioteca no solo se puede acceder a multitud de contenidos en múltiples formatos, sino que ofrece gran cantidad de servicios adicionales gracias a todos los profesionales que trabajan en ellas.

Pues sí amigos, en el artículo titulado “Esas malditas bibliotecas públicas” se atreve su autor a “tener pensamientos prohibidos”, en una polémica mal construida sobre una base totalmente falsa, esa que defiende que el dinero gastado en bibliotecas sale de los recortes en sanidad, o viceversa, quedándose tan ancho.

Habría que recordarle en primer lugar que los recortes ejercidos por diversos partidos políticos (de izquierdas o de derechas) responden únicamente a intereses políticos y económicos y que el hecho de que se hayan realizado recortes no implica que fueran necesarios.

Pero no, para este autor las bibliotecas son un mero pasatiempo en donde alquilar películas. Endemoniadas instituciones que nos roban los impuestos para que ricachones alquilen películas guarronas mientras se lucran a nuestra costa ahorrándose los 3 euros de alquiler del videoclub al que han dejado de ir (de los 2 o 3 videoclubs que quedan, claro). Porque para nuestro autor las bibliotecas no solo tienen la culpa de los recortes en sanidad, del desmesurado gasto que en ellas se hace (por cierto, con presupuestos congelados en muchas administraciones desde hace tiempo), sino que también tienen la culpa del cierre de nuestros queridos videoclubs. Sí, no es broma, se pasa por la piedra toda la crisis de contenidos derivadas de las descargas en Internet (legales e ilegales) para señalar directamente a las bibliotecas como peligrosos entes que ponen en peligro ese “gran negocio” que son los videoclubs en este siglo XXI. Sí, en esta parte uno se da cuenta de que se le ha ido la cabeza por completo.

En fin, que cuando el autor dice que hay que atreverse a analizar críticamente algo, yo pienso: críticamente sí, pero hombre, para decir tonterías… Bueno, que no tiene desperdicio.

Y mientras cierra su alegato a la libertad de pensamiento con esa reflexión de neocon de tres al cuarto, continuaremos dando vida a las bibliotecas y haciendo de ellas un lugar en dónde encontrar la libertad de pensamiento que tanto defienden este tipo de personajes, pero que tan poco les importa. Y lo haremos con el convencimiento de que las bibliotecas son mucho más que un servicio de préstamo, mucho más que un lugar donde se apilan libros, películas, cedés o revistas. Son lugares de entendimiento, centros que facilitan la igualdad de oportunidades con profesionales comprometidos, instituciones de acceso a la información y a la formación con multitud de servicios, herramientas para mejorar nuestras competencias y nuestras habilidades en el uso y el acceso a la información, e instrumentos a través de los cuáles podemos construir un mundo mejor y más justo.

Victor Villapalos

Mi bitácora pretende ser un punto de encuentro para estudiantes y profesionales del sector y, por supuesto, para todos aquellos interesados en este ámbito del conocimiento. Desde esta pequeña ventana asomarán pensamientos y reflexiones sobre todos aquellos temas que, relacionados con la Biblioteconomía y la Documentación, merezcan una buena pincelada de bits. Estáis invitados a participar activamente en él con vuestros comentarios y/o sugerencias. Podéis conocer más sobre mi en www.victorvillapalos.es

9 respuestas a «Oda a la biblioteca pública»

  1. Desde luego, es para partirse de risa. Aparte del intrincamiento mental del autor, hay que ver el rancio concepto de las bibliotecas que aún tienen algunas personas…

    ( En estos casos siempre me tienta lo de «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio». )

  2. Es que los hay que son muy valientes pensando críticamente… contra los que no tienen el poder económico o político. A mí me encantaría que fueran valientes para cuestionar a las «fuerzas vivas», es decir, a los que se lo llevan muerto. De todas formas, yo creo que tiene que ver con la alergia que han habido históricamente en este país algunos sectores políticos a todo lo que signifique una ciudadanía con cultura.

  3. Hay que recordar más a menudo el artículo 44 de la Constitución de 1978 «Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho» y el 27 de la declaración Universal de los Derechos Humanos «Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho».

  4. Mal empezamos si colocamos las bibliotecas al nivel de un videoclub. Se nota que el autor del artículo de NavarraConfidencial ha pisado poco las bibliotecas públicas en su vida. Quizás el artículo surja de su primera visita.

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